Claves para entender la situación actual en Argentina

16316355281_c29868772a
Mauricio Macri, Flickr, Creative Commons

La agitación económica ha vuelto a Argentina. Después de aplicar una drástica subida de los tipos de interés al 40%, el gobierno de Mauricio Macri ha solicitado ayuda financiera al FMI para afrontar la fuerte devaluación del peso de las últimas semanas. ¿Cómo ha llegado a esta situación un país que hasta hace poco ha sido uno de los favoritos de los inversores en activos emergentes? Hagamos flashback.

“Durante los dos últimos meses, el peso argentino se ha vuelto sobrevalorado en términos reales, después de los grandes flujos de entrada de inversores extranjeros de 2017. Estos flujos causaron que el tipo de cambio nominal se depreciara mucho menos que la inflación”, explica Claudia Calich, gestora de M&G Investments. Sin embargo, la gestora afirma que el detonante de la situación actual se produjo a finales de 2017, cuando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) “cometió un error de política monetaria, al elevar el objetivo de inflación de 2018 del 10% al 15%”.

En enero, el banco recortó los tipos, y este movimiento minó su credibilidad. La situación no quedó ahí: “Otro error fue el anuncio de un impuesto del 5% sobre las inversiones en bonos argentinos en pesos, que tuvo impacto sobre inversores locales y extranjeros y llevó a una reducción de las posiciones en estos bonos”. Al añadir una sorpresa de la inflación al alza y el refortalecimiento del dólar, el resultado ha sido una fuerte presión sobre el peso argentino, que ha obligado a una subida de tipos de urgencia. Calich afirma que, tras la aplicación de esta medida, “las autoridades monetarias ahora sí tendrán éxito al ralentizar la depreciación de la divisa de aquí en adelante”.

La devaluación del peso ha contribuido a ensanchar hasta el 5% el déficit por cuenta corriente de Argentina, aunque la gestora espera que vuelva a reducirse a medida que la divisa se dirija a su tasa de equilibrio, que sitúa en torno a los 24-26 pesos por dólar para finales de año. Calich espera que la economía se ralentice como resultado del ajuste monetario y fiscal (también se anunció un ajuste del 0,5% sobre el déficit fiscal), dando como resultado una inflación más elevada para 2018 y 2019 y menor crecimiento. La gestora concluye que la situación no parece de impago, sino como “una revalorización del riesgo argentino”.

Stéphane Monier, Jefe de Inversiones de Lombard Odier, recuerda que “fue Macri quien dio luz verde al banco central para comenzar a enfocarse en la inflación y el gobierno se movilizó para hacer flotar el peso argentino, recortar las ayudas en energía y transporte, acabar con muchas tasas de exportación, imponer objetivos de endeudamiento público y reabrir el acceso argentino al crédito externo”. El experto indica que de momento la crisis se está limitando a los errores de política monetaria, sin desplazarse al terreno fiscal, aunque afirma que “los inversores ahora necesitan garantías de que se acerca un paquete de medidas para la consolidación fiscal”. El experto considera positivo que el Ministerio de Hacienda argentino anunciase el 4 de mayo su intención de estar totalmente coordinado con el banco central.

Sobre las decisiones del BCRA, Monier es conciso: “Los inversores han observado con incredulidad como el banco central ha gastado 6.900 millones de dólares de sus reservas de divisas, en un esfuerzo por respaldar al peso, que se ha convertido en la moneda con peor rendimiento de los mercados emergentes en lo que va de año. Esto equivale a una cifra que ronda el 10% de sus reservas internacionales totales, algo claramente insostenible”, resume. A un tiempo, el experto cree que la subida de tipos al 40% podría ser insuficiente, “ya que el peso ha ampliado su caída en más del 10% desde la primera intervención del banco central a principios de marzo, lo que conlleva una disminución total del 17% en este año”.

Paul Greer, Assistant Portfolio Manager de Fidelity, centra su análisis en el reciente encarecimiento del dólar después de meses de debilidad, junto con la reciente llegada del treasury a diez años al nivel del 3%, provocando que los inversores vuelvan a prestar atención a los diferenciales de tipos y el posicionamiento. “Estos dos factores han sido largamente ignorados durante los últimos seis meses, pero siguen estando fuertemente a favor del dólar, incluso después de su rally reciente”, afirma.

La visión de Fidelity es que “el dólar ha cruzado el Rubicón en las últimas semanas, y ahora está preparado para subir más”. Combinado con las subidas de tipos de la Fed, el menor momento del crecimiento global y factores estacionales, Greer constata los flujos de salida desde emergentes, poniendo a sus divisas bajo presión y provocando un ensanchamiento de los diferenciales. “Los emergentes no son inmunes a shocks exógenos, particularmente en un entorno de subida de los costes de financiación en EE.UU., disputas sobre el comercio global y valoraciones elevadas”, resume. A esto se suma “el fuerte deterioro fiscal en países líderes como China y Brasil, combinado con incertidumbre electoral en los emergentes en los próximos meses”.  

Qué supone la intervención del FMI

Edwin Gutiérrez, director de deuda soberana emergente en Aberdeen Standard Investments, espera que la negociación con el FMI sea fructífera, “dado que Argentina tiene tecnócratas agradables para el mercado”. Esta negociación “debería materializarse en algún tipo de línea de contingencia en caso de que Argentina no pueda obtener acceso al mercado”.

Paralelamente, anticipa que el FMI “probablemente insistirá en la reforma laboral, que es algo que los argentinos realmente ya han puesto sobre la mesa, pero hasta ahora ha progresado poco”, y que quizá pida “un ritmo más rápido de consolidación fiscal para reducir la futura emisión de Argentina, que es algo que ha lastrado al mercado”.

Gregorio Saichin, director de inversiones global de deuda emergente de Allianz GI, recuerda la mala prensa que tiene el FMI en Argentina desde el impago de 2001, por lo que sugiere que la petición de ayuda del gobierno de Macri “implica un coste político”… aunque aclara que la acción no es negativa per se: “Después de haber agotado las herramientas de política monetaria e intervenciones verbales, un prestamista de última hora puede tener impacto sobre el shock de confianza, para normalizar la situación”.

Saichin cree que Macri dispone de “un año para estabilizar la situación antes de que se presente a un segundo mandato en las elecciones de 2019”. Entre tanto, descarta “una reducción significativa de los déficits del régimen de pensiones hasta el próximo ciclo presidencial (a no ser que lo exija el FMI antes de concederles la línea de crédito)”.