Pascal Blanqué, director de Inversiones de Amundi, considera que estamos lejos de estar fuera de peligro y los inversores deberían permanecer alerta, ya que los niveles actuales del mercado todavía están descontando un final de la partida “demasiado optimista y demasiado pronto”.
La dicotomía entre la falsa tranquilidad del mercado y el elevado nivel de incertidumbre sobre la extensión de la crisis y sus implicaciones a largo plazo es sorprendente. Es lo que se está empezando a conocer como la gran separación del mercado de la realidad. Según Pascal Blanqué, director de Inversiones de Amundi, estamos lejos de estar fuera de peligro y los inversores deberían permanecer alerta ya que los niveles actuales del mercado todavía están descontando un final de la partida “demasiado optimista y demasiado pronto”. La desconexión entre las esperanzas del mercado y la realidad económica y de la pandemia refuerzan su convicción de que ahora es momento de seguir siendo cautelosos: no perseguir los valores alcistas, sino jugar de forma gradual y selectiva los temas mejor posicionados para el lento camino de la recuperación. En este sentido, el experto señala cinco temas muy importantes a tener en cuenta:
1. Liquidez. En su opinión, es valiosa para gestionar la transición de una fase profunda de la crisis a una recuperación incierta. “Esta crisis ha dejado claro que la liquidez debería ser una métrica clave de la construcción de carteras, a pesar de las recientes señales de mejora. De hecho, la profundidad de la liquidez en los mercados de crédito continúa siendo limitada y más cara que antes del COVID-19. Los inversores deberían mantener algo de liquidez para estrategias defensivas y agresivas, de forma que puedan reposicionarse en algunas áreas de mercado cuando surjan las oportunidades”, afirma.
2. Postura con respecto al crédito con grado de inversión. Blanqué considera que el crédito investment grade debería beneficiarse de las acciones de los bancos centrales y de las oportunidades que podría ofrecer el mercado primario. Sin embargo, alerta, los inversores deberían continuar siendo muy selectivos a nivel de sector y de compañía, centrándose en los buenos balances y negocios que puedan soportar el bloqueo económico.
3. Exposición conservadora al riesgo en renta variable en medio de una nueva revisión del crecimiento de los beneficios por acción. “Cualquier catalizador para la mejora debe proceder de una vacuna o un tratamiento potencial porque solo estos factores podrían desencadenar una recuperación permanente y un cambio positivo en el comportamiento del consumidor”, subraya.
4. Cautela en los mercados emergentes. A la luz de los crecientes riesgos geopolíticos, el experto encuentra oportunidades que conviene ir vigilando tanto en crédito como en renta variable asiática y china, si bien la evolución de la relación China-Estados Unidos es clave, ya que las recientes tensiones podrían descarrilar el sentimiento del mercado. “El mercado crediticio está descontando un aumento agresivo de los defaults, pero los inversores deberían considerar que muchas de las historias más problemáticas ya han descendido hasta niveles de recuperación distressed y algunas incluso se están reestructurando. Los inversores deben identificar aquellas compañías que pueden elaborar con éxito un plan para salir del estado de distressed”.
5. El COVID-19 como acelerador de la creciente importancia de la inversión ESG. “Aunque los criterios E (medioambiental) y G (buen gobierno corporativo) seguirán ocupando un lugar destacado en la lista de prioridades, el enfoque social hacia una mayor igualdad social, el trato justo a los empleados y el cuidado de su salud apuntalarán el creciente dominio del componente S. Habrá un mayor escrutinio de cómo actúan las empresas en interés de todas las partes implicadas y de la comunidad. Esto se traducirá en un mayor impacto en los precios de las acciones de algunos factores de riesgo ESG, lo que proporcionará oportunidades para los gestores activos, tanto en el segmento de la renta variable, como de bonos”, concluye.