El primer bimestre de 2014

Hay momentos en que pareciera que los mercados financieros son el vivo ejemplo de espíritu de la contradicción, y los primeros 60 días del 2014 son una muestra de ello. El consenso esperaba la continuación, aunque un poco atenuada del rally accionario en EE.UU., un aumento en el retorno de los treasuries como consecuencia de la reducción de la compra programada de papeles de renta de la FED (Quantitative Easing).

Todo esto enmarcado en un entorno político internacional similar al cierre del año anterior, el cual se percibía como relativamente controlado, con focos de inestabilidad claramente identificados como podía ser el caso de Siria.

Sin embargo, pasó todo lo contrario a lo esperado. El rendimiento del treasury a 10 años, referente por excelencia de las tasas de interés en dólares cayó 30 puntos básicos desde el pasado diciembre para fluctuar alrededor de 2,70%; el mercado accionario cayó 6% en el mes de enero debido a un deterioro del ambiente económico de los mercados emergentes. Pero a principios de marzo, y en medio de la crisis ucraniana rompió un nuevo record alcista recuperando todo lo perdido a principios de año, luego de que los mercados financieros le mostrasen a Vladimir Putin que ni el mercado accionario ruso ni el golpeado rublo tenían la fortaleza requerida para aguantar la invasión de Crimea.

Acompañando a esta secuencia de eventos no esperados, el segmento de deuda de alto rendimiento en dólares tuvo un incremento de precios del orden del 2,7% en el lapso del bimestre, cayendo el rendimiento promedio de este sector de 5,6% el pasado diciembre a 5,2% al cierre de febrero (recordemos que los rendimientos de los bonos se mueven de manera inversa a sus precios).

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Estos niveles de retorno vuelven a acercarse a los mínimos históricos de mayo del 2013, por lo que cada vez es mayor el número de bancos de inversión que opinan que los bonos de alto rendimiento no están pagando lo suficiente para el nivel de riesgo que tienen.

Sin embargo, mientras las tasas de interés se mantengan cerca de los mínimos históricos la tentación a apoyarse en estos papeles se mantiene intacta.

Tomando en cuenta lo expuesto en los párrafos previos, no es de extrañar la recuperación vivida por la deuda venezolana denominada en dólares producida a partir de la última semana de febrero. Los Credit Default Swap a 5 años de la República (pólizas de seguro contra insolvencia de deuda) subieron con mínimas interrupciones desde principios de marzo de 2013, elevándose en ese lapso de 700 puntos básicos a 1700 a mediados de febrero valores no vistos desde el 2010. Una vez conocida la posibilidad de una flexibilización del régimen de control de cambio a través de nueva modalidad denominada SICAD II, hubo una importante reducción en el riesgo percibido, bajándose en escasas 2 semanas la cotización del CDS a 5 años a 1340 puntos básicos, lo que representa una caída de 21% con respecto al máximo histórico de los últimos años.

Es bien conocido el impacto positivo de esta medida tanto para la república como para PDVSA, pues se aumenta la disponibilidad de bolívares en ambos entes, reduciéndose el déficit fiscal en 4 puntos del PIB en el caso de la República, y aliviando el flujo de caja de PDVSA. Pero dado que el anuncio de flexibilización es incompleto hasta que no se conozcan los detalles de funcionamiento del SICAD II, pensamos que la fuerte subida responde además, en muy buena medida, a la disposición general a tomar riesgo que han mostrado los inversionistas en bonos de alto rendimiento en los dos primeros meses del año. Más que un voto de confianza a los planes del gobierno, es el reflejo de la presión por obtener mayores rendimientos a la que están sometidos los administradores de grandes portafolios de inversión que les obliga a tolerar niveles más altos de riesgo político, y loscomportamientos de los precios la deuda soberana de Venezuela y Ucrania del bimestre que recién termina dan fe de ello.