Apretada agenda de bancos centrales en diciembre: qué espera el mercado y qué podría suceder en realidad

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Xelcise, Flickr, Creative Commons

Las dos próximas semanas prometen ser intensas para los inversores. Para empezar, este jueves es la reunión mensual del BCE, y en ella se espera que Mario Draghi se pronuncie sobre el formato actual del QE, después de haber insinuado en la reunión de octubre que podría ampliarse la duración o la cuantía de las compras si fuera necesario para mejorar el nivel de la inflación en la zona euro. 

“En las semanas recientes, muchos miembros del consejo, incluyendo a Mario Draghi y a Peter Praet, subrayaron una vez más sus preocupaciones sobre el débil crecimiento económico en los mercados emergentes y el momento de crecimiento relativamente lento de crecimiento económico e inflación en la zona euro a pesar de los estímulos monetarios y el bajo precio de la energía. Es probable que esto sea reflejado en las nuevas proyecciones macro”, indican desde Allianz Global Investors. 

Los expertos de la firma advierten de que “el peligro de una pérdida de credibilidad, que sería asociada con un fallo prolongado del objetivo de inflación del 2% para la estabilidad de precios del BCE, parece haber ganado gran significancia para los banqueros centrales”. Estos recuerdan asimismo que “las expectativas del mercado son altas”, en referencia a que ya se está dando por hecho que tarde o temprano el BCE anunciará una ronda adicional de QE. En cambio, desde Allianz Global Investors advierten de que “algo menos que un doble golpe – consistente en una reducción en la ya negativa tasa de la facilidad de depósito de al menos 10 puntos básicos y un incremento de al menos 10.000 millones en las compras mensuales- probablemente sería interpretado por los participantes de mercado como una amarga decepción”. 

Los expertos del equipo multiactivo de Pioneer Investments también tienen presente el riesgo de que se cometa un error de política monetaria, aunque en su caso consideran que puede contribuir a ello la falta de sincronía entre bancos centrales. Así, añaden al posible mensaje “dovish” del BCE los recientes recortes en los tipos de interés y el ratio de reservas bancarias del Banco Popular de China, e indican que el Banco de Japón, aunque ha mantenido el ritmo actual de su propio QE, ha pospuesto su objetivo del 2% de inflación hasta el segundo semestre del año fiscal 2016. 

A todo esto se ha de añadir la posible subida de los tipos de interés en EE.UU. el próximo 16 de diciembre, especialmente después de que las últimas actas de la Fed revelasen claros mensajes de los miembros del Comité del Mercado Abierto (FOMC) en este sentido. Desde Pioneer consideran que este factor, junto con los preparativos en China para elaborar el próximo Plan Quinquenal “son signos de que el proceso de transición múltiple está avanzando a pesar de los obstáculos”. 

La visión de la firma es que “a pesar de todos los riesgos estructurales que siguen en escena – el riesgo de que China descarrile durante la transición, el elevado nivel de apalancamiento especialmente en los emergentes, las dificultades afrontadas por la Fed al construir su estrategia de salida- los motores de una tendencia alcista cíclica siguen estando en escena”. Para los expertos del equipo multiactivo de Pioneer, dichos drivers son las condiciones financieras laxas, los bajos precios del petróleo y la normalización gradual de las políticas fiscales, especialmente en Europa, y consideran que seguirán presentes en 2016. 

El dilema de la Fed

El tercero en advertir sobre la necesidad de ser cuidadosos en los próximos meses es Philippe Waechter, economista jefe de NAM, filial de Natixis Global AM. El experto muestra su preocupación por la caída del comercio internacional y por la ausencia de una locomotora crecimiento a nivel global: “Una consecuencia inmediata es que no se puede esperar un impulso fuerte ni duradero del exterior. Esto es problemático para los países desarrollados, porque Europa no puede esperar un entorno económico  más fuerte para converger hacia un perfil de crecimiento más elevado. También es doloroso para los países emergentes”, observa en primer lugar. A esto añade una segunda consecuencia, que “el momento de crecimiento dependerá principalmente de la demanda interna”. Esto implica para Waechter que “con el bajo momento actual en todas partes, las políticas económicas seguirán siendo acomodaticias por un periodo extenso de tiempo”. Es decir, que “cada país o zona tendrá que centrarse en su propia demanda interna para crecer rápidamente”. 

Todas estas razones justifican que el economista no crea que “una subida de tipos de la Fed pueda ser una buena idea en un futuro inmediato”. Con respecto al posible movimiento del BCE, el experto alerta de que posiblemente lo extienda más allá de 2016 y que, entre tanto, las políticas fiscales de cada país “no refrenará a los comportamientos privados”, por lo que concluye que “hay necesidad de más coordinación en políticas económicas”. 
 
Los últimos en hablar son los economistas de UBS AM Joshua McCallum y Gianluca Moretti, que se centran en los datos macro de EE.UU. que está vigilando la Fed para poder tomar una decisión sobre los tipos de interés. En primer lugar se fijan en la tasa de ocupación, uno de los parámetros favoritos de Janet Yellen: “Lo más notable es que ha mejorado casi de la mano con la tasa de desempleo. Por tanto, aquellos que no están buscando trabajo están igualmente ocupados, lo que significa que es improbable que se reenganchen a la fuerza laboral simplemente porque es más fácil conseguir un trabajo. Esto significa que la baja tasa de desempleo es en realidad un buen indicador del ajuste del mercado laboral”. 

Con respecto a los salarios, que aún no han subido bastante como para generar inflación, los economistas recuerdan que “siempre ha habido un retraso bastante grande entre un mercado laboral ajustado y los salarios”. Es decir, que “los salarios tienden a ajustarse sólo una vez que ha pasado un año, por lo que muchos de los incrementos entre medias proceden de la gente que se cambia de trabajo, pero no es realmente suficiente para cambiar mucho la media”.  

Por todo esto, McCallum y Moretti opinan que “aunque para los banqueros centrales estaría bien si pudieran esperar hasta que fueran evidentes la inflación y el crecimiento de los salarios, eso significaría que llegarían muy tarde”. Además, estudiando el comportamiento histórico de la Fed, los dos economistas concluyen que nunca se ha comportado de esta forma: "En los últimos tres ciclos de subidas, la Fed empezó a subir tipos un año antes de que los salarios empezaran a subir”.