¿Ha llegado a su fin el ciclo alcista del oro?

Wagner
Foto cedida

La cotización del oro ha bajado casi un 20% con respecto a septiembre de 2011. ¿Este descenso representa una simple corrección o marca el final del ciclo alcista iniciado hace 12 años? Guy Wagner, economista jefe de Banque de Luxembourg Investments, señala que quienes piensan que el ciclo alcista del oro ha llegado a su final son los que consideran que la crisis está en vías de resolución y que la economía mundial está en la senda de una recuperación duradera. “Si ese fuera el caso, las políticas monetarias en los principales países industrializados se normalizarían progresivamente y el metal amarillo perdería su atractivo como valor refugio y garantía contra el riesgo sistémico”.

En un informe publicado por el gestor bajo el título El oro: ¿corrección temporal o final de un ciclo alcista?, Wagner opina que los factores a favor del oro siguen presentes: en el entorno económico actual caracterizado por un sobreendeudamiento y por tendencias deflacionistas, los bancos centrales seguirán aplicando políticas monetarias expansivas, que supondrán una depreciación del papel moneda mediante tipos reales negativos. “Dichas políticas favorecen el recurso al endeudamiento y conllevarán una asignación del capital ineficaz, inversiones no productivas y un riesgo de que se produzcan burbujas especulativas”.

Según explica Wagner, la idea de que los bancos centrales, llegado el caso, podrán retirar rápidamente la liquidez excesiva que ellos mismos han inyectado, y normalizar los tipos de interés no es creíble en un contexto de sobreendeudamiento. “La necesidad de realizar reformas estructurales para mejorar de manera duradera las finanzas públicas de los países industrializados choca con las realidades del proceso democrático y la confianza en la integridad de los gobiernos y los bancos centrales no deja de disminuir. Al mismo tiempo, aumenta la necesidad de un valor refugio”.

La cotización del oro está determinada fundamentalmente por la demanda de oro con fines de inversión, en contraposición a la demanda con fines industriales, que se mantiene relativamente estable. Por lo que respecta a la oferta, tras el aumento sustancial que se produjo en la década de los 90, la producción de oro se encuentra estancada desde el año 2000. La prioridad de las empresas auríferas es cada vez más la maximización de los excedentes de tesorería, en lugar de la maximización de su producción. Y ello no permite entrever un aumento sustancial de la oferta en los próximos años, señala el experto.

“En la actualidad, reina la calma. Los mercados de renta variable suben y su subida parece convencer a un número creciente de observadores de que la economía mundial está en la senda de una recuperación duradera. Incluso la crisis de la zona euro ya no parece preocupar demasiado a los inversores tras las declaraciones del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de que se haría todo lo necesario para salvar el euro. Mientras persista esta calma, el oro seguirá resultando poco atractivo. Es más, podríamos ser testigos de una continuación de las salidas de capitales de los fondos indexados que invierten en oro. Así pues, esos fondos se verían obligados a vender oro físico para hacer frente a esas salidas, lo que crearía una especie de círculo vicioso”.

Un entorno todavía favorable para el oro

El riesgo de que se produzca un nuevo descenso del precio del oro sigue presente. “Los adeptos al análisis técnico señalarán que un soporte importante se encuentra en torno a 1.550 dólares y que, en caso de ruptura, podrían producirse ventas sustanciales. Sin embargo, no tiene sentido basar una estrategia de inversión en flujos de capitales temporales que pueden materializarse o no. El entorno macroeconómico sigue beneficiando al oro, y el pesimismo que se cierne sobre el metal amarillo (y las empresas auríferas) resulta más bien alentador”, afirma Wagner.

Durante el último gran mercado alcista del oro en la década de los 70, el precio del metal amarillo cedió casi un 45% entre febrero de 1975 y agosto de 1976. Muchos observadores opinaban que las condiciones económicas que habían provocado la subida de la cotización del oro en 1973 y 1974 habían desaparecido y que el ciclo alcista del oro había llegado a su fin. En los tres años siguientes, el oro se apreció casi un 700%.