Algunas ideas para construir la cartera de un fondo desde un prisma diferente y con una verdadera vocación de largo plazo

Carretera
Foto: Gravitywave, Flickr, Creative Commons

El economista alemán Max Roser realizó un experimento en el que se preguntaba: ¿en qué se centraría un periódico que se publicase cada 50 años? Desde luego no sería en nada relacionado con temas macroeconómicos como la inflación o los tipos de interés. Para Roser, estaría centrado en los grandes cambios estructurales que hubiesen afectado al mundo durante esos años (como es el caso de la drástica caída de la mortalidad infantil a nivel global). Siguiendo esta línea, el equipo de la estrategia de Baillie Gifford en Estados Unidos ha decidido publicar un documento con carácter anual, llamado The Long View, en el que explica cómo analizar cuáles serán los catalizadores que afectarán a la inversión durante la próxima década.

Uno de ellos ha sido y seguirá siendo la Ley de Moore, que afirma que la capacidad computacional se duplica cada 18 meses, y que se puede observar, por ejemplo, en que la capacidad del iPhone 13, que se lanzó en 2021, es 147 veces más potente que el iPhone 4S de 2012. Es difícil predecir qué pasará en 2032, pero está claro que el incremento en la próxima década de más de 100 veces en la capacidad computacional transformará el futuro a límites inimaginables con nuestra mentalidad actual.

Tal y como explican desde Baillie Gifford, para poder hacer este ejercicio hay que tener una mentalidad abierta, y aunque en la gestora saben que no se puede predecir el futuro, están dispuestos a explorar cómo puede ser. “Solo con esa actitud se pueden identificar los grandes ganadores del futuro que ofrecen esa asimetría de resultados a la hora de invertir en renta variable”. Pero… ¿cuáles serían algunas de esas grandes historias de inversión a largo plazo que identifican en la entidad?

Disrupción en la industria del entretenimiento, la lucha por el tiempo libre

La industria del entretenimiento está experimentando un cambio estructural muy importante. Las nuevas generaciones han perdido el interés en las instituciones sociales offline más tradicionales como clubs deportivos, organizaciones religiosas o asociaciones culturales. Este nuevo entorno se traduce en que la población tiene más tiempo libre, y quieren rellenar ese tiempo con nuevas alternativas. Como consecuencia de esta situación y en busca de ofrecer nuevas opciones, compañías como Amazon han comprado los estudios de la Metro-Goldwyn-Mayer por 8.500 millones de dólares, o Spotify ha entrado en el mundo de los audiolibros.

Según explica Robert Wilson, gestor del Baillie Gifford Long Term Global Growth, fondo con Rating FundsPeople 2022, esta disrupción crea nuevas oportunidades de inversión, y no sólo en los creadores de contenido y los distribuidores (como Bytedance), sino también las compañías que ofrecen la tecnología para que todo este proceso se lleve a cabo (como el procesador de unidades gráficas NVIDIA o el desarrollador de entornos 3D Epic Games). Pone los ejemplos de Netflix y TikTok.

“Aunque son compañías totalmente distintas, al final compiten por ese mismo tiempo libre de los consumidores. Es sorprendente el dato estimado de minutos consumidos en 2021 de ambas: 9,6 billones para Netflix versus los 22,6 billones de TikTok”. Wilson también habla sobre el metaverso. Es un concepto todavía muy incipiente, pero donde se están viendo grandes avances en la tecnología de realidad virtual y realidad aumentada. “Todo este proceso está fomentando la creatividad de la industria”, subraya.

La economía descarbonizada, respaldando a los proveedores de soluciones para el cambio climático

La energía solar y eólica no sólo es más limpia que el combustible fósil, sino que además también es ya más barata. En el caso de la energía solar, la capacidad instalada mundial ha doblado cada 20 meses desde el 2004. Y, a su vez, los costes del equipamiento se han reducido en un 20% cada 20 meses desde 2004. Ya hemos alcanzado el punto en el que la producción solar sin subsidios es más barata que la generada por carbón. La eólica offshore, a pesar de ser más cara de construir y mantener, ofrece mayor velocidad de viento, la capacidad de instalar mayores turbinas que por lo tanto producen más energía (en parte gracias a la falta de límites de tamaño), y evitar quejas por la contaminación visual. 

Para tratar de atisbar cómo puede ser el mundo tras completar la transición energética hacia las renovables, Paulina McPadden pone el ejemplo de las más de 500 microturbinas eólicas instaladas en las Islas Orcadas (en el norte de Escocia) y el de Hornsea One de Orsted, a 75 millas de la costa este de Inglaterra, donde sus turbinas (que son el doble de altas de las que estamos acostumbrados a ver en tierra firme) producen energía para servir a más de un millón de hogares. Y de cómo cada vez más empresas firman PPAs (Power Purchasing Agreements) con operadores de renovables para evitar la volatilidad del mercado mayorista; como es el caso del PPA firmado por Tesco en el noreste de Escocia para los próximos 13 años.

De acuerdo con la experta, para que esta transición sea una realidad es crítico el desarrollo de nuevos sistemas de almacenamiento. En esta área analiza el ejemplo de la empresa francesa Neoen y su proyecto en el estado de Victoria (Australia), gracias a los productos de empresas como CATL, LG Energy o Northvolt. Aunque en un estado más inicial, también pone el ejemplo de casos como las compañías ITM Power o Nel en hidrógeno verde, o Climeworks en la captura del dióxido de carbono de la atmósfera. “Hacen mirar al futuro con ilusión”, afirma.

