El 2024 será recordado como un año lleno de matices para la renta fija. Según Ana Gil, co directora de inversión del equipo de renta fija cotizada de M&G, la narrativa del mercado atravesó tres fases claras que denominó las tres R: recesión, resiliencia y reaceleración. “Comenzamos el año con temores de una recesión inminente, que no se materializó gracias a la fortaleza del mercado laboral y del sector privado,” explicó Gil. Esto dio paso a una etapa de resiliencia, en la que se moderaron las expectativas de recortes de tipos y se consolidó el consenso sobre un aterrizaje suave. Sin embargo, el último trimestre trajo una inesperada reaceleración, particularmente en Estados Unidos, lo que plantea interrogantes sobre el futuro.
A lo largo de la presentación, la experta compartió algunos gráficos que justifican su posicionamiento en renta fija. En este contexto, hizo hincapié en que 2025 será un año marcado por una divergencia económica significativa entre EE. UU. y Europa, con un BCE que actuó recortando tipos antes que la Fed, algo que, según comentó, no había ocurrido nunca.
La divergencia económica: retos y oportunidades de inversión
Además de la brecha de crecimiento del 1,6 % proyectada para 2025, la divergencia entre las políticas monetarias de la Fed y el BCE añade una capa de complejidad para los inversores. Mientras la Fed se enfrenta a una inflación persistente que limita su margen de maniobra, Europa parece haber superado los picos inflacionarios, lo que permite al BCE adoptar una postura más expansiva.
“Esta divergencia no solo se refleja en los tipos de interés, sino también en las expectativas de mercado. Los activos denominados en dólares pueden seguir atrayendo flujos de inversión debido a sus mayores rentabilidades relativas,” explica Gil. Sin embargo, también advirtió sobre los riesgos. “Los inversores deben considerar cómo el fortalecimiento del dólar impactará en los mercados emergentes y en las empresas europeas exportadoras, especialmente en sectores sensibles al tipo de cambio.”
Para los inversores europeos, la menor inflación y la política más acomodaticia del BCE podrían ofrecer ventajas específicas. “El entorno europeo favorece a los bonos corporativos de alta calidad y a los títulos soberanos de países con control fiscal, como Alemania o Irlanda,” destacó Gil. Sin embargo, subrayó que las diferencias dentro de Europa también son importantes. “La deuda soberana española, aunque atractiva, podría ofrecer menor rentabilidad relativa en comparación con otras economías con menores déficits".
Esta diferencia de ritmo entre ambas economías también puede influir en la dinámica de los flujos de capital globales. “El capital que busca seguridad podría concentrarse en activos soberanos de EE.UU., mientras que los inversores más arriesgados podrían aprovechar oportunidades en Europa, especialmente en segmentos corporativos", explicó.
¿Deuda soberana o crédito corporativo?
La renta fija estadounidense presenta un panorama mixto. Los spreads en crédito investment grade (IG) se encuentran en mínimos históricos de 80 puntos básicos, un nivel que, según Gil, “refleja un optimismo elevado que deja muy poco margen para absorber malas noticias”. La situación es similar en el segmento de High Yield (HY), donde los spreads han caído al percentil siete en términos históricos, un nivel extremadamente ajustado en los últimos 25 años.
El desafío del crédito estadounidense
Sin embargo, las TIR (Tasas Internas de Retorno) actuales aún ofrecen oportunidades interesantes. “En el crédito IG americano, la TIR es del 5,2 %, mientras que el HY supera el 7 %, aunque estas rentabilidades provienen en su mayoría del componente libre de riesgo, impulsado por las tasas soberanas, mientras que los spreads de crédito se han comprimido considerablemente". Esto significa que el atractivo del crédito investment grade (IG) radica en gran medida en el entorno de tipos elevados más que en una compensación significativa por el riesgo de crédito o liquidez.
Gil destacó que este escenario refuerza el atractivo de la deuda soberana en comparación con el crédito corporativo. “A día de hoy, la deuda soberana ofrece un carry similar o incluso más atractivo que el crédito, con menor riesgo relativo", explicó. Sin embargo, el margen de error es reducido: los spreads en IG han alcanzado mínimos históricos de 80 puntos básicos, dejando poco espacio para absorber impactos negativos.
Además, Gil añadió un dato clave: “El punto de dolor para los inversores en investment grade se sitúa en un aumento de tan solo 10 puntos básicos en los spreads, mientras que en HY este margen es algo mayor, en torno a 100 puntos básicos". Esto subraya lo ajustadas que están las valoraciones actuales, especialmente en un entorno donde episodios de estrés de mercado, como los vividos durante la crisis del COVID-19 o la crisis energética de 2017, han provocado ampliaciones mucho mayores. “El margen de error que ofrecen estos niveles es extremadamente limitado, lo que refuerza la necesidad de un enfoque cauteloso y selectivo".
Crédito europeo: selectividad como clave
En contraste, el crédito europeo sigue siendo una de las áreas más atractivas dentro de la renta fija, especialmente gracias a un margen de recorrido mayor en comparación con su contraparte estadounidense. Según Gil, “las valoraciones actuales del crédito europeo están 50 puntos básicos por encima de sus mínimos históricos, mientras que en EE.UU. los spreads ya se encuentran en niveles extremadamente ajustados". Esto proporciona a los inversores europeos un respiro adicional en términos de posibles revalorizaciones.
Además, la política monetaria del BCE podría ser un catalizador determinante. “Si el BCE sigue recortando tipos más allá de las expectativas del mercado, se reducirán los costes de financiación para las empresas y se impulsará el sentimiento hacia los activos corporativos", explicó Gil. Este entorno beneficiaría especialmente a los emisores de alta calidad y aquellos sectores con menos sensibilidad a los riesgos idiosincráticos.
Otra dinámica clave destacada por Gil es la cantidad de capital concentrado en los tramos más cortos de las curvas. “A medida que los tipos comiencen a bajar y las curvas recuperen inclinación, los inversores buscarán rendimientos más altos en activos de mayor duración. El investment grade europeo será una opción clave para capturar estas rentabilidades", concluyó la experta.