A pesar de estar bien aclarada, la reacción del mercado ante la paulatina disminución futura de los impulsos monetarios por parte de la FED fue probablemente, en opinión del grupo BBVA, una sobre-reacción, ya que así lo muestran las cesiones a la baja de los tipos tanto a corto como a largo. Aún así supone un proceso de recomposición de las carteras ante el fin de una abundante liquidez y de una demanda extra de bonos que contenía los tipos bajos, acercándonos a un ciclo de normalización de las condiciones financieras, con tasas más altas y una menor demanda de activos de riesgo.
Aunque en las buenas condiciones de financiación exterior hayan revertido en la actualidad, el informe es optimista, a pesar de remarcar que la volatilidad perdurará. Los datos recientes de flujos muestran una moderación de las salidas, las cuales eran principalmente del inversor a corto plazo. Si el ciclo económico global tiende a mejorar con un menor soporte de la liquidez por parte de los bancos centrales, las economías emergentes han construido buenos fundamentales y tienen ventajas competitivas frente a las desarrolladas, siendo mejor su ratio de solvencia. Además, se espera que se mantenga la inversión extranjera directa (IED) en niveles relativamente elevados.
Brasil fue sin duda, el más afectado tanto por la perspectiva de retirada de estímulos de la FED como por la desaceleración del crecimiento en China. Su mayor apertura financiera y liquidez, así como la peor situación cíclica vivida en el país debido a la ralentización del crecimiento y un repunte de la inflación, hicieron que el país sufriera más que el resto.
Perspectivas de crecimiento de América Latina
La revisión que refleja el informe es de un crecimiento esperado para el 2013 del 2,7% y del 3,2% en 2014. Esta reducción está explicada principalmente en la sector exterior y la demanda interna, a pesar de seguir siendo esta última el motor de crecimiento de estas economías, debiéndose su desaceleración al deterioro de los indicadores directos como el de confianza y otros indirectos, como la venta minorista o importaciones.
La economía latinoamericana es cada vez más dependiente del consumo privado de China, es por ello que el saldo externo ha sido uno de los factores más afectados, al ser los términos de intercambio menos favorables para el futuro y esperarse un volumen menor de las exportaciones. Se suma también la influencia que tuvo la moderación del crecimiento del país chino en las materias primas de la región, que junto con la caída del precio de estas, también fue un factor desfavorable para el incremento del saldo exterior.
Aún así, los déficits siguen a niveles sostenibles porque su financiación es principalmente de flujos a largo plazo, especialmente de IED. A parte, el incremento de los saldos externos se ha producido principalmente por un aumento de la inversión que por la caída del ahorro o inversión. Sin embargo, aumenta su vulnerabilidad ante un cambio de sentimiento de los mercados internacionales, al poderse ver complicada su financiación con el deterioro de los flujos de entrada de capital a corto plazo o si continúan deteriorándose los términos de intercambio.
De acuerdo a las previsiones del informe, el crecimiento será heterogéneo, manteniéndose en un rango elevado en Paraguay y Panamá, y algo por debajo en Perú, Colombia y Chile. En México el crecimiento estará próximo al 3% y mejorará en función del crecimiento de EE.UU. Por el lado negativo, la relativa debilidad de Brasil, que pesa sobre el agregado de América Latina, tendrá un promedio de crecimiento del 2,5 en 2013 y 2014.
Inflación, políticas monetarias y tipo de cambio
La inflación seguirá alineada con los objetivos de los bancos centrales, excepto en el caso de Uruguay. Brasil, aunque probablemente haya alcanzado máximo en junio, mantienen presiones inflacionarias, en parte por la fuerte depreciación del tipo de cambio.
Una inflación contenida, un entorno exterior menos favorable, un menor empuje de la demanda interna y la depreciación del tipo de cambio, llevará a los bancos centrales a adoptar un sesgo más laxo, hacia la relajación monetaria, salvo en Brasil, donde incrementaran unos meses más los tipos ante una inflación menos controlada y una moneda más depreciada.