Green washing y greenium, dos términos que añadir al diccionario ISR

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Artículo escrito por Santiago Igual, Analista de inversiones en Portocolom Asesores EAF

La emisión de deuda sostenible es una opción cada vez más presente para los emisores a la hora de acudir a los mercados de capitales en busca de financiación. Cada año se marcan récords en número de emisiones, tamaño y número de emisores involucrados.

Siendo el mercado más desarrollado el de los bonos verdes, este año hemos asistido a un aumento considerable de los bonos sociales debido en gran parte a la crisis sanitaria en la que estamos inmersos. Recordemos que los bonos verdes y sociales destinan directamente la financiación recibida a proyectos medioambientales o sociales. Los bonos sostenibles también destinan la financiación a proyectos concretos con objetivos combinados (tanto medioambientales como sociales).

Por otro lado, la deuda ligada a sostenibilidad, a diferencia de los bonos verdes, sociales o sostenibles, no dedica la financiación captada exclusivamente a proyectos social o medioambientalmente beneficiosos, sino que captan financiación para las operaciones normales de la organización. Las características de la emisión varían en función de si se consiguen ciertos objetivos de sostenibilidad a nivel de la compañía en su conjunto. Por ejemplo, en 2019, la compañía italiana de energía Enel lanzó el primer bono ligado a sostenibilidad. La emisión, de 1.500 millones de dólares, aumentaría el cupón en un 0,25% en caso de que la compañía no cumpla con los objetivos medioambientales fijados.

Este aumento del mercado de deuda sostenible tiene dos causas fundamentales. El conocido como greenium, es una prima en precio que suele pagar el comprador de un bono verde en comparación con otro bono de la misma compañía que no tenga características sostenibles. Es una de las características que hace más atractiva esta financiación para el emisor, que es más barata. La otra es la imagen que proyecta el emisor de conciencia medioambiental o compromiso social. Aquí es donde puede aparecer el conocido problema del "green washing".

El green washing consiste en utilizar herramientas de márketing para vender como sostenible algo que no lo es. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y sus 169 metas dejan un margen de interpretación que da pie a que muchas corporaciones simplemente cambien su discurso mientras siguen haciendo lo que siempre hacen. Por ejemplo, el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico) daría pie a que cualquier empresa justifique su contribución a los ODS por el simple hecho de crecer en tamaño, y que emita financiación sostenible ligada a este tipo de objetivos más financieros.

Para intentar paliar este tipo de prácticas, recientemente ICMA (International Capital Market Association) ha publicado su guía de mejores prácticas para emisores de bonos ligados a sostenibilidad (Sustainability-Linked Bond Principles). Tal y como ya había hecho para los bonos verdes y sociales.

En la reciente publicación de ICMA, la asociación menciona cinco características fundamentales que toda emisión de bonos ligados a sostenibilidad debe tener: selección de indicadores que evaluarán el desempeño en sostenibilidad (Key Performance Indicators), objetivos para dichos indicadores (Sustainability Performance Targets), características del bono, cómo se realizará el reporte, y verificación externa de la consecución de los objetivos.

Esta guía debería servir para que más compañías se animen a emitir este tipo de financiación y para evitar en la medida de lo posible el green washing. Aun así, la industria aún tiene que evolucionar mucho para que se afiancen unas prácticas sólidas. Estamos en el principio.