La entidad renueva su modelo de análisis ASG de la deuda soberana, basado en la corrección del sesgo de renta en los rating ASG de las emisiones de los estados.
El análisis de la deuda soberana con criterios ASG es una asignatura pendiente. Es el mayor activo por volumen en las carteras de inversión del mundo, pero el análisis de su sostenibilidad medioambiental y social resulta en la mayoría de los casos, elusivo. Sin embargo, en algunas gestoras este tema ha sido objeto de estudio desde hace años. Daniel Wild, responsable de Sostenibilidad de J. Safra Sarasin AM señala en la gestora ya tenían un modelo de análisis ASG de compañías y países en 2002. “En 2017 hicimos algún ajuste, pero en 2024 hemos completado su renovación”, explica.
Katya Wisniewski, analista de Inversiones Sostenibles en la entidad, destaca que “la inversión sostenible ha cambiado mucho, pero los soberanos se estaban quedando atrás, aunque empezábamos a ver más interés”. En línea con esa tendencia, decidieron renovar el modelo de análisis ASG de la deuda soberana. El punto de partida de esa renovación surge del hallazgo de que hay un sesgo de renta muy relevante en los rating ASG de la deuda soberana. “Los indicadores soberanos ASG están muy correlacionados con la renta de un país, un estudio del Banco Mundial halló una correlación cercana al 90% entre la puntuación ASG y el nivel de desarrollo”, apunta. Esto supone un problema ya que el análisis ASG limita su capacidad de añadir valor al análisis financiero y, además, un enfoque basado en los mejores de su clase restringiría el capital destinado a los mercados emergentes.
Proceso renovado
Para hacer frente a ese problema, los analistas de J. Safra Sarasin AM se preguntaron cómo añadir más valor con una nueva metodología. Parten de 78 indicadores, que elaboran con datos públicos de distintas instituciones, pero que ellos mismos recogen, tratan y agrupan en 13 cuestiones clave relacionadas con los pilares E, S y G. Wisniewski explica que han dedicado “mucho tiempo a analizar su relevancia y que su inclusión ha dependido fundamentalmente de que sean fiables y estén disponibles”.
En un primer paso, se realiza la corrección del sesgo de renta, siempre y cuando resulte pertinente. “Aplicamos la corrección del sesgo de la renta a las cuestiones clave que muestran un fuerte sesgo de la renta, con una correlación con el PIB per cápita superior al 50%” afirma Wisniewski. La corrección se aplica mediante un análisis de regresión en base a una estimación de la relación log-lineal entre el PIB per cápita y la puntuación en las cuestiones clave. Esa puntuación en cuestiones clave se sustituye por estimados antes de calcular la puntuación ASG.
A continuación, se aplica un factor de ajuste por los tratados de 0,85-1 a los pilares E, S, G basado en la ratificación por los países de tratados clave. En la fase de exclusiones se excluyen los países en situación de conflicto, según la definición del Programa de datos sobre conflictos de Uppsala (Afganistán, Bielorrusia, República Centroafricana, Etiopía, Libia, Malí, Myanmar, Rusia, Somalia, Sudán del Sur, Siria, Ucrania, Yemen) y según la lista de países excluidos de la Asociación Suiza para Inversores Responsables (SVVK).
Los tres pilares y la matriz resultante
El pilar medioambiental, que agrupa 27 indicadores en torno a cuatro cuestiones claves, tiene un peso del 30% en la nota final. La misma ponderación tiene el pilar social, con 35 indicadores, mientras que el de buen gobierno pesa un 40%, con 16 indicadores sobre cinco cuestiones clave.
El resultado es una matriz de sostenibilidad en la que se relaciona el PIB per cápita con la puntuación ASG ajustada. Daniel Wild, subraya que esta matriz puede ser de utilidad para “los inversores que se están planteando invertir en determinados países porque además incorpora la evaluación de la tendencia a tres años (con un punto rojo si empeora o verde, si mejora)”.
Además, permite hacer un análisis de los países outliers respecto a su nivel de renta. Por ejemplo EE.UU. no puntúa tan bien tras el ajuste, ya que el rendimiento medioambiental es un lastre con emisiones elevadas, estrés hídrico y déficit de biocapacidad como puntos débiles. Otro outlier sería Cabo Verde, que, a pesar de su nivel de renta, se beneficia del ajuste por su estabilidad, buen gobierno y bajas controversias.
En cuanto a España, si se compara con países similares en renta, como los bálticos, se ve penalizada por su nivel de desempleo, por la dependencia de la tercera edad, así como por las proyecciones de estrés hídrico y de pérdidas por fenómenos meteorológicos extremos.