El coste para el bolsillo que tiene invertir en deuda publica con rentabilidad negativa

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Stuartpilbrow, Flickr, Creative Commons

Las tensiones entre China y EEUU, la crisis política de Italia, la previsible victoria del peronismo en las elecciones argentinas en octubre o la inminente recesión que se cierne sobre Alemania, la locomotora europea son solo algunas de las razones que llevaron la semana pasada a que se produjera la temida inversión de la curva ese hecho económico que históricamente siempre ha precedido a una recesión. Son muchos los expertos que piden calma y que subrayan que esta profecía no tiene por qué cumplirse esta vez, teniendo en cuenta el papel de parapeto que han desarrollado los bancos centrales en los últimos años y que, a juzgar por sus acciones (y palabras) de sus últimas de sus últimas reuniones, seguirán protagonizando al menos unos cuantos años más.

Pero los inversores no se fían de la eficacia que nuevos recortes de tipos, como el ya anunciado en julio por la Fed, o nuevos programas de estímulos puedan tener en unos mercados a los que les faltan noticias positivas para seguir al alza y les cobran noticias negativas.  Y de ahí que en las últimas semanas hayan activado el modo risk off vendiendo activos de riesgo y comprando activos más seguros como el oro y, sobre todo, deuda pública gubernamental. Tanto que en apenas 20 días los índices de renta fija, con excepción del high yield, han acumulado rentabilidades que han alcanzado el 2% ante el aumento del precio de muchos bonos y la consecuente caída de su rentabilidad, e incluso países como Alemania se han atrevido a lanzar bonos a largo plazo (30 años) con cupones del 0% por primera vez en su historia. “En la eurozona el 60% de los bonos gubernamentales está en territorio negativo y a nivel global uno de cada tres bonos tiene rentabilidades negativas”, resume Hans- Jörg Naumer, director global de mercados de capitales e inversión temática de Allianz Global Investors.

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La implicación de esta política de tipos 0 que se está extendiendo en el tiempo más tiempo del que se esperaba hay que analizarla desde dos puntos de vista. El primero es lo que supone para el deudor al que beneficia unos tipos bajos que le permiten seguir endeudándose pero  un coste de financiación más atractivo que en el pasado. Muy diferente es la implicación que supone para el ahorrador o inversor al que se le complica ya no solo obtener una rentabilidad por sus inversores sino incluso mantener su poder adquisitivo ya que según explican desde Allianz “no se trata solo de analizar las rentabilidades nominales, también hay que tener en cuenta el impacto que la inflación tiene en el poder adquisitivo”. De hecho, ese impacto queda muy claro en el siguiente gráfico que analiza lo que supone una inversión de 100 euros en diferentes bonos a distintos plazos y teniendo en cuenta una inflación del 2%.

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Y, esta situación no es temporal ya que como explican desde la gestora “no hay ninguna señal que permita pensar que esta tendencia va a acabar. Todo lo contrario. Teniendo en cuenta la tendencia económica y las proyecciones de inflaciones bajas tanto a cinco como a diez años lo previsible es que se mantenga la misma política monetaria que ha llevado a cabo el BCE”.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las fuentes de rentabilidad de la renta fija son dos. La primera es ese cupón, que tiende cada vez más a territorio negativo, y la segunda es el comportamiento del mismo en el mercado secundario. Esto último es lo que explica que no sean pocos los inversores que incluso con un mercado de deuda con cupones en rojo hayan conseguido ganar dinero. De hecho, según los datos de Morningstar, solo en lo que va de año, los fondos de deuda pública en euros registran rentabilidades medias que van desde el 1,27% en los plazos más cortes hasta el 7,2% en renta fija gubernamental a largo plazo.