¿Por qué las infraestructuras ganan peso en las carteras a largo plazo?
Impulsadas por fuerzas estructurales como la transición energética, la digitalización o los cambios demográficos, las infraestructuras se consolidan como una clase de activo resiliente, con potencial de diversificación, rentabilidad ajustada al riesgo y protección frente a la inflación.
En los últimos años, el sector de infraestructuras ha experimentado una expansión significativa impulsada por cuatro fuerzas estructurales clave. Tavis Cannell, responsable global de Infraestructura, Goldman Sachs Alternatives, explica que, la primera de ellas es “el cambio climático y la tendencia hacia un consumo y una adopción amplia de energías más sostenibles. En 2023, las inversiones en energía limpia para la producción y el almacenamiento de energía renovable, el transporte electrificado y las iniciativas industriales limpias alcanzaron los 1,8 billones de dólares, más de 8 veces el valor de la década anterior”. La segunda se centra en la aceleración tecnológica. La demanda de energía de los centros de datos ha aumentado considerablemente desde la pandemia. Los analistas de Goldman esperan un aumento del 160% para el resto de la década, impulsado tanto por la aceleración de la IA, como por otras necesidades tecnológicas.

El tercer cambio estructural se centra en los patrones variables de los flujos comerciales, ya que las empresas están reconfigurando las cadenas de suministro para ganar resiliencia y adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas. “Esto crea necesidades de transporte y logística que deben cubrirse para amoldarse a los cambios de ubicación de las instalaciones de fabricación y almacenamiento y, además, afecta a las rutas comerciales mediante las cuales se entregan mercancías a los clientes”, explica Tavis Cannell. Por último, la cuarta es la demografía, dado que a medida que las personas se mudan y cambian su forma de vida, los lugares con migración neta requieren inversiones en instalaciones tradicionales y digitales.
Un activo resiliente con estabilidad
En este contexto, no son pocos los inversores que buscan formas de identificar valor en un ecosistema de innovación y transformación. “Invertir en infraestructuras es invertir en la base de la economía mundial. Son activos tangibles y reales que ofrecen una combinación de estabilidad, crecimiento a largo plazo, protección contra la inflación y diversificación. La naturaleza esencial de los activos y los contratos a largo plazo protegen al inversor frente a las caídas del mercado. Además, cabe subrayar la ventaja de las altas barreras de entrada, el apalancamiento limitado y la necesidad de los gobiernos de valerse de capital privado para desarrollar infraestructuras, creando nuevas oportunidades de inversión”, explica Carlota Fernández de León, responsable de Inversores Institucionales Internacionales en Bestinver.
Por su parte, Tania Salvat, Head of Institutional Business for BlackRock in Spain, Portugal & Andorra de BlackRock, está de acuerdo: “las infraestructuras suelen generar ingresos constantes y predecibles, lo que las convierte en una inversión atractiva en tiempos de incertidumbre económica. Además, ofrecen diversificación de cartera por su baja correlación con otras clases de activos. Es una clase de activo resiliente, especialmente por su capacidad de fijación de precios en entornos sensibles a la inflación”.
Riesgos existentes
No obstante, invertir en infraestructuras también lleva consigo algunos riesgos, como los regulatorios, ya que los cambios en las políticas gubernamentales pueden impactar en estos activos. Además, “estos activos suelen presentar menos liquidez en comparación con otro tipo de inversiones. Históricamente, las infraestructuras están vinculadas con mayores horizontes temporales de inversión, aunque cada vez existen más soluciones en el mercado con vencimientos más cortos o bajo formatos evergreen”, comenta Salvat.
