El BCE reformula su hoja de ruta para luchar contra la inflación

Foto cedida: Sanziana Perju/ECB

Las reglas del juego han cambiado. Hasta ahora el discurso de los bancos centrales había adoptado un tono de prudencia, prefiriendo estar por detrás de la curva, esperando a que los datos confirmen sus próximos pasos. Hasta ahora. La subida de tipos anunciada por el Banco Central Europeo en su reunión de septiembre es histórica no solo por su agresividad sino por las implicaciones que tiene. “No debemos subestimar la importancia de esta señal, altamente simbólica”, advierte Frederik Ducrozet, director de análisis macroeconómico de Pictet WM.

“Es reflejo de un cambio en la función de reacción del BCE a la inflación”, explica Ducrozet. Y Jan Felix Gloeckner, especialista sénior de Inversiones de Insight (BNY Mellon IM), coincide. La política adoptada por el BCE en esta reunión deja claro que el banco central se está tomando en serio la amenaza inflacionaria. “Si bien los tipos más altas van a ser dolorosos a corto plazo y se sumarán a la presión infligida por los precios más altos de la energía, anclar las expectativas de inflación a largo plazo es fundamental para evitar una mayor espiral ascendente”, interpreta.

Y es que no solo estamos ante mera subida de tipos. Es un cambio en la forma en que implementan operativamente la política monetaria. “Durante la mayor parte de los últimos 10 años, el BCE se han preocupado por mantener los tipos lo suficientemente bajas. Ahora el desafío será garantizar que los tipos de interés se mantengan en niveles que sean consistentes con el nivel de política deseado por el BCE dado el actual entorno de exceso de liquidez”, afirma Andrew Mulliner, director de estrategias agregadas globales de Janus Henderson.

Un adiós a las herramientas de la crisis pasada

Para ello, el BCE ha abandonado su proceso de tiering (destinado a proteger a los bancos de los efectos negativos de los tipos negativos y ahora redundante) y cambió la remuneración de los depósitos del gobierno (anteriormente remunerados a cero) para asegurar que los tipos a corto permanecieran bajo control. “Es una señal de lo rápido que el BCE ha tenido que cambiar su enfoque que gran parte de esto no estaba claro hasta el día de la subida de tipos. El BCE se está moviendo rápido y aún no ha terminado”, interpreta Mulliner.

Si el BCE deja de ser tan dato dependiente, eso significa que los mercados deben despedirse de otra herramienta mítica. O como lo pone Nicolas Forest, responsable global de renta fija de Candriam, el forward guidance ha muerto. Como bien recuerda el experto, el BCE había hecho de la orientación prospectiva una herramienta importante en su arsenal monetario para combatir la inflación en 2013. En junio, el BCE todavía solo hablaba de detener su programa de compras antes de considerar una primera subida de tipos mucho más tarde. “Ante tal cambio y tal negación, al inversor le falta visibilidad para entender las próximas acciones del BCE. Además, surge la cuestión de la gestión del balance: ¿Cómo conciliar la lucha contra la inflación y la reinversión de los vencimientos?”, plantea Forest.

El nuevo lema: reunión a reunión

Así, sin una guía firme, la mayor volatilidad promete acompañarnos durante al menos unos meses más. “La balanza del Consejo de Gobierno se ha decantado por las opiniones de los halcones, manteniendo un planteamiento de reunión a reunión que no excluye que se produzcan grandes subidas similares en lo que queda de año”, prevé Pietro Baffico, economista europeo de abrdn.

Es la nueva filosofía del banco central. “Tal vez como una concesión a las palomas del BCE, ya no hay ninguna orientación directa hacia el futuro. En su lugar, hace hincapié en la dependencia de los datos de sus futuras decisiones. Lo que ahora se llama el enfoque de reunión a reunión", cuenta Martin Moryson, economista jefe para Europa de DWS. Después de todo, reconoce, las tasas de inflación seguirán siendo demasiado elevadas durante demasiado tiempo, incluso en opinión del propio BCE.