Fidelity: Cuatro razones para ser optimista con respecto a la renta variable europea

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Foto cedida

El castigo que han sufrido los parqués europeos ha sido tan grande y ha durado tanto tiempo que “los participantes del mercado pueden ser perdonados por tener un sano nivel de escepticismo hacia la región”. De hecho, “es difícil recordar lo que son las buenas noticias”, pero ahora es un buen momento para volver a pensar en positivo. Estas reflexiones pertenecen a Alexandra Hartmann, veterana gestora de Fidelity Worldwide Investment (lleva trabajando para la firma desde 1994) y máxima responsable de la cartera del FF Euro Blue Chip Fund desde 2007. 

¿Qué razones tiene Hartmann para ser optimista con la bolsa europea? Pues concretamente, cuatro. La primera, por el extraordinario abaratamiento de los costes de financiación: las rentabilidades de los bonos soberanos a diez años se han reducido de media 175 puntos básicos desde el segundo semestre de 2013, “lo que debería animar un repunte del gasto en consumo y del capex”. En segundo lugar, el abaratamiento del petróleo contribuye a incrementar el poder adquisitivo de los consumidores. “La gran caída del precio del petróleo en los últimos seis meses ha reducido no sólo el precio del tanque de gasolina, también la factura de la luz, proporcionando un impulso muy necesitado para el gasto en consumo”, constata la experta. 

La tercera gran razón ha sido el cambio de mentalidad del BCE, definitivamente decidido a imprimir dinero para revitalizar la eurozona. A esto se debe añadir el proceso de saneamiento de la banca europea: “Se han reparado los bancos de la eurozona, tienen capital adecuado y están listos para conceder préstamos”, indica la gestora. Finalmente, la cuarta razón viene de la mano del euro, que se encuentra en mínimos de 11 años frente al dólar, lo que supone un empujón a las empresas exportadoras europeas. Hartman indica que cada descenso de 20 céntimos del euro se puede traducir en un incremento del 5% en el beneficio operativo de las empresas europeas. “Es difícil ver que esta tendencia se revierte dadas las fuerzas relativas de los balances de la Reserva Federal y el BCE, y el camino probablemente divergente de los tipos de interés en las dos regiones”, concluye la experta en este punto. 

Más factores de apoyo por fundamentales y por técnicos

Estas son grandes razones estructurales, pero Hartmann no pierde de vista que las empresas europeas presentan gran potencial de subida gracias a una combinación de factores fundamentales y técnicos. Comienza la segunda parte de su análisis fijándose en que algunas industrias europeas presentan ahora mismo signos de sobrecapacidad; si a esto se le añade el entorno de baja inflación, entonces pueden tener problemas para poder fijar sus precios frente a la competencia. 

¿Qué tiene esto de bueno? “Obliga a las compañías a mirar otra vez seriamente su base de costes, a centrarse en la productividad para mantener o impulsar la rentabilidad a pesar del limitado crecimiento de las ventas. Otras compañías se están reposicionando a sí mismas. Las unidades marginales de negocio no necesariamente tienen que permanecer con ellas, quizá alguien pueda gestionar mejor el negocio. Se depura, se buscan mejores dueños y se utiliza el efectivo de forma más eficiente. Se realizan adquisiciones y se refuerza la posición en el mercado”, resume la gestora. 

También está la cuestión de la valoración. La experta llama la atención sobre el hecho de que en los últimos 26 meses el mercado de renta variable de la eurozona denominado en dólares ha cotizado un 25% por debajo del de la renta variable americana. “Mientras que el mercado europeo no está barato, está adecuadamente valorado”, indica Hartmann, que defiende que la razón para mirar ahora aunque ya no haya gangas es, entre otras cosas, porque “los beneficios deberían empezar a subir otra vez gracias a la caída del euro y el precio del petróleo, y los valores reaccionan a las ganancias”. 

Otro elemento de apoyo respecto a las valoraciones es que la desviación estándar de los múltiplos de PER se encuentra en un mínimo de 20 años. “En otras palabras, el mercado actualmente no está distinguiendo en realidad entre lo bueno y lo malo, entre crecimiento alto o bajo, mucho riesgo o poco riesgo, pero esto cambiará”, explica Hartmann. En su opinión, “esto es el final de la apuesta por la beta de los fondos indexados y ahora es el momento de explotar esta anomalía a través de una selección bottom-up”. “El beneficio reside en elegir las compañías buenas más que comprar la media”, añade. Con la media se refiere a que, “en un entorno de baja inflación, cada punto adicional de rentabilidad es muy importante para incrementar la construcción de capital”, de ahí la necesidad de evitar valores que se sitúan en la media. 

Desde el punto de vista técnico, la gestora vaticina que “los flujos de capital también proporcionarán apoyo y en este punto la caza de rentabilidad es una fuerza ubicua”. Ante eventos inéditos, como una reciente subasta de deuda alemana a cinco años que fue colocada con un cupón del 0%, la experta de Fidelity se pregunta cuánto más podrá durar esta situación. 

¿Cómo será la inversión en 2020?

Alexandra Hartman recomienda tener una visión de largo plazo a la hora de invertir en bolsa. Por ejemplo, cinco años. Ahora bien, ¿cómo será invertir en Europa en 2020? La gestora anticipa algunas tendencias que están gestándose en la actualidad y que podrían vivir su plenitud de aquí a dentro de cinco años. “Puede que estemos usando coches sin conductor. Un puñado de compañías de componentes de automoción habrán proporcionado la tecnología, los sensores y los cables para hacer que esto suceda”, comenta en primer lugar.

Otra tendencia a la que asigna probabilidad tiene que ver con el sector farmacéutico: “También estaremos en el medio de un nuevo ciclo de medicamentos de 17 años en la industria farmacéutica, con un número masivo de nuevos lanzamientos”. Esta tendencia se verá apoyada en su opinión por la demografía del continente de aquí a dentro de diez años: “La mitad de la población europea tendrá 50 años o más, a no ser que se realice un cambio significativo en las leyes de inmigración. Esto proporcionará oportunidades crecientes para los productos y servicios que se pongan en marcha hacia esta tendencia demográfica”, concluye.