Comercio electrónico en China, encabezando el área de compras de teléfonos inteligentes

La industria del e-commerce en China se ha desarrollado mucho más rápido que la del mundo occidental. Ha estado centrada en los smartphones desde el principio. “Los hábitos de consumo en el país son muy diferentes a lo que inicialmente podríamos pensar, por lo que no se deberían de valorar con nuestro prisma (por ejemplo, la aplicación Taobao de Alibaba que ofrece sesiones en vivo de preventa en las que hay que pagar un depósito para asegurar los artículos, y cuyos descuentos que ofrecen posteriormente son totalmente al azar; o la opcionalidad de Douyin/TikTok de también poder realizar compras online)”, señalan.

Otra de las tendencias crecientes en china es la compra social, donde los consumidores se agrupan para conseguir descuentos directamente de los fabricantes. “En el caso de Pinduoduo (donde Baillie Gifford es el mayor accionista) el vendedor/agricultor se beneficia de las economías de escala y elimina a los intermediarios de la cadena de valor. En consecuencia, el consumidor obtiene mejores precios. Esta aplicación inicialmente buscaba penetrar en las ciudades más pequeñas del país, pero hoy en día tiene presencia nacional. Tiene ya más de 750 millones de usuarios activos mensuales (más del 50% de la población total)”.

Cuando hay un producto que le interesa al consumidor, tiene dos opciones. Puede comprarlo inmediatamente. O puede montar un grupo para obtener un descuento de entre el 20% y el 40% sobre el total. Tienes 24 horas para juntar ese grupo, cuyo mínimo en el pasado era de 10 usuarios, pero que hoy ya se ha reducido. Incluso el propio Pinduoduo hace la búsqueda por el consumidor, haciendo que el índice de éxito sea muy elevado. “Este sistema hace que familiares y amigos monten grupos para impulsar sus compras. Así, gracias a las recomendaciones personalizadas de la aplicación, muchos usuarios han dejado ya de usar los mercados tradicionales”.

Pero la aplicación china más popular, WeChat de Tencent, cuenta ya con 1.200 millones de usuarios activos. No hay realmente un comparable similar occidental. Gracias a esta app, los retailers crean tiendas digitales que replican las físicas. A través de sus cuentas WeCom envían promociones e invitan a sesiones en vivo, pudiendo reservar y pagar los productos con WeChat Pay.

Por último, está el livestreaming. Es otra área donde la gestora aprecia gran potencial. Aquí, presentadores famosos pueden atraer a millones de seguidores y generar ventas. Se estiman 520.000 millones de dólares para este año. En tres años ha alcanzado el mismo volumen transaccionado que el e-commerce tradicional tardó en conseguir en una década. “China ha sido pionera en estas nuevas tendencias, por lo que es clave para entender el futuro del comercio”.

Instituciones académicas, nuevas ideas que dan sus frutos

En 1949, durante la Guerra Fria, la Unión Soviética detonó su primera bomba nuclear. En menos de tres semanas expertos británicos y americanos fueron capaces de descubrir en qué remota región de Kazajistán había ocurrido. Y la fecha y hora exactas de la detonación. Todo ello fue gracias al trabajo conjunto de un grupo de expertos de diversos campos: meteorólogos, matemáticos, químicos, desarrolladores y hasta pilotos.

Uno de esos expertos en química nuclear, George Cowan, fundó en 1984 el Santa Fe Institute en Nuevo México. Es una entidad con la que colabora Baillie Gifford, bajo el convencimiento del valor que tienen las investigaciones conjuntas de equipos multidisciplinares. El objetivo de Cowan era crear una comunidad de académicos que estuviesen centrados en intentar resolver la mayoría de los problemas más importantes de la sociedad. Estos iban desde el funcionamiento del cerebro humano hasta el cambio climático, pero siempre desde ese enfoque multidisciplinar.

Uno de sus trabajos se ha centrado en cómo las compañías y tecnologías son dominantes gracias a los rendimientos crecientes de las ventajas competitivas y al efecto multiplicador de red. Y a como las pequeñas compañías pueden ganar esa ventaja competitiva en fases muy iniciales de su ciclo de vida. “Gracias a sus estudios como gestores hemos podido valorar con un ángulo distinto al consenso de mercado el potencial de empresas como MercadoLibre (líder en Latinoamérica en e-commerce, donde Baillie Gifford es el mayor accionista) o Tesla (donde fueron el segundo mayor accionista por detrás de Elon Musk desde el 2012 hasta el año pasado), invirtiendo en fases muy iniciales de ambas compañías.

“El caso de Santa Fe es un ejemplo de los más de 30 acuerdos que Baillie Gifford tiene con instituciones educativas. Estos acuerdos nos permiten mantener el flujo de nuevas ideas a la hora de invertir. Otros ejemplos son los acuerdos con The Interuniversity Microelectronics Centre en Bélgica para los estudios sobre semiconductores, The China-UK Low Carbon College en Shanghai sobre una economía cero en carbono o James Hutton Institute sobre el uso de la tierra y la agricultura ecológica. Gracias a todo esto evitamos las opiniones de consenso de los bancos de inversión. No usamos los informes del sell side. Es algo que nos permite ver el mundo con otros ojos”, concluyen.