El gran riesgo que encara España en el más estricto corto plazo

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Johnny Surabaya, Flickr, Creative Commons

España está, sin lugar a dudas, en el punto de mira. Las dudas sobre su economía son muchas. Los riesgos también. El aumento del desempleo amenaza con desencadenar tensiones sociales, un agravamiento de la recesión daría lugar a un mayor deterioro de los balances de las entidades financieras y la mejora de la competitividad probablemente no será suficiente para contrarrestar los efectos de la desaceleración económica global, indican desde Amundi. Sin embargo, la gestora considera que el principal riesgo al que se enfrenta su economía proviene de los problemas de liquidez que están teniendo las autonomías.

Según explica la entidad en un informe, si las comunidades autónomas no pueden equilibrar sus presupuestos, el Gobierno central tendrá dificultades. “Este puede ser el mayor riesgo al que se enfrente España en los próximos meses”, asegura. No obstante, no será ni mucho menos el único. Los indicadores avanzados muestran que la recesión se agravará en el segundo semestre del año y en 2013. Por lo pronto, la previsión de la firma es que su economía se contraiga un 1,8% este año. Al mismo tiempo, se aprecia un fenómeno migratorio similar al vivido a principios de los 90, lo que “es un claro indicativo de que la población ha perdido la confianza”.

El mercado laboral tampoco parece que vaya a dar excesivas alegrías. La tasa de desempleo está en su nivel más alto desde que existen datos (1983) y sigue aumentando. “La similitud con la curva de desempleo griega es espectacular”, afirma Amundi. Las previsiones que apuntan a una estabilización de la tasa de desempleo le resultan poco realistas dado el empeoramiento de la actividad económica. “Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, el sector de la construcción rara vez ha creado puestos de trabajo. El reto de España es crear empleo en el sector exportador, algo que en el mejor de los casos llevará tiempo”.

Un mercado inmobiliario en declive

Respecto al mercado inmobiliario, el panorama tampoco resulta nada halagüeño. “El precio de la vivienda ha caído un 30% desde sus máximos de 2008, si bien aún no ha tocado fondo. El descenso de los precios inmobiliarios son malas noticias para hogares y entidades financieras. La demanda es muy baja y la oferta muy alta. Actualmente, los precios de la vivienda parecen estar sobrevalorados entre un 20% y un 30%, de acuerdo con la mayoría de los estudios. Esta clase de activos representan el 90% de la riqueza de los hogares, frente al 60% de la media de la eurozona”, indican.

Por otro lado, el acceso de las pymes al crédito bancario es más difícil, con unos intereses para los préstamos que siguen siendo elevados. En este sentido, la crisis financiera ha llevado a un ajuste significativo de las condiciones de crédito. El sector privado se está contrayendo a un ritmo del 6,5% interanual y a un 3,1% para los hogares (en julio). “La mejora de la salud de las empresas no financieras no es suficiente para contrarrestar estos factores negativos: con datos de 2011, la deuda empresarial seguía representando el 135% del PIB”, asegura Amundi. En otras palabras, “las compañías no están en condiciones de absorber el deterioro adicional de la situación económica”.

A su juicio, la transición de la economía hacia un nuevo modelo de crecimiento llevará tiempo y será dolorosa. El camino que tiene por delante el país está lleno de trampas, por lo que sería un error esperar un regreso paulatino de la confianza de los inversores privados. “España no será capaz de financiarse en el mercado en condiciones razonables sin ayuda externa. La reciente mejora en su mercado de renta fija es espectacular, si bien los operadores del mercado apuestan a que este comportamiento se debe a las compras de deuda por parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el BCE”.

Según Amundi, el inversor tiene que darle a España el tiempo que necesita para beneficiarse de las reformas puestas en marcha. “Sólo los fondos de estabilización creados por la comunidad europea pueden hacer ganar ese tiempo al país, al intervenir conjuntamente en los mercados. Esto no sería un cheque en blanco, pero es el precio que hay que pagar para que vuelva la confianza”, asegura la entidad gala.