Céline Giffard Foret, responsable Departamento de fondos Self Bank
Hace diez años, los inversores más precursores fueron los que supieron ver en los mercados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) una increíble oportunidad de inversión. Al inicio del 2000, eran todavía pocos los que se lanzaban a la conquista de estos nuevos mercados que representan las cuatro mayores potencias económicas emergentes. Los BRIC, que tienen en común una gran población, un enorme territorio con importantes recursos naturales y tasas de crecimiento muy por encima de los países desarrollados, han visto cómo en diez años su peso en la capitalización bursátil mundial ha podido llegar a multiplicarse por veinte como es el caso de China. El país del sol naciente inauguraba la década sin apenas representación bursátil, 0,4% del total, y ahora supera el 8%. Mientras que en el año 2000 EEUU representaba cerca del 50% de la bolsa mundial, ahora su peso no alcanza el 31%.
Este crecimiento protagonizado por los países emergentes ha llevado a los gestores a un proceso de adaptación de sus carteras. Si hace diez años era casi impensable incluir países emergentes porque era muy arriesgado, ahora muchos de ellos se encuentran presentes en las carteras de los inversores.
Ahora bien, el entusiasmo por los BRIC ha llevado estos mercados a niveles que ya no les hacen tan atractivos, especialmente para India y China, la primera cotizando a un PER de 18,35x frente a una media histórica de los últimos diez años de 17,10x, y la segunda a un PER de 15,53x frente a las 15,25x de promedio para la última década. Rusia en cambio se encuentra especialmente barata (8,31 x vs 11,62x).
Bajo estas premisas, creemos que la llamada zona EMEA podría tener en estos momentos el mismo atractivo que tenían los BRICS hace diez años cuando pocos eran los que apostaban por ellos. Las regiones de Europa emergente, Oriente Medio y África son zonas con mayor inestabilidad política pero que ofrecen oportunidades de inversión con mayores retornos. Detrás de EMEA, como región para invertir, subyace la idea de que el crecimiento de China e India creará un efecto en cadena que beneficiará sobre todo a África, Rusia y los países de Europa oriental debido a sus abundantes recursos naturales.
Para invertir en EMEA, yo delego la gestión de mi posición a Nick Price, gestor del Fidelity Funds EMEA Fund, quien explica que el fondo no invierte ni en China ni en India pero que ambos países son vitales para explicar el desarrollo de otras zonas emergentes. A medida que China e India continúan industrializándose, la demanda de petróleo y materias primas – por ejemplo el platino que se utiliza para los catalizadores de los coches - va creciendo, beneficiando a Rusia o a empresas mineras de Sudáfrica. También la rápida urbanización está generando mejoras en las infraestructuras de los EMEA y los elevados niveles de crecimiento del PIB se han traducido por una mayor capacidad de consumo y el desarrollo de empresas de servicios.
El fondo tiene entre 70 y 90 valores en cartera y su índice de referencia es el MSCI Emerging EMEA Index (Capped 5%). Podrá estar invertido en un valor un 10% más o menos que el índice y en un sector un 4% más o menos que el índice. No invierte en ningún valor del cual no pueda salir en 5 días máximo. La liquidez y el free float priman sobre los demás criterios a la hora de seleccionar títulos, aunque el estilo de gestión favorece las compañías de valor. A nivel sectorial, el fondo está principalmente invertido en el sector financiero, y a nivel geográfico, en Sudáfrica.
La región EMEA ha caído menos que el mercado americano en lo que va de año (-3,38% EMEA Index vs. -4,50% S&P500 Index a cierre del 16 de julio, en dólares) y en el mismo periodo, el fondo lleva más del 10% de rentabilidad.