BlackRock apuesta por reasignar parte de la cartera fuera de la Bolsa de EE. UU.

Koesterich
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“El mercado esperaba un gran acuerdo en Estados Unidos sobre el abismo fiscal. En cambio, lo que ha obtenido en última instancia es un acuerdo fiscal insuficiente”. Lo mejor del acuerdo alcanzado la víspera de Año Nuevo, según Russ Koesterich, director de Inversiones de BlackRock, es que es mejor que la alternativa, es decir, que no haya acuerdo. “Si bien los inversores lo aplaudieron el pacto, nadie debe confundir esto con un entorno financiero, fiscal y económico positivo”. Lo ideal para el experto hubiese sido que Washington hubiera creado un programa de impuestos a largo plazo y políticas de estímulo a corto. En su lugar, tenemos lo contrario.

Tal y como explica el responsable de Inversiones de BlackRock en un artículo publicado en el Financial Times, la renuncia a cualquier esfuerzo por estabilizar la deuda nacional eleva el riesgo de una eventual pérdida de confianza internacional en Estados Unidos. “Ni siquiera está claro que este acuerdo sirva de mucho para abordar el déficit”, afirma. Por lo pronto, el hecho de que el país siga arrastrando sus problemas fiscales hace poco probable que la economía crezca más rápido de lo que marcan las actuales estimaciones. “Si el crecimiento económico decepciona, como casi toda seguridad parece que será el caso, los beneficios empresariales estarán por debajo de las expectativas y los déficits por encima”.

En este sentido, Koesterich considera que los inversores se enfrentan al mismo reto de los últimos años: ¿cómo generar rendimientos positivos en un entorno de tipos de interés al 0%? “Mientras que el próximo episodio de la telenovela fiscal de Washington –la falta de claridad sobre el techo de deuda, los inversores deberán luchar contra la tentación de deshacer sus posiciones en renta variable y otros activos de riesgo. Una política caótica ha sido la norma en los últimos tres años. A pesar de la falta de avances, las acciones y los activos de riesgo lo han hecho bien. La razón: gran parte de las malas noticias ya están reflejadas en los precios”, señala. Pero, ¿qué debería hacer el inversor?

Para el experto, en lugar de abandonar completamente los activos de riesgo, los inversores deberían aprovechar los segmentos del mercado que más apoyan el crecimiento económico global y menos expuestos al consumo de Estados Unidos. “En la práctica, esto sugiere reducir la exposición a empresas de pequeña y mediana capitalización y favorecer multinacionales y compañías de gran tamaño que se benefician más cuando el crecimiento mundial se acelera y son menos sensibles a la desaceleración de la economía doméstica”. Para aprovechar esto todavía más, Koesterich apuesta por una reducción de la asignación total al mercado de renta variable estadounidense.

“Durante la mayor parte de los últimos tres años, Estados Unidos ha sido un puerto seguro en la tormenta”. Uno de los motivos ha sido la mejora de la competitividad en el país. Sin embargo, existen más razones. La Bolsa estadounidense se ha beneficiado involuntariamente de la inesperada de las economías emergentes, la crisis existencial de la eurozona y una agresiva política por parte de la Fed. “Hoy en día, las compañías de Estados Unidos todavía cotizan a precios razonables, si bien están caras en comparación con las del resto del mundo. En este sentido, el S&P cotiza con una prima del 40% con respecto a los mercados internacionales sobre la base del precio valor contable”, indica.

Teniendo en cuenta las perspectivas a corto plazo que apuntan a un crecimiento más lento, más volatilidad y enfrentamientos por el techo de deuda, esta prima no estaría justificada. “Dado el cambio en los fundamentos relativos, los inversores deben considerar reasignar una parte de su cartera fuera de Estados Unidos, poniendo la vista sobre los emergentes, las empresas exportadoras europeas y los mercados desarrollados más pequeños, como por ejemplo Australia, Singapur, Hong Kong, Suiza o Canadá. “Estos países cuentan con unos mercados laborales menos dañados y una situación fiscal creíble. Las valoraciones son más atractivas y las estimaciones de beneficios menos propensas a decepcionar”.

En renta fija, por el contrario, Koesterich reconoce que existen pocas gangas, si bien el crédito parece ser relativamente más atractivo, donde cree que el inversor debe poner especial atención a los bonos corporativos de alto rendimiento, los préstamos bancarios y los productos estructurados de crédito. “Washington no ha ofrecido a los inversores un camino de rosas y ahora tienen mejores alternativas que mantener posiciones en liquidez. Los fundamentales mejoran en gran parte del mundo, incluso en Europa parece haber menos miedo que hace un año. Aunque la parálisis política es probable que mantenga alta la volatilidad, dadas las alternativas, todavía puede valer la pena el paseo”.