El reto del análisis y el rastreo en la inversión temática ambiental

De izqda. a decha.: María Seco (BBVA), Vicente López (Bankinter), Sol Hurtado de Mendoza (BNP Paribas AM) y Marcos Aza (Santander AM). FundsPeople.

La inversión temática medioambiental abarca tecnologías e innovaciones en una gran variedad de sectores. Se trata de una disciplina relativamente reciente que ha implicado cambios en los procesos de selección de fondos y construcción de carteras. Responsables de varias entidades reflexionan sobre este tema en un desayuno organizado por FundsPeople y patrocinado por BNP Paribas Asset Management.

Vicente López, gestor de Bankinter, asegura que el proceso de selección de compañías es complejo, aunque en los últimos años se ha avanzado gracias a la taxonomía europea de actividades sostenibles y a la mejora de las mediciones. “Poco a poco hay una mayor sofisticación y empezamos a tener mayor claridad a la hora de invertir en empresas”, afirma López. Detrás de estas inversiones temáticas subyace fundamentalmente una revolución tecnológica.

“Son nuevos procesos de automatización que cambiarán la forma de hacer las cosas, nuevos desarrollos de actividades que eran impensables hasta no hace mucho. Ejemplos son la retirada de residuos en el espacio, minirreactores que prometen revolucionar la energía nuclear y ser mucho menos contaminantes, o empresas que hacen capturas de CO2”, indica López. “Cada día nos enfrentamos al reto de descubrir compañías nuevas, si bien también contamos con compañías de toda la vida como Vestas o Enel”, añade.

Riesgos en la selección

Para Marcos Aza, gestor del equipo de Quantitative Investment Solutions de Santander AM, el proceso de selección de fondos y construcción de carteras en estas temáticas es divertido e interesante. Pero no está exento de riesgos “de que nos den gato por liebre”. “En un mercado en el que el impacto ambiental se vende bien entre los inversores, se corre el riesgo de no saber identificar a las empresas que recurren a malas prácticas vía greenwashing”, advierte. 

“Este proceso plantea problemas que antes no teníamos y, desde el punto de vista cuantitativo, es complicado abordarlo porque no tienes datos. Pero al mismo tiempo supone una oportunidad porque la necesidad de contar con mediciones -tanto de impacto, como de rentabilidad o enfoque- está generando nuevas tecnologías para que se mejoren los procesos de análisis”, añade Aza.

A la espera de un mayor desarrollo de las variables de medición, hay que dirigirse hacia la parte cualitativa, que requiere mayores esfuerzos y más tiempo para evitar fraudes como los de Theranos, que también han proporcionado experiencia para mejorar.

Estrategias con vocación tecnológica

María Seco, gestora de BBVA AM, recuerda que la tecnología va íntimamente ligada a la inversión en medio ambiente. Según indica, los fondos que invierten en cambio climático en general tienen entre un 20 y un 40% de exposición a tecnología, unos porcentajes que pueden ser mucho más altos en el caso de los que apuestan por temáticas más específicas como movilidad sostenible.

“Es un campo, el de la tecnología, en el que hay que seguir avanzando y comprometiendo fondos porque es la única manera de ser competitivo en costes y poder llegar a un mundo de cero emisiones netas de CO2”, sostiene.

En el proceso de construcción de carteras, Seco considera que es preciso conocer muy bien cada vehículo. “Los que invierten en cambio climático suelen hacerlo en varias subtemáticas y dan más o menos peso a cada una dependiendo de dónde quieren hacer un mayor hincapié (eficiencia energética, movilidad sostenible, protección del medio ambiente o renovables)”, explica.

“También hay que ver hasta qué punto los vehículos en los que invertimos son puros o no. Hay gestores, por ejemplo, que exigen a las compañías que un mínimo del 20% de sus ingresos procedan de una temática en concreto, pero otros pueden elevar este porcentaje al 80%”, asegura Seco. Añade que hay fondos más exigentes que no permiten que una utility forme parte de una cartera si tiene exposición a energía nuclear o fósil, y otros que sí las incluyen si tienen una estrategia de descarbonización acorde con los Acuerdos de París.

“Hay que ser consciente de en qué vehículo invertimos, qué grado de pureza tiene, a qué subtemática tiene exposición, y que, además, invertir en cambio climático nos da por lo general una sobreexposición a sectores como el industrial, materiales y tecnología”, resume Seco.

Una demanda cada vez mayor

La gama de la inversión temática medioambiental es muy amplia porque la demanda cada vez es mayor, según señala Sol Hurtado de Mendoza, directora general para España y Portugal de BNP Paribas AM. “Nosotros llevamos más de 10 años con nuestro fondo BNP Paribas Aqua, que invierte en un abanico amplio y profundo de acciones defensivas y cíclicas relacionadas con el agua en toda su cadena de valor global. El agua será una temática que irá a más porque los recursos hídricos del planeta están sometidos a una presión considerable y abordar los problemas de demanda, calidad e infraestructuras requerirá una inversión de capital significativa en nuevas tecnologías y servicios”, apunta.

“Lo mismo ocurre con la alimentación sostenible, cuya trascendencia ha aumentado con la pandemia y donde la tecnología cumple un papel clave. Por ejemplo, a través de drones se puede comprobar que cultivos necesitan riego o fertilizantes, y mejorar su eficiencia”, reflexiona Hurtado de Mendoza. También hace referencia a la temática de transición energética, que implica desde el desarrollo de energías renovables, a la digitalización de las redes, el hidrógeno verde o la construcción sostenible.

“Se tocan muchos sectores y necesitas a especialistas. También ideas nuevas en temas como economía circular, blue economy, restauración de los ecosistemas, etc. El universo es muy amplio y requiere mucha información y mucho contacto con las empresas”, añade la directiva de BNP Paribas AM.