¿Estamos realmente ante un punto de inflexión en los mercados de renta fija soberana?

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LendingMemo, Flickr, Creative Commons (http://www.lendingmemo.com)

La corrección de la deuda soberana de las últimas semanas ha llevado a muchos inversores a interpretarla como un signo de agotamiento de la clase de activo. Esto ha vuelto a poner sobre la mesa el debate en torno a la gran rotación. Para Charles McKenzie, director global de inversiones de renta fija de Fidelity, los mercados de renta fija no están mostrando signos de un punto de inflexión. “Ciertamente, la tendencia a corto plazo en los tipos de la deuda pública es alcista. Factores como el desplazamiento del foco de las políticas estadounidenses hacia el aumento del gasto público, el aumento de las expectativas de inflación y las persistentes dudas sobre la eficacia de la política monetaria nos hacen ser cautos sobre los mercados de bonos a corto plazo”.

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Sin embargo, McKenzie afirma que “muchas de las tendencias a largo plazo que han tirado a la baja de los rendimientos durante la última década siguen presentes”, en referencia al bajo crecimiento económico (lastrado por el deterioro de la productividad) y al envejecimiento de la población.

Para el experto, “el mayor lastre para los rendimientos es la deuda”. Parte de la constatación de que el endeudamiento de las economías desarrolladas está en máximos históricos, “por lo que la gran pregunta no es cuánto subirán los rendimientos, si no cuánto puede soportar la economía mundial”.

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Dos cambios importantes…

El representante de Fidelity considera que, sin ser las tendencias ya expuestas ninguna novedad, 2016 termina en todo caso con dos importantes cambios en el panorama económico y de inversión. El primero, que “el aumento del gasto público es una tendencia en marcha”. “Liderada por EE.UU., la combinación de rebajas de impuestos e inversión en infraestructuras probablemente impulse el crecimiento en 2017, aunque este efecto podría quedar mitigado por el deterioro de las tendencias de la globalización y la inmigración”, detalla.

No obstante, McKenzie recuerda que el margen para incrementar el gasto público es mucho más limitado en Europa, donde cuenta con la restricción impuesta por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. “Afortunadamente, lo peor del ajuste del gasto ya ha pasado, por lo que en 2017 se espera una postura más neutral”, indica.

El segundo cambio, “y posiblemente el más importante para los bonos”, vendrá de las políticas que marquen los bancos centrales. “Rodeada de un ejército creciente de críticos y una desconexión cada vez mayor entre las compras de activos y la actividad económica real, la política monetaria extraordinaria ha tenido importantes efectos secundarios”, subraya el experto.

Éste destaca los efectos no intencionados de estas políticas: incremento de la desigualdad de la riqueza y penalización a ahorradores y fondos de pensiones (lo que agrava los retos demográficos que afrontan las economías desarrolladas). “Todo eso obliga a los bancos centrales a superar su papel tecnocrático y los empuja hacia la arena política, donde se sienten más incómodos”, resume el experto.

…y un gran riesgo

En su opinión, el mayor riesgo en 2017 y años sucesivos es que “se produzca un cambio en la independencia de los bancos centrales y sus objetivos”. McKenzie considera que, en general, “la macroeconomía tiene pocas probabilidades de mostrarse lo suficientemente fuerte como para permitir a las autoridades embarcarse en un importante endurecimiento monetario en 2017”, con EE.UU. como excepción: “Ante el moderado aumento de la inflación y los estímulos presupuestarios, la Fed debería subir los tipos 50 puntos básicos durante el año, un ritmo algo más acusado de lo que espera el mercado”.

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“En general, aunque las señales a corto plazo apuntan a subidas de los rendimientos, esperamos una combinación de políticas monetarias expansivas en todo el mundo y una reafirmación de las fuerzas a largo plazo que actuarán como tope para los rendimientos de la deuda pública en 2017”, concluye McKenzie.