¿Cuándo utilizar la gestión activa y cuándo la gestión pasiva?

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Funds People

A muchos gestores de fondos no les gusta enfrentar la gestión activa a la pasiva, de hecho ni siquiera les gusta hablar en estos términos. A fin de cuentas, según explican, todo es gestión, y por tanto conlleva una decisión. Y también a fin de cuentas ambas se complementan a la hora de construir una cartera. Pero, ¿cuál es la combinación ideal? ¿Para qué tipo de activos se elige un gestor activo y para cual un vehículo pasivo? No hay fórmulas mágicas ni recetas ideales, pero sí evolución y experiencia.

Varios gestores han reflexionado sobre estos asuntos en un desayuno organizado por Funds People y patrocinado por Fidelity. Jaime Martínez, responsable global de Asset Allocation de BBVA Asset Management, explica que en el mundo del asset allocation la decisión importante a la hora de explicar la rentabilidad de la cartera de un cliente dentro de 10 años no es si se ha elegido un valor u otro sino el nivel de riesgo que ha tenido la cartera, y dentro de ese nivel de riesgo qué combinación de activos ha tenido. La clave, por tanto, es la construcción de la cartera: “En términos de presupuesto de riesgo le damos poco presupuesto a la decisión activa de elegir los valores. Sí le damos mucho peso a la decisión activa de elegir qué mercado o nivel de riesgo tenemos en la cartera”.

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A más complicación, más gestión activa…

Explica que como ese presupuesto de riesgo hacen que dependa más del asset allocation que del security selection, el peso de la gestión activa es menor en esos bloques que el de la gestión pasiva. Sí que lo que intentan es identificar en qué mercados es mejor gastarse el presupuesto de riesgo reservado para un gestor activo y en qué clases de activos se prefiere una gestión pasiva.

A día de hoy, por ejemplo, en renta variable utilizan más gestión pasiva que activa, en una proporción aproximada de 65%-35%, por esa mayor importancia que le dan a estar en un mercado que a la selección del título. Y en cambio en deuda tienden a más gestión activa, sobre todo cuanto más nicho es la subclase de activo dentro de la renta fija. En definitiva, “creo que a medida que se complica o se hace mas nicho el instrumento se da menos peso a la gestión pasiva y más a la gestión activa”.

Guillermo Hermida, director general de Inversiones de CaixaBank Asset Management, cuenta que en su caso utilizan ETF tanto en renta fija como en renta variable, pero son más proclives a utilizarlo en la renta fija para las posiciones tácticas debido a que en renta variable se pueden usar instrumentos como los derivados para las posiciones de índice.

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…y a más eficiencia, más gestión pasiva

Fernando Aguado, director de Inversiones de Fonditel, comenta que los gestores de asset allocation “sabemos que el 80% de la rentabilidad y el 80%-90% del riesgo lo consume la distribución de activos. Por tanto, estamos más enfocados a tener una exposición pura en aquellos nichos en los que crees que hay valor”. ¿En qué se traduce esto? Este experto considera que en los mercados que son más eficientes el empleo de la gestión del producto pasivo es más directo que en aquellos que lo son menos. Pone un ejemplo: si se quiere exposición al mercado de high yield o al de deuda emergente en moneda local, seguramente se preferirá un gestor activo al entender que en esos mercados la eficiencia es menor.

De estas opiniones Sebastián Velasco, director general de Fidelity para España y Portugal, saca una conclusión general: “Parece que empieza a producirse un cambio de paradigma: si tradicionalmente se utilizaban productos activos en el core de una cartera y productos indexados para hacer apuestas tácticas temporales, ahora vemos que en algunos casos el core es de productos indexados y es de forma satélite donde se van a buscar las oportunidades en gestión activa”.

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Capacidad de adaptación y de innovación

Actualmente, por tanto, está entrando más dinero en el producto pasivo que en el activo. Y una de las claves que lo explica es su capacidad de adaptación, y de innovación, como lo muestra la aparición de ETF factoriales o de los que usan criterios SRI (Inversión Socialmente Responsable) de inversión. En esta evolución la tecnología es clave, ya que permite que cada vez sea más sencillo distinguir sesgos, factores de un índice o de un fondo, “lo que va a proporcionar al final, probablemente, una ventaja competitiva al mundo de la gestión sistemática pasiva”, según explica Fernando Aguado, que considera que este tipo de gestión va a ir incrementando su cuota de mercado porque va a ir dando soluciones a problemas puntuales.

Aunque hay que tener cuidado. Guillermo Hermida comenta respecto a los factoriales que van a ser utilizados dentro de la propia diferenciación, en la internalización de la toma de decisiones sobre el alfa, la decisión de donde se quiere más exposición, si a value, growth, momentum, tamaño… Pero afirma que en este caso hay que analizar cómo se comportan los distintos ETF respecto a los índices, “y ahí no está tan claro que lo que sean cada uno de esos factores bata al sesgo sectorial que tiene el índice de referencia”.

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En el ámbito del SRI advierte que la definición de lo que se considera como ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) es distinta por parte de cada uno de los proveedores. En esta misma línea, Jaime Martínez destaca que la correlación entre rating ESG para compañías está por debajo del 30%, y por eso, a día de hoy, prefiere no usar un vehículo pasivo puramente con rating ESG.

Además, hay que tener otra precaución. Sebastián Velasco alerta de que con el desarrollo de la tecnología, la aparición de robot advisors, los productos pasivos están pasando a tener más protagonismo en las carteras, “se están haciendo llegar a inversores finales que probablemente no tengan suficiente conocimiento de todos los elementos que se deben tener en cuenta cuando se invierte en este tipo de productos, como los riesgos de liquidez o las implicaciones que puede tener que el fondo esté prestando los títulos subyacentes”.