¿Equidad?

Kamil Molendys, Unsplash

Nos gusta aprovechar estas semanas de transición que son producidas por estos feriados largos donde muchos inversionistas institucionales se retiran de los mercados, para tocar esos temas relevantes a los cuales el día a día no les da espacio pero que son parte de la dinámica que afectan los mercados financieros en general, y por supuesto en alguna medida también a los bonos, que son el objeto de seguimiento de esta columna.

La innovación genera efectos no sólo no deseados sino también difíciles de enmarcar en las reglas de negocios convencionales. Un ilustrativo ejemplo de esta situación lo encontramos en la reciente polémica sobre los sesgos de que podrían haber creado en el mercado accionario de EE.UU. las transacciones de los especuladores de alta frecuencia o HFT (High Frecuency Traders) por sus siglas en inglés.

Algunos de los fondos de inversión que usan la modalidad de HTF pagan a las bolsas de valores por tener acceso primero que otros actores a los flujos de órdenes de compra y venta de acciones aun no ejecutadas. A partir de estos datos, los HFT intentan predecir tendencias de movimientos de precios enviando una serie de orden de compra y/o venta, donde las primeras ordenes en ejecutarse dan señales de hacia dónde se mueven los precios, las ordenes no ejecutadas se cancelan y un segundo lote de ordenes basados en la información extraída de las primeras transacciones es enviado a las bolsas de valores con el propósito de lucrar anticipándose al resto de mercado.

El lapso en que transcurren los eventos descritos en el párrafo anterior es de millonésimas de segundos y para que los HFT obtengan beneficios no sólo se necesita acceso prioritario a conocer los flujos de órdenes no ejecutadas.

También se requiere que las órdenes que ellos generen se ejecuten antes que cualquier otra para capitalizar de la identificación temprana de la tendencia de precios.

La mayor velocidad de transmisión de datos la logran los HFT construyendo plataformas tecnológicas que pueden costar decenas de millones de dólares.

Investigaciones preliminares y opiniones de expertos sugieren que será muy difícil probar que el HFT constituye un delito, ya que el uso de esta información, que se ha adquirido legalmente a las bolsas de valores y que se ha usado para transar, no constituye una violación de las responsabilidades fiduciarias puesto que estos fondos de inversión no la tienen tales responsabilidades a diferencia de quienes forman parte del gobierno corporativo de las empresas sobre las cuales se hacen las transacciones u otros agentes como los intermediarios financieros convencionales que también tienen limitaciones sobre el uso de información privilegiada de las empresas para su propio beneficio.

Al no calzar estas conductas en las definiciones clásicas del uso desde información privilegiada como delito se crea un gran desafío al sistema legal que tendrá que generar nueva jurisprudencia.

En respuesta a las estrategias de HFT, a finales del 2013 se creó la IEX, que es la primera bolsa de valores poseída por compradores institucionales de títulos valores (fondos mutuales y de cobertura, empresas de seguros, etc), a diferencia de las bolsas de valores que conocemos hasta ahora que son básicamente agrupaciones de intermediarios financieros. La gran propuesta de valor de dicha institución es que eliminarán los beneficios de los HFT, ya que no venden a nadie información sobre el flujo de órdenes de compra y venta que pasan por sus manos.

El mercado genera sus respuestas para cuidarse del mismo mercado, pero el tema de la inequidad no es banal y este lo deben atacar los reguladores. Todavía la sociedad estadounidense, y muchos inversionistas globales no terminan de olvidar la forma en que se resolvió la Gran Crisis Financiera del 2008, en la que se obviaron asuntos como las erróneas calificaciones crediticias que ocultaban la verdadera naturaleza de los créditos hipotecarios que fueron vendidos en oferta pública, o las responsabilidades de los gerentes que promocionaron la venta de los productos financieros que posteriormente incumplieron en sus pagos. La equidad no puede tener precio.