Diez factores a tener en cuenta sobre los efectos del petróleo en otras clases de activo

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London Commodity Markets, Flickr, Creative Commons

¿Y si la caída del precio del crudo tiene un efecto reflacionario sobre la economía, y no deflacionario? Es la tesis que defiende Philippe Ithurbide, responsable global de análisis y estrategia de Amundi en la última entrega del informe Cross Asset que elabora la firma con carácter mensual. Este experto recuerda que, para los países importadores de crudo, “unos precios más bajos tienen un impacto inmediato sobre los precios y la producción”. Es decir: “Cuanto más consume un país, más intensivo es el uso de energía en la cadena de producción. Cuanto más sensible es la tasa de inflación al precio de la energía, mayor es la capacidad de exportación y más favorable es el impacto sobre la actividad y el crecimiento”. Esto es, que a igualdad de condiciones en todo lo demás, Ithurbide concluye que “para China y Alemania derivarán beneficios significativos sobre el crecimiento, mientras que países como India ganarán margen en política monetaria”. 

Hecho el razonamiento, ahora queda por resolver la cuestión de si subirán los precios del barril este año, sobre todo si se tiene en cuenta que de hecho ya han repuntado un 10% desde mínimos. Para poder dar respuesta a esta pregunta, el responsable global de estrategia estudia las dinámicas de oferta y demanda de esta materia prima. 

Escasez de oferta

Desde 1995, el precio del crudo se ha desplomado siete veces, y en todas ellas la OPEP decidió reducir sus niveles de producción, observa el experto. Éste recuerda tres episodios en particular que coincidieron con grandes eventos macro: la crisis asiática (1994-1995), la burbuja de las puntocom (2000) y la crisis financiera (2008). Sin embargo, observa más paralelismos entre la situación actual y el desplome registrado entre 1985 y 1986: en ambos casos se produjo la irrupción de nuevas fuentes de producción (ahora shale oil, en los 80 los yacimientos en Alaska, el Mar del Norte y el Golfo de México); en ambos casos se ha registrado un superávit de almacenamiento (seguido de fases de caída de los precios); finalmente, en las dos ocasiones, la OPEP ha renunciado a controlar los precios del mercado. 

“El stock de petróleo está en un máximo de más de 30 años, lo que debería ayudar a poner en perspectiva el escenario más optimista publicado recientemente por la OPEP, que asume que los niveles de producción empezarán a revivir en 2015”, concluye Ithurbide en este apartado. 

Poca presión sobre la demanda de petróleo

“A no ser que haya una rápida aceleración del crecimiento global, hay pocas probabilidades de que la demanda de petróleo crezca abruptamente en el corto plazo”, indica Ithurbide. ¿Las razones? Estados Unidos ha alcanzado la autosuficiencia energética gracias a la explotación de yacimientos de gas pizarra, mientras que en China la demanda ha caído como reflejo de la ralentización de su economía (o también por una menor intensidad en el uso de energía en la producción, apunta el experto). El representante de Amundi aporta un dato esclarecedor: la importación de petróleo a China ha pasado de una tasa media de crecimiento del 12% hasta 2010 a otra del 5% desde entonces. 

“Para revivir la demanda de petróleo debería haber una aceleración en EE.UU (con un incremento del consumo y un crecimiento más fuerte de los salarios) y en Europa (que el QE llegue a la economía real), junto con la mejora del crecimiento en otros países emergentes”, indica el estratega… que considera que es bastante improbable que suceda y, por tanto, que se vea un repunte violento de los precios. “Un precio entre los 70 y los 80 dólares parece razonable para 2015”. A continuación, aporta hasta 10 factores y/o predicciones que afectarán a las distintas clases de activo, no sólo a esta materia prima.

1. Aunque hasta ahora el crecimiento de los salarios en EE.UU haya decepcionado, Ithurbide recuerda que “el crecimiento sigue por encima del 2,5%, que es generalmente un buen nivel para la renta variable estadounidense, permaneciendo el resto sin cambios”. 

2. El experto cree que el crecimiento global debería situarse por encima del 3%, que también es generalmente un nivel positivo para la renta variable europea. En todo caso, el crecimiento global tanto para 2015 y 2016 no alcanzará el 4%, “generalmente un nivel poco prometedor para las materias primas”.

3. Frente al consenso del crecimiento del 2% para la eurozona, Ithurbide discrepa pues considera que no superará el 1,5%, “lo que no será suficiente para mejorar el mercado laboral y la deuda pública fuera de los países con superávit primario y tipos por debajo de la tasa de crecimiento (Alemania, esencialmente)”. 

4. Sin embargo, la caída del precio del crudo junto con el QE del BCE son dos factores con potencial para impulsar el crecimiento en la eurozona.

5. Rusia ha entrado en una severa recesión. Brasil ha entrado asimismo en recesión, pero más moderada que la rusa. También han dejado de crecer Ucrania, Argentina y Venezuela.

6. Se sigue ralentizando el crecimiento de China y esto está teniendo impacto sobre Hong Kong, Chile, Brasil y Perú, todos ellos exportadores de materias primas. 

7. Se han revisado las tasas de inflación de EE.UU, Reino Unido y la eurozona. Ithurbide cree que deberían persistir las presiones deflacionarias, especialmente en la eurozona, y las inflacionarias sobre Venezuela, Argentina, Brasil, Chile, Turquía y Rusia. 

8. El representante de Amundi considera que la evolución del crudo “es el factor decisivo para los países emergentes: países productores versus países importadores, entre países productores, etc”. 

9. También predice que, a no ser que sorprendan el crecimiento y la Reserva Federal, prevalecerá la laxitud entre las políticas monetarias de las economías de mayor tamaño, y los tipos seguirán siendo extremadamente bajos. 

10.  “La deuda pública y privada seguirá siendo problemática en muchos países. Pocos países han sido capaces de revertir la tendencia, debido al crecimiento insuficiente, falta de disciplina, una utilización pobre de los presupuestos o el uso excesivo de la deuda para financiación”, concluye Ithurbide.