Invertir en renta variable sin invertir directamente en acciones, una de las últimas novedades de la gama de BNY Mellon IM

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Foto cedida

Invertir en renta variable sin invertir directamente en acciones. Es la filosofía en la que se fundamenta el BNY Mellon Dynamic Total Return Fund, un producto que aterrizó en el mercado español en primavera de la mano de BNY Mellon Investment Management. Gestionado por Mellon Capital, una de las boutiques de inversión de la casa estadounidense, es la versión UCITS de la exitosa estrategia multiactivos que Mellon viene desarrollando en Estados Unidos desde 2006 y que ha sido distinguida con cinco estrellas Morningstar en ese país (clase A de acciones, a 30 de noviembre de 2015).

A diferencia de gran parte de los productos multiactivos o de retorno absoluto –tan de moda entre los inversores españoles– que se centran en la preservación de capital, este fondo dinámico de retorno total pone el énfasis en el crecimiento y se propone generar rentabilidades similares a las de la renta variable (objetivo de efectivo +6%) pero con dos tercios de la volatilidad (entre el 7 y el 10%). Y de momento lo consigue: en el periodo de cinco años hasta el 31 de octubre de 2015, la estrategia estadounidense registró una rentabilidad anualizada (bruta de comisiones) del 8,25% frente al 9,15% generado por el MSCI World con una volatilidad (desviación típica anualizada) significativamente inferior: del 8,85% en el caso del fondo y del 13,03% en el caso del índice. Esta menor volatilidad también se ve reflejada en los datos referentes a la pérdida máxima mensual (-5,02% en el caso del fondo y -8,64% en el del índice) y el maximum drawdown (-10,43% y -19,64%, respectivamente).

“No es un mixto típico”, explica Jason Lejonvarn, estratega de inversiones globales en Mellon Capital, durante una reciente visita a Madrid. “El Dynamic Total Return Fund está orientado a los inversores que quieren invertir en renta variable pero les preocupa la volatilidad y las pérdidas máximas potenciales o que quieren subir en la escala de rentabilidad-riesgo manteniendo un nivel de volatilidad controlado”. La gestión de la volatilidad es uno de los ejes centrales de la estrategia ya que, como apunta Lejonvarn, “la renta variable registra ahora mismo un alto grado de volatilidad que sin embargo no se traduce en rentabilidad, por lo que prácticamente representa un coste para el inversor”.

Para enfrentarse de forma eficaz a los bruscos movimientos del mercado, el fondo mantiene una cartera hiperlíquida: el 95% lo forman derivados (futuros, forwards, opciones, swaps…) que ofrecen exposición long/short líquida y eficiente en costes a acciones, bonos, divisas y activos reales, y que además permiten cambiar el posicionamiento muy rápidamente. “En los momentos en los que repunta la volatilidad, el fondo puede reducir su nivel de riesgo rápidamente gracias a la gestión de opciones, mitigando las caídas sin verse forzado a vender activos de riesgo en un entorno bajista”, añade el experto.

Tres factores diferenciales

El fondo se caracteriza en primer lugar por un enfoque de inversión basado en las valoraciones. “Buscamos oportunidades derivadas de lo que consideramos el valor razonable, para lo cual llevamos a cabo un análisis bottom-up de los fundamentales de las empresas”, explica Lejonvarn. Las valoraciones fundamentales se usan para identificar títulos de calidad infravalorados por el mercado y las asignaciones se ajustan de forma dinámica a diario.

El segundo factor diferencial es que la estrategia es sistemática, “lo que nos permite evitar los sesgos conductuales de la gestión discrecional”, y combina modelos no discrecionales de valoración, señales macro y optimización de la cartera con una supervisión y una implementación activas. Así, los gestores del fondo tienen total flexibilidad a la hora de realizar la asignación de activos del fondo y de seleccionar los instrumentos a través de los que se ejecutará la estrategia de inversión.

En tercer lugar, el fondo estructura la gestión de los riesgos bajistas en torno a cuatro pilares diferenciados: la gestión de la volatilidad, las señales del entorno macro, la cobertura de los riesgos de cola y el análisis de los escenarios de estrés. “Las correlaciones entre clases de activos no son estables, por lo que no podemos confiar únicamente en la diversificación”, asegura el experto.

Un caso práctico: agosto de 2015

El verano de 2015 supuso para muchos inversores una especie de ‘tormenta perfecta’ en renta variable. Tras un mes de julio en el que las bolsas chinas sufrieron bruscas caídas, la inesperada devaluación del renminbi provocó una reacción en cadena en las bolsas mundiales que alcanzó su punto álgido el 24 de agosto. ¿Qué estrategias funcionaron mejor y peor durante este periodo de elevada volatilidad, en opinión de los expertos de Mellon Capital?

“La cobertura de los riesgos de cola fue el enfoque más efectivo para mitigar los bruscos movimientos que se registraron en un corto espacio de tiempo”, explica Lejonvarn en un documento reciente que analiza lo sucedido este verano. “En nuestras estrategias de retorno total, las opciones put en renta variable nos permitieron reducir de forma dinámica nuestra exposición a medida que se aceleraron las ventas”. De hecho, entre el 20 y el 25 de agosto, el posicionamiento en renta variable del Dynamic Total Return Fund pasó del 60% al 45% y la mayor parte de este ajuste se realizó a través de opciones.

“Otro enfoque que resultó útil fue mantener posiciones largas y cortas en renta variable, bonos y divisas. Pese a que los mercados de deuda cerraron agosto planos o ligeramente en negativo, nuestra estrategia long/short en renta fija acumuló rentabilidades netas positivas en agosto y septiembre”. Por último, Lejonvarn considera importante mantener un enfoque flexible y dinámico que permita ajustar rápidamente la cartera a los cambios del entorno.

En el otro lado de la balanza, el experto identifica tres estrategias que no resultaron eficaces durante las ventas de agosto. Por un lado, “aunque diversificar entre distintas estrategias de generación de rentabilidad suele ser un buen método para reducir el riesgo a largo plazo, a corto plazo las correlaciones entre clases de activos pueden aumentar durante los episodios de volatilidad”. Lejonvarn señala que, en agosto, la renta fija ofreció refugio frente a las caídas bursátiles pero no consiguió contrarrestarlas. Otros enfoques que no funcionaron fueron la aplicación de stop loss, “dada la intensidad de las correcciones” y las ventas sistemáticas: “Los datos sugieren que los inversores que siguen estrategias de momentum, incluidos los CTA, así como las estrategias de paridad de riesgo, contribuyeron a empeorar la situación en vez de mejorarla”, concluye.