Cinco temas macro para invertir en renta fija los próximos tres años

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Rosa Nunes, Flickr, Creative Commons

El final de la barra libre de liquidez está planteando numerosos desafíos a los inversores en renta fija. Por el momento, las respuestas más populares a este desafío se están centrando en la reducción del riesgo de duración, la apuesta por renta fija flexible o la búsqueda de fuentes alternativas de rentas. Lo cierto es que el escenario está muy abierto, y así lo reconocen desde Amundi Eric Brard (responsable de renta fija), Laurent Crosnier (responsable de renta fija global y director de inversiones de la sede londinense de Amundi) y Myles Bradshaw (responsable de Global Aggregate).

El fin del dinero gratis hace pensar a este trío de expertos que “la asignación a renta fija sigue siendo clave para diversificar la exposición general al riesgo en una cartera equilibrada, especialmente en un momento de volatilidad al alza”, pero con un matiz: “Es hora que los inversores repiensen sus acercamientos a la inversión, para poder afrontar los posibles escenarios que están por venir”.

El escenario base de los expertos es que se mantiene la fortaleza del crecimiento, con subidas graduales y sanas de los tipos de interés; calculan al menos otras dos subidas de la Reserva Federal en el año, pero no descartan que haya más si se mantiene la presión sobre la inflación. Este escenario base también prevé que el BCE termine su programa PSPP en el último trimestre de 2018, aunque mantenga su postura acomodaticia, y que el Banco de Japón (BoJ) “probablemente eleve su objetivo sobre el bono a diez años, haciéndolo proporcional al nivel global de los rendimientos”, para después empezar a dar marcha atrás en su política de tipos negativos. Además, esperan que el Banco de Inglaterra (BoE) ejecute otra subida de tipos este año.  Los expertos aseveran que “será un entorno difícil para la deuda soberana core pero, como consecuencia de un entorno de fuerte crecimiento, un entorno aún constructivo para el crédito”.

Brard, Crosnier y Bradshaw también advierten que la actuación de los bancos centrales no será sincronizada, al encontrarse las economías en distintas fases del ciclo, por lo que la divergencia continuará. Como resultado, anticipan que los bonos soberanos europeos serán más vulnerables que los estadounidenses, donde ya ha empezado el proceso de revalorización. En la parte de crédito, indican que “se tienen que considerar diferentes niveles de endeudamiento corporativo – estando EE.UU. más apalancado que Europa- en un contexto de diferenciales de crédito ajustados”. Esto supone que “la selección a nivel sectorial y por empresas se volverá cada vez más importante”.

La tercera recomendación del trío de expertos es que los inversores deberían considerar la posibilidad de que surjan dos escenarios alternativos: o bien “la extensión del ciclo empresarial en EE.UU., gracias al impulso fiscal”, un contexto beneficioso tanto para el crédito como para la Fed, que podría gestionar las subidas de tipos con mayor suavidad; o bien, “una aceleración de la inflación”, ya sea por sobrecalentamiento de la economía o por incremento del riesgo político, que obligaría a la Fed a ser más agresiva. En el segundo caso se podría desencadenar un escenario risk off en el que “se penalizase a las compañías más endeudadas y se pusiera bajo una presión severa a la deuda soberana estadounidense, especialmente los vencimientos de corta duración”.

Para los representantes de Amundi, estos nuevos tiempos pueden poner a prueba “un acercamiento más tradicional de asignación estática, que se ha beneficiado de un largo periodo de caída de los rendimientos”. Por ejemplo, indican que, pese a que un contexto de subidas de tipos y rendimientos al alza sería netamente negativo para la renta fija, en realidad puede tener impactos muy diferentes según los sectores y los mercados, y dependerá del ritmo de las subidas.

La respuesta que proponen Brard, Crosnier y Bradshaw es la construcción de una cartera resistente con asignaciones a deuda core “para navegar los posibles escenarios futuros y explotar las múltiples fuentes de alfa, convirtiendo desafíos potenciales en oportunidades”. La clave del éxito de esta cartera será una correcta evaluación de cinco grandes temas macro que han identificado los expertos, y que exponen a continuación:

  1. El final del dinero fácil, que abrirá diferentes escenarios, con distintas implicaciones en distintos mercados. “Los inversores activos podrían jugar al diferencial, a los movimientos en la curva de tipos y con las divisas, dado el final del dinero fácil y las acciones de los bancos centrales”, comentan los expertos.
  2. Afrontar los tipos al alza: la respuesta que da Amundi es una gestión táctica de la duración, junto con la implementación de estrategias de valor relativo entre curvas de rendimientos y dentro de la propia curva. “Serán más relevantes a medida que suban los tipos, en un momento en que la duración del mercado está en máximos históricos”, afirman los expertos.
  3. Exprimir los mercados maduros: los expertos indican que “la selección de bonos corporativos marcará la diferencia a medida que vayan madurando los mercados de crédito, pues los diferenciales ya están bastante ajustados en general”. También recomiendan buscar fuentes de rentas en múltiples sectores – incluyendo emergentes- con un acercamiento dinámico. Dentro de los mercados desarrollados, Amundi está positiva en deuda financiera europea, al considerar que “las valoraciones son relativamente atractivas y que es probable que mejore la calidad del crédito, a medida que el fortalecimiento de la economía impulse el crecimiento de los préstamos y de los márgenes, al tiempo que se reduce la morosidad”.
  4. Riesgo de liquidez. El trío de expertos piensa que la gestión de este riesgo “debería estar al frente de las prioridades de los inversores en este nuevo entorno de inversión”. Advierten que las condiciones de liquidez podrían empeorar, a medida que los bancos centrales vayan reduciendo sus balances. El consejo que dan consiste en explotar las oportunidades que surjan en liquidez, pero manteniendo un colchón de efectivo suficiente mediante asignaciones tácticas en deuda soberana, o poniendo énfasis en estrategias sobre activos muy líquidos.
  5. Buscar fuentes adicionales de diversificación. Los expertos aconsejan reducir el riesgo de concentración mediante la inversión en nuevos segmentos de mercado que estén poco correlacionados con las clases de activos tradicionales, como por ejemplo invirtiendo en deuda privada.