Fórmulas para combatir a la inflación: invertir en agua

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Tambako the Jaguar, Flickr, Creative Commons

Tras un largo periodo de tipos de interés bajos e incluso negativos, muchos inversores han vuelto la vista hacia los activos reales, los cuales creen que resultan atractivos ante la perspectiva de inflación. Hay que tener en cuenta que la confianza de los consumidores está aumentando en Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y que un mercado alcista, favorecido por la inversión en infraestructuras y rebaja de impuestos e inflación, favorece a los activos reales y es un escenario perfecto para la inversión, por ejemplo, en las industrias del agua. Así lo explicaba Marc Olivier Buffle, especialista de fondos temáticos de Pictet AM, en una presentación realizada recientemente en Madrid en la que aseguraba que, si se diera un mercado bajista, la inversión en industrias del agua debería hacerlo mejor que otras estrategias en acciones, pues cuenta con un componente defensivo.

En su opinión, si la inflación aumenta hay que proteger la cartera, algo que proporcionan los activos reales. En general, los inversores clasifican como activos reales la madera, tierras agrícolas, infraestructuras privadas y cotizadas y compañías relacionadas con recursos básicos. “Estas compañías suelen contar con mecanismos para pasar inflación a los consumidores. La sensibilidad a la inflación es destacable en energías alternativas, capital privado, gas, agua y multi-servicios. Además, algunos inversores institucionales consideran la inversión temática parte de su asignación a inversión alternativa, que incluye infraestructuras, activos inmobiliarios y capital privado. Pero muchos no tienen acceso a inversiones de capital privado y para ellos la liquidez es crítica”, reconoce el experto.

En este sentido, Buffle recuerda que la ventaja de invertir en activos reales mediante empresas cotizadas incluye menores requisitos de inversión, liquidez diaria, mayor diversificación geográfica y posibilidad de posiciones tácticas para ajustar el nivel deseado de exposición cíclica o defensiva, además de transparencia. “Estas empresas deben contar con mecanismos de poder de imposición de precios y flujos de caja sostenibles. Es el caso del transporte, agua, electricidad, gas y redes fijas de telecomunicaciones. Otras industrias, sin embargo, tienen que negociar contratos como productores independientes de energía, energía renovable o almacenamiento de agua, mientras que en otras empresas, como las mineras, su activo va decreciendo con el tiempo y, en algunos casos, deben aceptar los precios de los mercados”, asegura.

Según explica, el crecimiento de las tarifas del agua es mayor y más estable que el petróleo. “El agua es una parte muy pequeña de los ingresos disponibles y es posible aumentar las tarifas para reflejar los costes de las correspondientes infraestructuras, eliminando subsidios, sin que afecte demasiado a las economías familiares. Hay que tener en cuenta que el aumento de tarifas está relacionado con aumento de la inflación y con inversión en capital fijo. En concreto, la inversión en capital fijo e ingresos de empresas relacionadas con negocios de agua regulados en Estados Unidos crece al 6% anual compuesto desde 2003 y hay una alta correlación entre la rentabilidad sobre recursos propios aceptada por los reguladores y los tipos de interés a corto plazo de la Reserva Federal”.

Así pues, Buffle considera que, en un entorno de aumento de tipos de interés, estas empresas se pueden comportar mejor, sobre teniendo cuenta que las necesidades de inversión en capital fijo son más grandes que nunca. “Además los periodos de aumento de inflación suelen ser de mejora económica, con mayor capacidad de estas empresas para que los reguladores acepten sus propuestas de inversión y correspondiente aumento de tarifas”. El experto de Pictet AM, gestora que posee el Pictet Water, fondo con la calificación Blockbuster Funds People, también subraya que las necesidades de globales infraestructuras son de un billón de dólares por año hasta 2030.

“El potencial es apreciable. De hecho el mercado del agua global es aún de sólo de 600.000 millones de dólares, aunque crece al 6% anualmente, por encima del PIB.  Hay que tener cuenta que gran parte de las infraestructuras del agua siguen siendo propiedad de los municipios: en 2015 el 85% de la población mundial, 6.222 millones de personas, recibían suministro de agua de municipios y el 15% de empresas mixtas público privadas, pero la estimación es que para 2030 el 22% de la población mundial reciba suministro de agua de empresas mixtas. En Europa, el 31% de la población ya tiene servicio de empresas mixtas y el crecimiento previsto es menor, pues ha habido un intenso proceso de privatización de operación de infraestructuras en Francia e Inglaterra. Sin embargo, en Norteamérica el crecimiento esperado de la población servida por empresas es casi del 50% y en Asia de casi el 100%”, revela.

El otro segmento de empresas relacionadas con el agua está formado por compañías de tecnología y componentes que proporcionan servicios y productos a infraestructuras. “Un ejemplo de aplicación tecnológica se está dando en Nueva York, donde se trata el agua mediante rayos ultravioletas, capaces de dañar el ADN de determinados microrganismos, pues se ha descubierto que son resistentes al cloro. Para este proceso es necesario miles de bombillas que deben ser reemplazadas año tras año y son proporcionadas por la norteamericana Danaher. Además, hoy día es posible medir la cantidad de uso de agua en el hogar. En Corea una compañía proporciona aparatos dotados de membranas que alquila a familias que permiten mejorar la calidad del agua, un modelo de negocio de consumo, pero como si se tratase de una empresa de servicios públicos descentralizada”, ejemplifica.