¿La ratio de Alfa y el Alfa de Jensen es lo mismo?

numeros-calculo-ratio
Volkan Olmez on Unsplash

Si por regla general la revisión y el análisis del rendimiento de los activos es algo fundamental para medir la calidad del gestor, en tiempos de crisis lo es aún más. Conocer los baremos en los que se mueve una determinada cartera de activos determinará cuál de las analizadas es la mejor opción de inversión. Y es que los ratios de rendimiento ofrecen información útil para la gestión, al mismo tiempo que garantizan un proceso consistente y disciplinado de gestión.

Uno de los ratios más conocidos es la ratio Alfa, que es la diferencia entre la rentabilidad de la cartera y el índice de referencia. Sin embargo, este cálculo obvia variables como el riesgo asumido, factor determinante para evaluar la calidad de gestión. Es aquí cuando entra en escena el indicador Alfa de Jensen. Fue Michael Jensen quien desarrollo la teoría de que el riesgo sistemático o riesgo de mercado sigue siendo lo más relevante para relativizar la rentabilidad de la cartera. De esta manera surge la ratio Alfa de Jensen que mide la diferencia entre la rentabilidad de una cartera y su rentabilidad esperada dado el riesgo sistemático. Este ratio es una medición más precisa de la calidad de la gestión, puesto que ajusta la rentabilidad por el nivel de riesgo frente al índice (medido a través de la beta).

De acuerdo con el alfa Jensen, la rentabilidad de una cartera puede descomponerse en dos elementos: la habilidad del gestor para tomar posiciones en su cartera conforme a las circunstancias del mercado (market timing), así como para reducir el riesgo inherente a su cartera mediante una adecuada diversificación de activos.

¿Cómo interpretar el Alfa de Jensen?

Si el resultado al hacer la ecuación es mayor que 0, y estadísticamente significativa, el gestor está aportando valor añadido al lograr batir al mercado teniendo en cuenta el riesgo asumido.

Si es igual a 0, el gestor está replicando al mercado teniendo en cuenta el riesgo asumido.

Si el resultado es menor que 0, la gestión llevada a cabo no logra obtener la rentabilidad que correspondería al riesgo asumido.

Con esta ratio, Jensen da un paso más respecto a Sharpe y Treynor ya que no sólo proporciona el exceso de rentabilidad obtenido por unidad de riesgo, sino que también nos informa directamente sobre si la cartera ha logrado batir o no al benchmark.

Sin embargo, David Cano, director general de Afi Inversiones Globales SGIIC, explica que “una vez más, conviene actuar con cautela, ya que el alfa de Jensen, de forma aislada, no proporciona una medida totalmente fiable”. Lo argumenta de la siguiente manera: “a pesar de que una cartera tenga una medida de Jensen positiva no deberíamos concluir tajantemente en si ha batido o no al mercado sin comprobar que esta medida es estadísticamente significativa. Esta medida no nos dice directamente el signo de la rentabilidad de la cartera en términos absolutos, sólo caracteriza la habilidad del gestor en términos relativos”.

Estas dos preguntas que expuso Cano en la Masterclass que organizó Afi pueden servir de orientación y mejor entendimiento de la diferencia entre Alfa y Alfa de Jensen:

¿Una cartera que se revaloriza menos que su índice de referencia tiene alfa negativo? “Sí, pero no necesariamente alfa de Jensen negativo. Si tiene menor beta y el peor comportamiento relativo es menor que proporcional a la menor beta, entonces su alfa de Jensen es positivo. Es decir, ganando menos que el benchmark, un gestor puede tener alfa de Jensen positivo”.

¿Y si se revaloriza más que su índice de referencia tiene alfa positivo? “Sí, pero no necesariamente alfa de Jensen positivo. Si tiene mayor beta y su mejor comportamiento relativo es menor que proporcional a su mayor beta, entonces su alfa de Jensen es negativo”.