Las rentabilidades esperadas de las inversiones en infraestructuras pueden variar en función de los sectores y perfiles de riesgo de los proyectos subyacentes en los que inviertan. Se considera que los proyectos brownfield, en los que los activos subyacentes ya han sido construidos, y por ello, tienen un menor perfil de riesgo, tienden a generar menores retornos que los proyectos greenfield, donde se debe tener en cuenta el riesgo promotor de construir el proyecto desde cero. Según Salvat, “generalmente, las rentabilidades del sector de infraestructuras se consideran atractivas debido a la estabilidad de los ingresos que generan y la predictibilidad de sus flujos de caja. Se suelen situar habitualmente en niveles de entre el 5-9% para fondos core, pudiendo alcanzar niveles de rentabilidad de doble dígito para los sectores value add y oportunístico”.
Oportunidades para inversores de largo plazo
Los activos que en estos momentos son más interesantes a la hora de invertir se pueden englobar en cuatro grandes ramas. Cannel expone cada uno de ellos: energía y servicios públicos, incluyendo energía tradicional y renovable, almacenamiento de energía, resiliencia de la red, bioenergía, captura y almacenamiento de carbono, y movilidad verde. En segundo lugar, tenemos transporte y logística, dentro del cual se engloban las carreteras tradicionales, aeropuertos, activos ferroviarios, flete y arrendamiento de aeronaves y logística y almacenamientos especializados. En tercer lugar, están los activos digitales, como las torres de comunicación, fibra, activos de redes inalámbricas y centros de datos.
Y, por último, la economía circular y la infraestructura social, que abarca servicios tradicionales como el reciclaje y enfoques más sostenibles para la gestión de residuos, así como nuevas categorías, por ejemplo, empresas de atención sanitaria y educación adaptadas a la evolución demográfica.
En la actualidad, “la transición energética está generando oportunidades en energías renovables (solar, eólica), almacenamiento y distribución de energía (baterías, redes inteligentes) y transporte sostenible (carga de vehículos eléctricos). También tienen potencial sectores como el de las infraestructuras digitales o hídricas. La clave es construir carteras diversificadas que puedan aprovechar múltiples oportunidades”, apunta Carlota Fernández de León.
Los inversores del mercado de infraestructuras
Pero, ¿qué tipo de inversores tienen su punto de mira en este sector? Los inversores institucionales, como fondos de pensiones y aseguradoras, son los más activos en el mercado de infraestructuras debido a su capacidad para comprometer grandes cantidades de capital a largo plazo. Según Tania Salvat, “las aseguradoras están desempeñando un papel cada vez más relevante al movilizar capital del sector para ayudar a financiar la necesidad de inversión en infraestructuras y hacer posible la transición energética. Además, vemos que los inversores privados también están mostrando un creciente interés.
La incorporación de nuevos vehículos de inversión que facilitan el acceso a las infraestructuras y el atractivo binomio de rentabilidad riesgo de la clase de activo están haciendo que cada vez haya más gestores de activos patrimoniales que estén invirtiendo en el sector”. Carlota Fernández de León añade también “inversores privados de alto patrimonio y family offices, que buscan diversificación y oportunidades de inversión a largo plazo. Además, bancos y empresas constructoras/operadoras pueden invertir en proyectos de infraestructura como parte de su estrategia de crecimiento o para asegurar el acceso a activos estratégicos”.
Motivaciones de los inversores
A la hora de decidir invertir en un fondo de infraestructuras, los inversores suelen considerar variables como la estabilidad de los ingresos, la diversificación geográfica y sectorial, y el impacto de las políticas regulatorias. Según Carlota Fernández de León: “también es importante la reputación y experiencia de la gestora, cuyo tamaño y marca pueden influir en el acceso a mejores oportunidades. La transparencia en el acceso a información y gestores, la disponibilidad de comunicación en el idioma del inversor y una cartera diversificada en tipos de infraestructuras y geografías también son cruciales para mitigar riesgos y asegurar el éxito de la inversión”.
Para 2025, se espera que el mercado de infraestructuras continúe creciendo, impulsado por la necesidad de modernizar infraestructuras existentes y desarrollar nuevas para acompañar la transición energética y la digitalización. Además, se prevé que las inversiones en infraestructuras tecnológicas, como centros de datos y redes de telecomunicaciones, sigan siendo una tendencia relevante.