El nacimiento de un nuevo mercado: el de los bonos COVID-19

Planta sobrevivir
Foto: Erik Kossakowski, Unsplash

La batalla contra el COVID-19 tendrá un coste enorme para la economía global. Se necesitarán cientos de miles de millones de dólares para hacer frente a la crisis y recuperarse en ella. El FMI había estimado una pérdida acumulada del PIB mundial de unos nueve billones de dólares, más que las economías de Japón y Alemania juntas. Una respuesta a este desafío es el naciente mercado de bonos COVID-19, que en algunas gestoras ven como una nueva área para la emisión de deuda de impacto, con similitudes a los bonos verdes y sociales. “Creemos que estos bonos pueden ayudar a abordar los desafíos sociales actuales y futuros de la pandemia”, afirman desde AXA Investment Managers.

Las estimaciones más conservadoras de la gestora apuntan a que el mercado de bonos COVID-19 podría alcanzar un tamaño de 100.000 millones de euros este año si se mantiene el ritmo actual. A principios de mayo la gestora AXA IM ya había invertido aproximadamente 230 millones de euros en estos nuevos bonos COVID-19. Estos bonos están alineados con la voluntad de los emisores de tomar medidas rápidas para combatir el virus y mitigar sus impactos sociales y económicos negativos.

Por lo general, los bonos de COVID-19 se emiten para dos cosas: financiar o refinanciar actividades que puedan contribuir a la lucha contra la enfermedad, mediante la vigilancia, el análisis y el apoyo a los servicios de salud pública; o ayudar a las empresas que se enfrentan a repercusiones económicas adversas, por ejemplo, prestando apoyo a las pequeñas y medianas empresas que se enfrentan a problemas de flujo de caja. Tal y como indican desde AXA IM, hasta el momento se han emitido dos clases de bonos COVID-19.

En primer lugar, están los bonos de propósito general (o bonos de operación ordinaria), como parte de un plan de respuesta más amplio de COVID-19 por parte del emisor. En segundo, los bonos de uso de los ingresos, que pueden ser emitidos bajo un marco que esté alineado con los principios y directrices de los bonos ecológicos, sociales y de sostenibilidad de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), o un marco específico de respuesta a COVID-19.