Brian Kennedy, gestor y estratega del equipo de renta fija flexible de Loomis Sayles, gestora afiliada a NGAM, defiende la utilidad de los bonos en las carteras. "Siempre va a haber necesidad de rentas, y la renta fija es la mejor manera para conseguirlo"
Brian Kennedy es gestor y estratega del equipo de renta fija flexible de Loomis Sayles & Company. En un momento tan particular para esta clase de activo como es el actual, lo que Kennedy ofrece se puede encasillar bajo la etiqueta “renta fija flexible”, es decir, la inversión en distintas clases de activo dentro de este vasto universo. En particular, Kennedy prefiere bucear en el “papel” que ofrece mayor correlación con la renta variable. El fondo estrella con esta estrategia de es el Loomis Sayles Multisector Income, distribuido en España por Natixis Global Asset Management.
Kennedy entiende la renta fija flexible a través de un acercamiento de retorno absoluto, pero vigilando la generación de rentas. Defiende a capa y espada la inversión en deuda, sea del tipo que sea: “Siempre va a haber necesidad de renta fija en cartera. Siempre va a haber necesidad de rentas, y la renta fija es la mejor manera para conseguirlo. La renta fija está aquí para quedarse”. El gestor sí admite que ahora mismo este universo ofrece “un entorno desafiante, en el que la selección de emisiones será clave, dados los niveles de los diferenciales”. Él, particularmente, invierte en bonos líquidos exclusivamente: no usa derivados, CDS, futuros ni coberturas sobre divisas. Este profesional define su estilo de inversión como “un 60% bottom up y un 40% top down” con un horizonte de inversión entre 3 y 5 años vista.
La forma de trabajar del gestor es emparejar riesgos específicos con ideas concretas. Actualmente, la estrategia del fondo pivota sobre tres grandes estrategias que proporcionan cobertura sobre el riesgo de subida de tipos: bonos convertibles, high yield (en particular el estadounidense) y deuda europea. Asimismo, hay un tema macro reflejado en el posicionamiento de la estrategia, el crecimiento de Estados Unidos. Kennedy ve oportunidades tanto en el lado soberano como en el corporativo.
“Usamos mucho la palabra ‘oportunista’ en la oficina”, señala el gestor. La ponderación actual de la cartera es la que sigue: 28% en high yield (puede invertir hasta un máximo del 35%), un 9% en convertibles, un 8% en renta fija referenciada a renta variable, un 16% en deuda corporativa con grado de inversión, un 25% en deuda no denominada en dólares (incluyendo Canadá) y un 5% en efectivo.
¿Cupón o diferenciales?
Kennedy explica que adquirió bonos de la Comunidad de Madrid y también ha acudido a emisiones de “telecos” europeas como Telefónica o Telecom Italia. Este último caso es un subtema, pues afirma que “se está gestando una oleada de emisiones de telecos europeas”. “El valor depende mucho de cada compañía, no se puede generalizar que esté más en el cupón o en los diferenciales” reflexiona Kennedy cuando se le pregunta dónde se podrá generar más retornos este año. “Los diferenciales todavía son muy buenos, la demanda traerá un estrechamiento potencial, pero creo que es más probable que los retornos tengan como fuente el cupón”, concluye.
También se pueden encontrar en la cartera del fondo posicionamientos sobre deuda no denominada en dólares. Es el caso de los títulos emitidos por Australia y Nueva Zelanda, que se utilizan como un indicador del tono de la economía china. Dentro del mundo emergente, tiene un poco de exposición a México, que de hecho es su historia favorita de este año. Entre tanto, se define como “bastante precavido” con otras naciones en desarrollo, y declara que prefiere esperar a que haya signos de estabilización antes de comprar, dado que “los fundamentales aún no son suficientes para invertir”.
Kennedy hace hincapié en que su equipo de gestión ha pasado los últimos años reduciendo el riesgo de tipos invirtiendo en sectores de renta fija con baja correlación. Entre medias, el fondo generó un retorno del 6,7% el año pasado. La duración media actual de la cartera se sitúa en los 4,5 años. Para el gestor, el mayor riesgo al que se va a exponer la cartera este año es al riesgo corporativo, combinado con una decepción del PIB mundial. De producirse, probablemente la estrategia se comportaría peor que el mercado.
El estratega de Loomis Sayles no pone una fecha concreta al momento en que la Reserva Federal comience a subir los tipos de interés, aunque sí cree que esto no sucederá en 2014, porque la tasa de paro sigue elevada y la inflación, baja. De hecho, insinúa que de seguir la inflación estadounidense la tendencia bajista actual, “entonces sí sería un problema”, porque se ralentizará el crecimiento y el banco central tendría que reanudar su programa de compras de deuda. Donde se muestra más concreto es en su previsión para el bono estadounidense a diez años: lo sitúa en el 3% a finales de este año.
Kennedy también es consciente de que la inflación es un asunto clave para la recuperación europea: “Los números no son tan malos como en Estados Unidos, pero la dirección es mucho más preocupante”, afirma. “Mi mejor suposición es que el BCE está listo para hacer algo, pero esperará hasta que sea muy necesario. Todavía dura el efecto del último recorte de tipos”, afirma al respecto.
El gestor deja en el aire una última posible complicación para la economía europea: “Si suben los tipos en Estados Unidos y Europa tiene que ajustarse a este ritmo, será difícil para la recuperación europea. Esto implica que el BCE tendrá que ser más acomodaticio”.