Deuda subordinada financiera: qué es y por qué gusta tanto a los gestores

Fuente: Towfiqu-barbhuiya (Unsplash)

La deuda subordinada financiera es una herramienta que permite optimizar la estructura de capital de los bancos. Se trata de un título de renta fija que emiten normalmente las entidades de crédito ofreciendo una rentabilidad mayor que otros activos de deuda. Pero vayamos por partes.

¿Cuál es el origen de la deuda subordinada financiera?

Tras la crisis de 2008, los reguladores realizaron ajustes que restringieron tanto el apalancamiento como la utilización del capital de las instituciones financieras. Los bancos centrales obligaron a las entidades bancarias a mantener unos rigurosos niveles de capitalización. El objetivo era garantizar el correcto funcionamiento de su actividad en cualquier tipo de escenario, especialmente en tiempos de crisis. Por ello, con el fin de que la entidades bancarias consiguieran liquidez, emerge la deuda subordinada financiera.

¿Qué supone esta clase de activo para los bancos?

Esta clase de activo mejora el balance de las entidades ya que cumple con los requisitos de capital con un coste inferior al de las acciones ordinarias, mejora la rentabilidad de los bancos y refuerza su calificación. Además, estos activos son reconocidos como fondos propios por las agencias de rating.  Pero, ¿dónde se sitúa este tipo de deuda subordinada en la estructura de capital de un banco?

Estructura de capital de un banco

El balance de un banco está compuesto por un activo y un pasivo. En el primero se engloba, de forma simplificada, los préstamos que concede, las inversiones que mantiene y la caja o efectivo. Por su parte, en el pasivo, encontramos los depósitos de los clientes y las demás fuentes de financiación de la entidad en los mercados de crédito. Finalmente, los bancos cuentan con una posición de capital propio que juega un papel muy relevante a la hora de financiar la actividad prestataria y de absorber posibles impagos.

Por ello, además de la posición de capital principal, compuesto principalmente por posiciones propias en el capital del banco y ganancias acumuladas, el banco emite instrumentos AT1, la deuda subordinada financiera de la que estamos hablando, y Tier 2 que le permiten completar su posición. Si quieres saber sus diferencias, pincha en el siguiente link.

Según Basilea III los bancos deben mantener una ratio de capital principal, denominado CET1 (CET1/activos ponderados al riesgo) mínimo del 4,5%, así como una ratio de capital total del 8%. Sin embargo, los reguladores nacionales han establecido mínimos de capital más estrictos que los estándares mundiales. Todo dirigido a garantizar que sus sistemas bancarios son capaces de afrontar la coyuntura financiera de peor orden sin tener que recurrir a ningún tipo de rescate empleando el erario público.

Características de la deuda subordinada financiera

En esta entrada nos centramos en los bonos AT1, que son los instrumentos de menor seniority que un banco puede emitir. No tienen vencimiento (son perpetuos con opciones de reembolso anticipado) y están diseñados para absorber las pérdidas sin afectar el curso de las operaciones de la entidad. En caso de que la posición de solvencia se deteriore, se cancela los cupones o se convierte temporal o permanente del principal en capital o acciones del banco.

Este mecanismo se activa cuando la ratio de capital CET1 del banco emisor cae por debajo de un umbral o trigger (normalmente entre 5,125-7% dependiendo de cada regulador nacional). Alcanzado este nivel, los bonos se convierten en acciones del banco o se amortizan por completo según las condiciones de cada de tipo de papel o emisión.

¿Qué es lo que debe tener en cuenta el inversor?

Además del riesgo de crédito del emisor como en cualquier producto de renta fija, uno de los principales riesgos de estas emisiones es el riesgo de no reembolso. Si bien esta deuda subordinada ofrece mayor rentabilidad, esta se logra a cambio de perder capacidad de cobro en caso de extinción y posterior liquidación de la entidad, ya que está subordinado el pago en orden de prelación en relación con los acreedores ordinarios.

Otro de los factores que debemos tener en cuenta es que este tipo de instrumentos cuentan con una estructura perpetua, pero con la posibilidad de ejercer un vencimiento anticipado. La normativa es suficientemente clara para entender que el riesgo de extensión influye en las decisiones de inversión de la clase de activo. A la hora de invertir en un AT1, es importante tener en cuenta este riesgo. Por lo tanto, es necesario considerar tanto el rendimiento potencial de la opción de compra cuando sea posible, como el impacto de una ampliación en el precio del bono.

Si quieres profundizar en el tema, te recomendamos leerte el módulo de formación de FundsPeople Learning: Deuda subordinada financiera. Claves para entender esta clase de activo, en colaboración con Tikehau Capital.