La inestabilidad normativa preocupa más que la presión fiscal a los patrimonios personales
Es un secreto a voces: con y sin Impuesto sobre Patrimonio, con y sin amenazas de mayor presión a las Sicav, el dinero se va de España. "No es tanto una cuestión de tributación como de estructura financiera", explica Luis Soto, socio del bufete inglés con sede en Madrid Watson, Farley & Williams. "No es tan importante la fiscalidad como la confianza en el mercado y la estabilidad en la regulación porque los vaivenes son malos", opina Soto quien recuerda que Luxemburgo sí ofrece esa estabilidad que no tiene España.
Un ejemplo reciente de la oscilación tributaria española está en la actual recuperación del Impuesto sobre Patrimonio y sobre el que Soto opina que su poder recaudatorio será “simbólico, no representativo y poco preocupante”. Pero también hay vaivenes, o más bien amenazas permanentes, sobre las Sicav. Recientemente se modificó su tributación por reducciones de capital para evitar que por esa vía se escaparan del pago de impuestos cuando, como así señala Soto, se trataba más “de una forma de diferir la tributación”.
Pero es que las Sicav no dejan de estar en el punto de mira de muchos tiradores, ya sea el cuerpo de inspectores de la Agencia Tributaria o políticos en campaña. Así, Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) ya ha anunciado que cree necesario "apretar un poquito más" estos instrumentos financieros al tiempo que ha reconocido no conocer “a fondo” este asunto. Con todo, el mensaje que queda es el de no querer que estas instituciones de inversión colectiva tengan un desarrollo tranquilo en España cuando en países de nuestro entorno como Francia -poco sospechoso en materia de relajación fiscal- están exoneradas del Impuesto sobre Sociedades.
El trajín fiscal no se para ahí. Soto también recuerda el real decreto de agosto que impide -de manera transitoria- a las grandes empresas compensar el 100% de sus pérdidas con beneficios. En concreto, las que facturen entre 20 y 60 millones de euros podrán compensar hasta un 75% de las pérdidas y las que facturen más de 60 millones podrán compensar hasta un 50%.
Con todo, este socio responsable del área fiscal de Watson, Farley & Williams cree que el panorama tributario actual es de “tranquilidad relativa, la fiscalidad no es ahora el principal problema”. Aunque sí reconoce haber notado mayor dureza de criterios interpretativos en la inspección de Hacienda, por ejemplo en cuestiones como las reducciones por inversiones o los ratios de apalancamiento ante la obtención de financiación del extranjero.
Para Soto, el futuro fiscal no debería seguir por esta senda sino por reactivar el tejido empresarial, fomentar la inversión en activos, establecer medidas que ayuden a aumentar la contratación, en definitiva, por esa evidencia que es crear empleo y, en consecuencia, lograr que por esa vía aumente la recaudación. Y, aunque suene a utopía “crear una política fiscal común, ir hacia la unificación fiscal en Europa aunque suponga perder soberanía”, afirma.