Las decisiones que toma el inversor en momentos de pánico como el que se ha visto en el mercado en los últimos meses marca el tiempo en que una cartera tarda en recuperarse.
Pasará mucho tiempo hasta que los inversores se olviden del mes de marzo de 2020. En esas cuatro semanas los índices experimentaron caídas medias que resultaron superiores al 30% en muchos casos provocadas por los efectos que esa incipiente aún externacionalización del coronavirus podría tener ya no solo en la economía china sino en la mundial (hoy las previsiones apuntan a una recesión global que, según las últimas proyecciones del FMI, pueden suponer una caída del PIB mundial del 4,2% en este 2020 y del 7,7% en el caso de la eurozona).
Por aquel entonces, el consejo de los expertos era casi unánime. Repetían que era en esos momentos de crash bursátil cuando se generaban las grandes oportunidades para quien tuviera liquidez suficiente para entrar en el mercado. Y lo cierto es que a esos inversores que optaran por ello no les ha ido nada mal ya que desde el 20 de marzo al 20 de abril los índices de Wall Street han repuntando más del 20% y los europeos lo han hecho entre el 10% del Cac y el 18% del Dax.
Sin embargo, una cosa es que este rebote haya logrado paliar las caídas del mes anterior y otra que con él se haya conseguido recuperar todo lo perdido. Al fin y al cabo, la recuperación del valor de una inversión no se produce de una manera lineal a la caída en sí sino que es necesario un plus de rentabilidad para poder volver a la casilla de salida. Es decir, si un inversor ha perdido un 30% un mes, no basta con que el mes siguiente su inversión suba un 30% para recuperarse de la caída. Es lo que se conoce como la tasa de variación, como se explicaba en este artículo de FundsPeople Learning.
La pregunta es por tanto ¿cuánto tiempo tarda la cartera de un inversor de renta variable en recuperarse de un crash de mercado? Duncan Lamont, responsable de Investigación y Análisis de Schroders trata de dar respuesta a esta pregunta recopilando el comportamiento que ha tenido el S&P 500 en los últimos 148 años transcurridos, o lo que es lo mismo, entre 1871 y 2019. Según explica, en este periodo ha habido 11 ocasiones en las que las acciones (medidas por el índice S&P 500) han perdido, al menos, el 25% de su valor. “En las caídas de 2001 y 2008, las pérdidas superaron el 40%. El peor momento tuvo lugar durante la Gran Depresión de los años 30, en el que los inversores perdieron más del 80% de su dinero. De hecho, a los que permanecieron invertidos, les llevó más de 15 años recuperar su capital inicial”.
Sin embargo, recuerda que en ese mismo periodo también se han dado caídas que no han sido tan dramáticas. “En siete de los 11 episodios, los inversores habrían recuperado todas las pérdidas en dos años o menos si hubieran invertido en el índice S&P 500. En los otros cuatro (1893, 2001 y 2008) el período para alcanzar el breakeven o punto de equilibrio fue de cuatro a cinco años”.
En el mismo estudio también analiza cómo ese tiempo puede disminuir o aumentar en función de lo que haga el inversor en momentos de pánico a través de tres casos.
1. Inversores que aprovechen las caídas del mercado para aumentar su exposición al mismo (Double-down).
2. Los que opten por la estrategias de Dash-for-cash (salir del mercado y apostar por el efectivo)
3. Mantener la estrategia de mantener la inversión intacta ( Stick-with-stocks).
“Supongamos que invierte una cantidad anual equivalente al 5% de lo que vale su cartera en el momento en el que el mercado cae un 25%. Por tanto, para una cartera de 10.000 dólares cuyo valor ha disminuido exactamente un 25%, la inversión mensual sería del 5% x 7.500 / 12 = 31,25 dólares al mes. Esto equivale a un poco más del 0,3% del valor de la cartera antes del desplome. Por tanto, podemos deducir que invertir más capital tras una caída provoca que el valor de la cartera aumente más rápido que si, por el contrario, no se hace nada”, afirma.
El ejemplo se ve claro sobre todo en episodios de fuertes caídas del mercado que es precisamente para el inversor más complicado mantener la fría y no comportarse como un animal spirit, sobre todo si uno mantiene un perfil de inversión de largo plazo. “Por ejemplo, los inversores que salieron del mercado en 1929, después de la primera caída del 25% de la Gran Depresión, habrían tenido que esperar hasta 1963 para recuperar su inversión inicial. Sin embargo, si hubieran permanecido invertidos, habrían alcanzado este break-even en 1945. El mensaje es bastante contundente: salirse del mercado de valores para recuperar el efectivo es una decisión negativa para nuestro capital a largo plazo”, apunta Lamont.
¿Puede funcionar en tiempos de recesión?
Llegados a este punto, hay que recordar que no siempre los crashes bursátiles han ido acompañados de una recesión global como la que se espera en estos tiempos de COVID-19. Jared Franz y Darrell Spence, economistas de Capital Group, han analizado también el comportamiento histórico del S&P 500 en periodos recesivos y concluyen que “los movimientos agresivos para acompasarse con la marcha del mercado, como cambiar una cartera completa a efectivo, pueden ser contraproducentes. Algunos de los retornos más potentes pueden ocurrir durante las últimas etapas de un ciclo económico o inmediatamente después de un mínimo del mercado. Suele ser más conveniente mantener la inversión para evitar dejar pasar el repunte”.