Emprender solo: una carrera de obstáculos que las EAFI salvan con acuerdos de colaboración

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El irregular, Flickr Creative Commons

La reestructuración del sistema financiero está llevando a algunos profesionales a crear empresas de asesoramiento en las que desarrollar su actividad fuera del paraguas bancario. En muchos casos, dan el paso solos, cargando sobre sus espaldas el peso legal, administrativo, burocrático, informático o tecnológico que supone su creación y mantenimiento. Frente a la figura de agentes bancarios, que les permitiría acceder a los servicios de una entidad financiera y centrarse solo en el asesoramiento, han sido seducidos por lo que definen como la independencia de la EAFI, que permite trabajar con múltiples productos y entidades.

Actualmente, hay casi 30 EAFI registradas en la CNMV que llevan en su nombre el de su fundador: algunas han incorporado con el tiempo a más empleados pero en otras el socio es el único trabajador en nómina, sobre todo en las más recientes, como las de Begoña Castro o Araceli de Frutos Casado. También hay EAFI constituidas como persona jurídica que, al menos en sus inicios, fueron o son unipersonales.

Emprender y trabajar solo no es fácil, pues el exceso de tareas puede afectar a la calidad del servicio. Por eso muchos creen que la situación no es sostenible a largo plazo, sobre todo cuando empiece a crecer el volumen que asesoran. Por eso, ampliarán su equipo o reforzarán sus acuerdos de colaboración. Acuerdos con bancos y gestoras, abogados, EAF –el órgano específico del Colegio de Economistas dedicado a las EAFI–, consultores o incluso con otras EAFI para ofrecer un servicio completo. Así, una de las posibles formas de la EAFI futura es la de un socio con tentáculos extendidos hacia entidades colaboradoras, si bien que eso sea suficiente o no dependerá del volumen que alcance la entidad.

“Se puede iniciar la actividad solo, pero si funciona bien será necesario apoyo técnico y quizá humano, pues con una sola persona no se puede llegar a muchos clientes”, opina David Gassó, fundador de Anchor Capital Advisors EAFI. Un apoyo humano que se puede encontrar tanto en empleados como en otras EAFI: “La colaboración con ellas puede ser la vía para mantenernos como entidades unipersonales”, dice De Frutos, aunque todo depende del volumen. “Cuando creas tu EAFI tienes que tener buenos colaboradores”, contaba Begoña Castro en una entrevista con Funds People.

Apoyos en la carrera de obstáculos

Para sacar adelante el proyecto sin socios que acompañen, las dificultades se distribuyen en distintas fases. En un primer momento, se concentran en la creación de la entidad y su registro. El asesoramiento de EAF, que trabaja actualmente con más de 70 asesores, es de gran utilidad. Una vez dadas de alta, también les presta apoyo para resolver los asuntos de cumplimiento normativo relativos a la ley sobre blanqueo de capitales o mercado de valores. Muchas EAFI delegan su departamento de atención al cliente en dicho órgano y contratan seguros de responsabilidad civil. Los controles de la CNMV y los requisitos de información al supervisor son otro punto en el que EAF les apoya.

Las EAFI deben asegurarse de que el cliente firma los contratos y consejos y han de registrar esas recomendaciones para cumplir con MiFID, algo que algunas hacen por sí solas y para lo que otras acuden a departamentos específicos de bancos que ofrecen servicios para EAFI, como Inversis o Bankinter. También Renta 4 tiene un servicio que les ayuda a elaborar los informes semestrales. Los asesores suelen apoyarse en los técnicos de la CNMV para cumplir los requisitos informáticos, por ejemplo referentes al sistema Cifradoc bajo el que tienen que enviar información al supervisor. También recurren a despachos de abogados o consultores para asuntos jurídicos y fiscales de sus clientes y a firmas especializadas para obtener datos de mercado.

Como ejemplo de estos acuerdos, Rafael Juan y Seva, en proceso de registrar su EAFI, montará lo que él llama un “consejo asesor”, formado por cinco o seis personas de distintos ámbitos relacionados indirectamente con el patrimonial, como expertos en fiscalidad, finanzas corporativas, seguros y patrimonio industrial o informática. Y la asociación Aseafi, aunque no ofrece servicios específicos más allá de resolver las consultas puntuales que puedan tener aquellos que están en proceso de registro, ha alcanzado acuerdos con diferentes entidades, como despachos de abogados, desarrolladores informáticos y empresas de auditoría y consultoría, con condiciones especiales para sus miembros.

Requisitos escalables

Lo que suelen hacer los socios de las EAFI unipersonales es encargarse de la administración y contabilidad como si se tratara de una empresa. “La auditoría no tiene sentido para una empresa unipersonal”, critica un asesor, convencido de que ese requisito debería ser escalable en función del volumen de la entidad. Considera que la CNMV debería exigir más para dar de alta a una EAFI pero luego ser más flexible con las autorizadas, haciendo proporcionales sus peticiones.

Como no es así, los expertos creen que la flexibilidad la podría dar más bien el tipo de cliente con el que se trabaja: “Si son minoristas, mediante carteras de fondos y con apoyo en alguna entidad con modelo de retrocesiones se puede sobrevivir. Si son institucionales, la carga burocrática disminuye, puesto que hay otras figuras implicadas que realizan parte del trabajo y los requisitos de información y documentación no son tan complejos”, dice Gassó.