2024 se está alzando como el año de estar preparados para girar y redefinir las expectativas macroeconómicas y geopolíticas. Ni hemos visto el camino de relajación de política monetaria típico que se vaticinaba en enero ni el evento geopolítico del año, las elecciones estadounidenses, promete ser un camino directo. “Típicamente los debates electorales no son relevantes, pero el de principios de septiembre ha sido relevante para consolidar la nueva realidad: que la carrera electoral está reñida”, afirma Elliot Hentov, responsable de Macro Policy Research de State Street Global Advisors.
Hentov habló ante clientes en una reciente visita a Madrid, poco después del primer cara a cara entre Kamala Harris y Donald Trump. “Hasta junio el Trump trade funcionó muy bien, pero tras el debate las probabilidades de ambos candidatos se han reajustado”, concluye. En una primera lectura esa falta de ganador claro podría parecer que trae mayor volatilidad, pero para Hentov en realidad las perspectivas para el inversor han mejorado.
“Lo que se ha eliminado son los escenarios extremos. Tanto en un bando u otro. Ahora el escenario más probable es que tendremos un gobierno estadounidense dividido, que un partido controlará la cámara y el otro, el senado. Para el inversor esto es algo positivo porque significa continuidad, que no veremos grandes cambios legislativos”, explica.
Qué suele pasar con la renta variable estadounidense
Como vemos en el gráfico que comparte Hentov, en las últimas semanas ha aumentado la probabilidad de que los demócratas controlen el Senado y la presidencia mientras que los republicanos la cámara. Con este resultado, la previsión de la gestora es que esto será bajista para el dólar, neutral para los bonos y desencadenaría un “relief rally”, un rally de alivio. Pero es que también se daría si los republicanos se alzasen con la presidencia y los demócratas con el senado.
Con los demócratas volviendo a tener una posibilidad real de mantener la presidencia, un punto interesante en el que fijarse es qué pasa cuando se reelige al partido que gobierna. Según los números de Hentov, en la media histórica, es positivo para el S&P 500. “Tiene sentido. Las elecciones importan porque es un reflejo del estado de la economía nacional. Si se reelige al presidente, o en este caso al mismo partido, es una señal del electorado que no hay un descontento generalizado”, analiza Hentov.
En cuanto al impacto sectorial, el experto señala algunas diferencias según la victoria de un partido u otro, pero se dan principalmente en aquellos sectores históricamente sensibles a la regulación. Un buen ejemplo es el sector financiero, una victoria de Trump en la presidencia, aunque no controle el Congreso, sería positivo desde el punto de vista fiscal, según State Street Global Advisors. Por el contrario, con Harris en la presidencia tanto las financieras como el sector tecnológico estará bajo presión en materia de impuestos.
¿Y los tipos de interés?
Por supuesto, no sería un repaso a la situación geopolítica sin hablar de los tipos de interés. “En la vida de un economista uno siempre se acuerda de dónde está cuando la Reserva Federal pivota su política monetaria”, reconoce Hentov. ¿Y en qué punto cree el experto que nos encontramos ahora? Desde principios de año su escenario base era que veríamos tres bajadas de tipos en 2024. Lo que en enero era una previsión pesimista hoy es la opinión del consenso.
Hentov cita dos razones para prever una Fed activa con los recortes. Una es el hecho de que los tipos estadounidenses están por encima de lo que se considera el nivel neutral. Es decir, que la política monetaria actual en EEUU es restrictiva. Concretamente, calcula que está 150 puntos básicos por encima de neutral. Dos, que la inflación se está relajando.
Aunque el mercado laboral aún está ajustado y hay presión salarial, el experto cree que los factores necesarios para un aterrizaje suave de la economía siguen ahí. “El desempleo está bajando, pero porque la fuerza laboral está creciendo. La población está volviendo al mercado laboral”, explica. Además, no ve aun señales de una destrucción generalizada de empleo como sí se da en otras recesiones más profundas.