Cuatro factores estructurales que pueden hacer de 2017 un año decisivo para invertir en emergentes

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El Coleccionista de Instantes, flickr, Creative Commons

 

Las dudas sobre si el momento actual es bueno o no para invertir en emergentes serán una constante en 2017, según los expertos de Newton (parte de BNY Mellon). Rob Marshall-Lee, líder de los equipos de renta variable emergente y asiática de la firma, resalta la mejoría de los fundamentales de las economías en vías de desarrollo:  “Desde el taper tantrum de 2013 las divisas emergentes se han depreciado en general respecto al dólar, y muchas de las economías que preferimos también experimentan mejoras de sus balanzas exteriores. Esto sugiere que ya ha tenido lugar un reequilibrio –al menos parcial– hacia un entorno monetario menos acomodaticio a nivel mundial”.

A continuación, Marshall-Lee analiza una serie de cambios estructurales y potencialmente disruptivos que determinarán el rumbo futuro de los emergentes.

Dependencia de las materias primas

El comportamiento de las materias primas seguirá siendo un condicionante clave para la inversión en emergentes este año: “Todo apunta a que distinguir entre países que dependen de las materias primas y aquellos impulsados por la producción manufacturera seguirá siendo una manera útil de diferenciar entre mercados emergentes”, afirma el responsable.

Pese a la recuperación de los precios durante el segundo semestre de 2016, al existir aún excedente de oferta el experto ve “poco probable que los precios suban como en la década de los 2000, pese a un repunte a corto plazo vinculado con las medidas de estímulo de China”. De hecho, añade que “los precios han repuntado un tanto ante la mejora general del panorama de crecimiento a corto plazo del gigante asiático, pero nuestra expectativa es que el bajón acabará reanudándose, lo cual probablemente se traduzca en nuevas caídas de precio”.

Por otra parte, el experto indica que unos cuantos países emergentes han realizado una asignación errónea de capital, basándose en el último repunte de los precios de las commodities, y opina que tarde o temprano se acabará notando, “lo cual exacerbará el dolor del ajuste a una nueva realidad”. Pone como ejemplo a Brasil, cuyo su déficit fiscal asciende al 9,6% del PIB, “lo cual sugiere que los riesgos macroeconómicos a medio plazo podrían ser mayores de lo que perciben actualmente los inversores”.

China versus India

El reajuste de economías emergentes hacia fuentes de crecimiento internas (como respuesta en parte al bajo crecimiento en el mundo desarrollado) es otra de las constantes que determinarán la inversión en emergentes. China es un buen representante de la tendencia, debido al proceso de reequilibrio de su modelo económico (de manufacturas a servicios). “Hasta la fecha, esta transición se ha producido a trompicones, con bajones periódicos que han propiciado mayores esfuerzos de ajuste por parte de las autoridades a través de las políticas monetaria y –más recientemente– fiscal”, indica Marshall-Lee. La consecuencia más preocupante del apoyo de las autoridades ha sido el incremento de la ratio de deuda sobre PIB de China, que pasó del del 147% en diciembre de 2008 al 255% actual. “El Banco de Pagos Internacionales (BPI) ha sido uno de los organismos en sonar la alarma, advirtiendo de que China está allanando el camino para una crisis financiera”, constata el experto.

Sin embargo, el experto argumenta que no se puede excluir a China de la inversión en emergentes, porque “correría el peligro de perderse oportunidades de crecimiento estructural”, específicamente en el sector privado y más concretamente en los sectores sanitario y de internet. “Con un bajón renovado en China en 2017, creemos que los sectores con características de crecimiento estructural superarán a los de naturaleza más cíclica”, concluye.

La India representa la situación inversa. El responsable de renta variable emergente afirma que las reformas económicas en el país “son prometedoras y seguramente favorecerán al crecimiento de cara a la próxima década”.  Otros factores a favor son la demanda acumulada de bienes de consumo duradero, unos niveles razonables de endeudamiento personal y la posibilidad de que repunte la productividad y se relajen  las restricciones regulatorias y de leyes onerosas.

Jóvenes al poder

Marshall-Lee confronta dos tipos de perfiles demográficos distintos: los que presentan una población envejecida y una masa laboral a la baja, frente a los países que presentan un considerable potencial de crecimiento futuro porque disponen de una población creciente de gente joven con posibilidades de convertirse en futuros consumidores. Un buen ejemplo es Filipinas, que ha anticipado un crecimiento superior al 30% de la población activa para 2035.

Otro factor que realza los fundamentales del país es el bajo endeudamiento que caracteriza a muchos emergentes, que “debería proteger a los motores de crecimiento doméstico de golpes externos”. Marshall-Lee pone el siguiente ejemplo: “Mientras que Nigeria y Kenia también son susceptibles de experimentar un crecimiento muy elevado de sus poblaciones en edad de trabajar, las economías asiáticas son por lo general más atractivas en términos de rentabilidad/riesgo. En la coyuntura actual, esto obedece a sus mejores políticas económicas y de gobierno en general, que pueden marcar una diferencia considerable en el largo plazo”.

El reto de la tecnología

El experto enumera una serie de avances tecnológicos que también pueden ser disruptivos para los mercados emergentes, empezando por la transición a la computación “en la nube”: “Tiene potencial de ser disruptiva no solo para empleados de nivel medio sino también para abogados y contables, el tipo de personal que anteriormente no se habría visto afectado por tales progresos”.

Paralelamente,  “la mayor robotización podría dificultar la ruta típica de desarrollo económico de los países más atrasados, basada en la transición de mano de obra barata y abundante del sector agrícola al de industria ligera para generar crecimiento de la renta per cápita”.

En el bando de los ganadores, el responsable afirma que “el panorama de gasto en comercio electrónico, viajes, educación y salud en el universo emergente es prometedor”.