En los años 90 del pasado siglo, se vivió una de las peores décadas para las economías de los países emergentes. Entre 1994 y 1998, Turquía, México, Argentina, Tailandia, Brasil, entre muchos otros, sufrieron un inesperado fin en las inversiones y financiación, lo que supuso importantes consecuencias. Sin embargo, los mercados desarrollados pudieron un contagio, aunque no dejaron de sentir sus efectos. Por ejemplo, el S&P 500 retrocedió más de un 20%, el Vix se duplicó y los rendimientos de los bonos cayeron 150 puntos. Su fortaleza económica y la pequeña influencia de los emergentes en la economía global permitió a los países desarrollados superar el momento rápidamente. ¿Podrían repetir ese final si se llega a producir otra crisis en los emergentes? Para los expertos de Morgan Stanley la posibilidad no es muy alentadora: "creemos que el impacto sobre los desarrollados será mucho mayor de lo que fue a finales de 1990, y muy probablemente durará más tiempo".
Con una crisis en los emergentes, los efectos sobre los desarrollados superarían a los registrados en los 90

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