Impact-Weighted Accounts o cómo mejorar la transparencia de las compañías

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Jeff Kubina, flickr, Creative Commons

Artículo escrito por Jonathan Capelo Gavela, Asesor Patrimonial en Portocolom A.V..

A mediados del siglo XX comenzaron a extenderse métricas de rentabilidad ajustada por el riesgo en la gestión de carteras y asignación de activos. Hoy todos las utilizamos, pero en su día fueron innovaciones revolucionarias. Evolucionamos y mejoramos nuestros procesos conforme avanzamos en el tiempo. Algo similar ocurrió con la información contable que proporcionaban las empresas. Antes de la Gran Depresión, cada compañía publicaba los datos que consideraba oportunos. No fue hasta después del año 1933 cuando el regulador obligó a las empresas estadounidenses a seguir unos principios contables estándar US GAAP y de auditar las cuentas, con el objetivo de mejorar la transparencia de las compañías tras lo vivido años atrás.

Hoy en día, en cuanto a información adicional que publican las empresas, es una realidad la evolución de datos ESG. En 1993, de las 100 empresas más grandes de 49 países (4.900 compañías en total) solamente un 12% reportaban datos ESG. En 2017 la cifra ya superaba el 75%, y se espera que la cifra siga aumentando. Es información útil y sin duda suma, pero es información complementaria que muchas veces no mide el éxito ni el impacto monetario en los stakeholders de la compañía. ¿Cómo solventar este problema? Iniciativas como Impact-Weighted Accounts surgen ante la necesidad de promover la publicación de métricas de impacto en las Cuentas Anuales de las compañías de una manera estandarizada, con el objetivo de mejorar la transparencia y la comparabilidad entre empresas. Los IWA son apuntes contables y notas que añaden información adicional a las métricas financieras tradicionales, reflejando el impacto positivo y negativo, en términos monetarios.

Son tres los pilares fundamentales de estas métricas de impacto: medioambiente, empleados y productos. Desde Harvard Business School han publicado un estudio sobre el tema donde se pueden sustraer varias conclusiones. Entre ellas, que muy pocas compañías reportan este tipo de información en sus Balances y Cuentas de P&G, y que no existe un estándar a la hora de reportar la información. Cada vez se reporta más, pero aun queda margen de mejora. En la parte de impacto medioambiental, parece ser que en determinados sectores existe una correlación entre menores daños medioambientales y múltiplos altos de valoración.

Por otro lado, muchas veces relacionamos sostenibilidad con medioambiente, y dejamos de lado el impacto positivo o negativo de las compañías sobre los empleados, por ejemplo. Aquí no sólo se mide la igualdad de género, sino la localización y la integración, entre otros. Se ha demostrado que la diversidad en el entorno laboral supone un impacto monetario positivo en las compañías. Es un intangible a veces difícil de cuantificar, pero creemos que debe ser incluido a la hora de valorar un negocio. Otro ejemplo serían las subidas de salario. Actualmente sólo se cuantifica la parte negativa, como un coste para la empresa y un menor beneficio. Sin embargo, no se valora el impacto positivo que supone para la empresa en general y el empleado en particular. ¿No creéis que debería de tenerse en cuenta de alguna manera?

Como inversores y consumidores tenemos que demandar una mayor transparencia para poder tomar mejores decisiones. En el entorno actual tan complicado, con niveles de endeudamiento y desempleo no vistos en décadas, los cambios disruptivos pueden llegar a acelerarse. No es fácil…pero se puede conseguir, tal y como pasó tras la Gran Depresión en la década de los 30.