Max Ramirez, responsable para EMEA de Alternatives Capital Markets & Strategy en Goldman Sachs, señala que los fondos de private equity que están empezando a captar fondos podrían beneficiarse de un entorno de revalorización.
La actividad de los fondos de private equity se ha estancado en los dos últimos años, después de un 2021 de mayor actividad en los mercados privados de la historia. En su visita a Madrid, Max Ramirez, responsable para EMEA de Alternatives Capital Markets & Strategy en Goldman Sachs, explicó que, desde el primer trimestre de 2022, cuatro de las formas de aportar valor en estos mercados han empeorado: repunte de la inflación, el coste de la deuda ha aumentado, deterioro del crecimiento económico y caída de los múltiplos de salida.
Esto se ha traducido en una caída de la actividad en el private equity. “La mayoría de las gestoras (GP) del mundo dividen el mundo en dos”, señala Ramírez: las que están invertidas y miran a las compañías en cartera que no quieren vender ya que piensan que hay tiempo para que se recuperen sus valoraciones; y las que quieren invertir pero que consideran que los precios deben bajar considerando que también hay tiempo. Es decir, los propietarios se han centrado en proteger el valor de sus carteras, mientras que los compradores han esperado que las valoraciones bajaran.
Necesidad de proporcionar liquidez
El primero de los mundos deriva en una reducción de la actividad de salida, “lo que significa que muchos fondos de private equity han retrasado la devolución de capital a los inversores o LP”, explica Ramírez. Para reducir el diferencial entre la oferta y la demanda, “en los últimos dos años, los GP han recurrido a otras soluciones para proporcionar liquidez a los LP, incluidos los vehículos de continuación y el mercado secundario, donde hemos visto oportunidades atractivas (por ejemplo, descuentos de hasta el 20%)”, añade.
Con el dry powder en máximos históricos, los GP se ven cada vez más presionados para devolver capital a los LP. “Estamos empezando a ver cómo se reajustan las valoraciones para cerrar operaciones”, señala Ramírez. Esto puede dibujar un escenario favorable para los próximos años ya que “es probable que los fondos de private equity que están empezando a captar fondos puedan beneficiarse de un entorno de revalorización”, explica.
Año de la deuda privada
2023 ha sido el año de la deuda privada. En este tipo de activo no hay posibilidad de alargar los plazos esperando una valoración más favorable para entrar, sino que “hay un nivel de actividad que tiene que ocurrir. La oportunidad de dar crédito es hoy”, explica Ramírez.
Sin embargo, defiende que los inversores que hayan invertido en crédito privado en 2023 consideren la posibilidad de pivotar hacia private equity en 2024 para beneficiarse del entorno de revalorización a largo plazo que se empezaría a dibujar.
Desde Goldman Sachs mantienen el foco en estrategias de creación de valor y mejora operativa para seguir generando rentabilidad en el actual entorno de menor crecimiento, mayor inflación y mayor coste de la deuda. “El valor probablemente procederá del crecimiento de los beneficios más que de la expansión de los múltiplos”, explican.