El hombre quiere volver a la Luna: la economía del espacio como temática de inversión

Se pospone la cuenta atrás. El pasado sábado la NASA decidió cancelar el segundo intento de lanzamiento de la misión Artemis dirigida a la Luna. Por ahora no se ha fijado una nueva fecha, pero, según medios estadounidenses, podría ser a finales de septiembre o mediados de octubre. El propósito del lanzamiento no tripulado, planeado por el Centro Espacial Kennedy en Florida, es probar las capacidades del cohete SLS (Space Launch System) y la sonda Orion, que puede acomodar a cuatro astronautas.

Pero el objetivo general de la misión es llevar al hombre de regreso a la luna para finales de 2025. El fin es garantizar una presencia humana permanente en nuestro satélite y luego ir aún más lejos y planificar un viaje a Marte.

¿Qué tiene que ver esto con la inversión?

¿Qué tiene que ver esto con la inversión? Las gestoras leen el proyecto Artemis a la luz de un renovado interés por el espacio y un momento de gran efervescencia en la economía vinculada a la economía espacial. El sector, que siempre ha estado reservado a organismos nacionales y gubernamentales, ha experimentado una fuerte evolución en los últimos años. Se han abierto múltiples oportunidades de negocio para las empresas privadas, con el consiguiente crecimiento de las oportunidades de inversión. "Los lanzamientos de cohetes comerciales de alto perfil de SpaceX y Blue Origin han atraído la atención del público y, con ello, el interés de la comunidad inversora", explican Cindy Paladines, vicepresidente sénior de ASG, y Nicholas Britz, vicepresidente adjunto ASG de TCW.

Nueva temática de inversión

Los programas de lanzamiento de cohetes han pasado lentamente de ser responsabilidad de los programas nacionales basados ​​en cohetes no reutilizables a usos más comerciales. "La explosión de innovación resultante ha creado una plataforma para el surgimiento de un gran número de empresas comerciales en los sectores de satélites, procesamiento de datos y servicios y tecnologías asociados", señalan los expertos de TCW.

“Una parte muy visible de esta innovación ha sido la democratización de la tecnología de teledetección e inteligencia geoespacial, que está beneficiando a diversos sectores e industrias”, señalan. Los sensores conectados a los satélites son cada vez más potentes e interactúan con una nueva generación de infraestructuras de procesamiento y almacenamiento de datos, beneficiándose de la escala y la velocidad que brindan las revoluciones de la IA y la computación en la nube. “Por ejemplo, los avances geoespaciales han revolucionado la agricultura de precisión y han dado nueva vida a un universo invertible ya muy interesante”, continúan.

Según los expertos de TCW, la transición energética también puede beneficiarse. La estabilidad de la red de plantas renovables existentes se puede mejorar a través de un monitoreo geoespacial preciso de los patrones climáticos y el uso de energía. Además, la innovación en fuentes renovables continúa apoyándose en la inteligencia geoespacial, a través de la investigación y el análisis de áreas remotas para el potencial eólico y solar.

Finalmente, otra oportunidad la representa la explotación de la tecnología de satélite para conectar a las personas. Se estima que el 37% de la población mundial, o 2.900 millones de personas, nunca ha utilizado Internet. "En los mercados desarrollados, la conectividad de satélite puede mejorar potencialmente la infraestructura de comunicaciones existente", vaticinan.

En los mercados emergentes, en cambio, la conectividad podría llegar a los rincones más pobres del planeta, favoreciendo la mejora de las condiciones de vida y el crecimiento económico.

El espacio como industria

Según un informe reciente de Northern Sky Research, se espera que las misiones para transportar astronautas, suministros e infraestructura sean el motor de crecimiento más poderoso de la economía espacial, generando  216.000 millones de dólares durante la próxima década.

El informe muestra el alcance del crecimiento de la industria espacial cuyo mercado se espera que alcance los 633.000 millones de dólares para 2030. “Cada vez más operadores establecidos y emergentes están evaluando nuevas oportunidades de ingresos a partir del desarrollo lunar y las misiones de exploración interplanetaria”, observa Rolando Grandi, director de renta variable temática de La Financière de l'Echiquier. “A raíz de la estación orbital Lunar Gateway, trampolín para futuros vuelos humanos a los que contribuyen la NASA, la Agencia Espacial Europea y empresas privadas, se ha iniciado el diseño de estaciones espaciales privadas”, añade. “Algunas aplicaciones ya pueden representar oportunidades de crecimiento, como la empresa canadiense MDA, que proporciona herramientas robóticas y electrónicas para misiones espaciales”, explica.

Empresas punteras

“El primer paso es organizar estancias en la Luna, luego en Marte, ya que los recursos hídricos, energéticos y alimentarios deben ser transportados antes de que puedan ser producidos y reciclados in situ”, analiza el gestor. Para lograr una vida 100% autosuficiente, las tecnologías desarrolladas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) para el reciclaje de agua y plástico serán valiosas. Y los preparativos se están acelerando. “Por ejemplo, la start-up francesa Spartan Space está diseñando hábitats lunares inflables equipados con tecnologías de almacenamiento de oxígeno y energía, reciclaje de aguas grises, etc.”, cuenta.

Además, cada vez más personas trabajarán y producirán en el espacio. “Con la Starship de SpaceX apuntando llegar a Marte desde la Luna, sin duda habrá miles”, prevé Grandi. Anticipándose a las necesidades de formación del sector privado, la start-up Orbite pretende ofrecer formación espacial de alto nivel a partir de 2024.

Finalmente, el experto en inversiones también destaca los productos de alto valor añadido que la ausencia de gravedad también puede crear para la Tierra, en los campos de la agricultura, la biología, la química y los nuevos materiales. “Space Cargo Unlimited está tratando de explotar la microgravedad para cultivar vides que sean más resistentes al estrés climático”, cuenta.