Reflación: qué es y cómo afecta a los mercados

Interrogación
Foto: Noeslistar, Flickr, Creative Commons

En las últimas semanas en el mercado se ha vuelto a hablar de un término económico-bursátil que hacía tiempo que no se mencionaba: el reflation trade. Se ha hecho tras varias sesiones asistiendo a alzas en las rentabilidades de los bonos, sobre todo en el mercado americano, y ante la expectativa de que estemos ante un cambio de tendencia en el mercado de bonos, que tanto se ha beneficiado hasta ahora de esa política de tipos de al 0% de los bancos centrales.

Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de reflation trade? Se trata de un término anglosajón que determina el tipo de activos o mercados en los que debe posicionar su cartera un inversor para beneficiarse de una hipotética reflación y que básicamente son los activos de riesgo y las materias primas ya que tiende a asociarse la reflación con la inflación. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿qué es la reflación?

¿Qué es la reflación?

Se trata de un término creado por en 1934, justo después de la Gran Depresión de 1929, por el economista Irving Fisher, el mismo al que debemos otro término como el efecto Fisher, en su nota Reflation and Stabilization, que habla de que la expectativa de una expansión económica acompañada por presiones inflacionistas y estímulos generados por políticas  expansivas, ya sean fiscales o monetarias. Y es por ello que lo habitual es que esa reflación se de siempre tras una recesión y sea el periodo previo a una expansión económica que, en teoría, debería traer consigo la retirada de los estímulos para evitar un sobrecalentamiento.

¿Por qué se habla ahora de reflation trade?

La crisis del COVID-19 llegó con la artillería de los bancos centrales ya en avanzado estado ya que el mundo asistía a una política de tipos al 0% desde hacía tiempo. Pero la gran novedad de la pandemia fue la política fiscal que llevaron a cabo casi todos los Gobiernos. El objetivo, acortar ese periodo de recesión que provocó la crisis del coronavirus.

La reacción de los mercados fue en un principio alcista tanto para la renta variable como para la renta fija. Pero en las últimas semanas, y también al calor de un nuevo paquete fiscal en el EE.UU de Joe Biden y con la publicación de unos datos de inflación superiores a lo esperado tanto en EE.UU como en Europa, los inversores han empezado a deshacerse de bonos para comprar activos de riesgo.

De hecho, según los datos de Refinitiv, solo en Europa en las cuatro primeras semanas del año  la clase de activo más vendida en las primeras cuatro semanas de 2021 fue la renta variable. Y solo en la última semana, esta vez con datos de Bofa Securities, en los fondos de bolsa entró más del doble de dinero que en los de renta variable. Se explica así el fuerte repunte de la rentabilidades de los bonos, ya no solo en los últimos días sino en lo que va de año.

Por ejemplo, el Tnote ha pasado del 0,9% al 1,37%, mientras que el bund cotiza ahora a -0,34% frente al -0,59% de enero.  "Los mercados volvieron a entrar en el modo de reflación, después de que la preocupación por el aumento del número de mutaciones del coronavirus interrumpiera esa operación en semanas anteriores", afirma David Alexander Meier, economista de Julius Baer. Y destaca también que al menos en EE.UU ya se empieza a descontar un alza de tipos en 2022. Al fin y al cabo, los resultados empresariales han sido mejores de lo esperado y las tasas de inflación van al alza, lo que podría llevar a los bancos centrales a iniciar su retirada.

¿Es demasiado pronto para esta jugada?

Si la inflación es uno de los grandes riesgos del mercado para este año es precisamente por el miedo a que un alza muy abrupta de la misma sea suficiente como para que los bancos centrales empiecen a retirar su apoyo a los mercados. Con el riesgo de que, como ya sucedió en el pasado, se produzca un nuevo tapper tantrum.

"A juzgar por sus palabras, los bancos centrales no tienen ningún deseo ni razón para temer las presiones inflacionistas. Ya han reconocido que las cifras de inflación aumentarán considerable y probablemente incluso superarán los objetivos de inflación en los próximos meses", afirma Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF.

De hecho, Ariel Bezalel, gestor de Jupiter AM, no considera que la inflación suponga a día de hoy una amenaza a largo plazo. "Mi opinión es que los defensores del reflation trade pueden haberse adelantado y que seguiremos en un entorno de tipos bajos durante más tiempo. Llevamos mucho tiempo argumentando que la deuda, el envejecimiento de la población y los trastornos provocados por la globalización, la tecnología y la mano de obra barata seguirán impulsando la deflación a largo plazo".

Adrien Pichoud, responsable de las estrategias multiactivos de Oyster (IM Global Partner), coincide en que las fuerzas de largo plazo como la demografía, tecnología o deuda siguen actuando de tope para una inflación a largo plazo. Pero defiende que es buen momento para posicionar la cartera para una reflación de corto plazo. "Lo que hay que tener en un escenario de reflación son activos reales y renta variable, que se benefician de un alza de la inflación y del crecimiento. Por eso en nuestros fondos multiactivos estamos al máximo de exposición en renta variable, sobre todo a sectores más cíclicos, incluyendo el sector de finanzas", afirma.