El inversor ya no puede permitirse ser neutral en la guerra comercial

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Cada vez queda más claro que la guerra comercial entre Estados Unidos y China no va a tener un final sencillo en el corto plazo. Porque esta trifulca entre las dos grandes potencias tiene muy poco que ver con un simple déficit comercial entre dos países y más con el dominio del sector del momento: la tecnología. Y aunque hasta el momento la respuesta del inversor ha sido refugiarse en activos defensivos, puede que haya llegado el momento de dar pasos más firmas en cartera.

Así lo plantea Neil Dwane, estratega global de Allianz Global Investors (AGI). Aunque su escenario central sigue siendo el de un acuerdo parcial, le da casi la misma probabilidad a que estalle una guerra fría con todas sus consecuencias. Es más, ve poco probable un escenario alcista (bull case) en el que se retiren todos los aranceles. De cara la próxima reunión del G20, como mucho espera que se reanude el diálogo sobre reanudar el diálogo. Volver a empezar, en esencia.

La tensión ha vuelto a escalar entre EE.UU. y China. “Estados Unidos está obligando a los países a posicionarse en la guerra comercial”, cuenta. Hace tan solo unas semanas Donald Trump se reunió con Shinzo Abe, el primer ministro de Japón, y varios empresarios del país. También ha mantenido conversaciones con Corea del Sur, que depende del apoyo estadounidense para lidiar con sus vecinos del norte. Cada vez es más complicado mantenerse neutral. Los americanos no van a permitir que haya quien juegue en ambos bandos en la cadena de producción y exportación.

Con esto en mente, el estratega aboga por hacerse las preguntas necesarias al componer su cartera. Por ejemplo, un inversor en bolsa americana deberá pensar si quiere tener Apple en cartera. “Porque si el siguiente paso es una respuesta de China e impone aranceles sus productos sus beneficios caen con fuerza”, afirma. Desde la perspectiva asiática, también hay consecuencias geopolíticas y corporativas. “Todos los países y compañías van a tener que pensar en cómo se va a desenvolver está dinámica. El mensaje en el sector tecnológico es hay que elegir. Como analistas estamos estudiando la cadena de suministro para entender quién notará la mayor disrupción si el asunto se complica más”, asegura.

Y si tuviera que declarar a un ganador, Dwane no tiene tan claro que vaya a ser Estados Unidos. Cuenta que en una reciente visita a varias tecnológicas chinas estas no se mostraron demasiado preocupadas por el veto a Huawei. Es más, afirmaban que en tres años ni siquiera dependerían de la tecnología estadounidense. “China está más cerca de la cima de lo que la gente piensa”, asegura el experto. Hace unos años el consenso era que Ericsson y Nokia se llevarían la mayor parte del pastel en el despliegue del 5G. “Pero la realidad es que apenas están ganando la mitad de los contratos”, cuenta Dwane. Huawei ha resultado ser un competidor más duro de lo esperado. No porque sean más baratos, sino que son mejores. En poco tiempo han cerrado la brecha tecnológica.  

Raymond Chan, director de inversiones en renta variable de Asia Pacífico de AGI, coincide. Y se justifica con cifras. En 2030, China será la región más potente en términos de PIB medido por poder adquisitivo y eso que para entonces su crecimiento se habrá moderado al 5%. Chan anima a los inversores a desprenderse de los sesgos del pasado. El concepto de una China contaminante ha caducado. “El país ha capado el uso de carbón y está invirtiendo en recursos naturales como el eólico o el solar”, asegura. Esa transición también lo nota la industria automovilística ya que sus consumidores están optando cada vez más por vehículos eléctricos.

“Lo que en Occidente parece que no entienden es que China logra su éxito escalando en la cadena de valor”, remarca Dwane. “Que los estadounidenses intenten interferir en la modernización de su infraestructura, manufacturación, consumo, etc. solo es interponerse en el camino de los objetivos a largo plazo de China”. La campaña China 2025 no es algo negociable. Es algo en lo que China no puede ni va a capitular.