ISR: Hablan los selectores de fondos

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Funds People

Hace diez años, la denominada inversión socialmente responsable o ISR –también conocida ahora como inversión sostenible y responsable– era algo minoritario. “Cuando empecé a oír hablar de todo esto, allá por el 2009, la ISR parecía algo de marketing y no había mucho interés porque las rentabilidades no eran buenas”, recuerda Ricardo Comin, director comercial en Vontobel Asset Management para Iberia y Latam, durante el desayuno temático organizado por Funds People y patrocinado por Vontobel AM. Una década después, la situación es muy distinta. “Ahora los productos de ISR no solo obtienen buenas rentabilidades sino que a las compañías que no aplican criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) no les va tan bien: están en los niveles más bajos en cuanto a rentabilidad en estos últimos diez años y, de hecho, estarían planas cuando todo ha subido”.

Pese a que los estudios realizados hasta la fecha no son concluyentes en cuanto al impacto de la inversión con criterios ASG en la rentabilidad absoluta de las carteras, “nosotros sí que vemos que la ISR aporta una mejora del perfil rentabilidad-riesgo”, asegura David Sánchez, analista de fondos de inversión en AndBank. Por eso en su entidad aplican la ISR de forma transversal: “es una filosofía que afecta cómo gestionamos, cómo seleccionamos los fondos de inversión, las compañías, los bonos… El objetivo es que el 100% de los activos que gestionamos acabe sometido no solo a criterios financieros sino también extrafinancieros. Creemos que la ISR perdurará y se acabará diluyendo, porque los criterios ASG formarán parte del proceso de selección, al igual que ahora incluimos otros criterios financieros que consideramos habituales”.

“Siempre he dicho que el objetivo de la ISR es acabar desapareciendo, en el sentido de que dejará de ser algo diferente y estará absolutamente integrado en todos los procesos de selección, de inversión y de gestión dentro de la industria de gestión de activos. Y creo que vamos hacia ahí”, añade David García Rubio, responsable de inversión sostenible y responsable (ISR) en Santander AM, quien ve “un auge de la demanda que está provocando que las entidades gestoras, que al principio lo percibían como una amenaza –como todo lo nuevo que viene a transformar los procesos y modelos que llevas aplicando durante años– hayan pasado a encontrarle sentido a lo que el análisis ASG aporta a la hora de conocer mejor las compañías, de seleccionarlas y de detectar riesgos y oportunidades”.

Un mercado en continua evolución

Para Augusto Caro, responsable de los productos de renta variable, fondos mixtos y planes de empleo en Bankia, “una prueba clara de que la ISR ha venido para quedarse es la continua evolución que están experimentando las inversiones sostenibles. Empezó con criterios excluyentes muy básicos: no invertir en armas controvertidas, en tabaco… Luego se fue hacia el llamado best-in-class. La evolución más reciente, que yo creo que cada vez tendrá más importancia, es la de las inversiones de impacto, que no solo intentan favorecer a las compañías con los ratings de sostenibilidad más altos sino que se centran en que una parte importante del modelo de negocio de estas compañías se oriente a la solución de ciertos problemas como cambio climático y medio ambiente, salud, agua, pobreza y desigualdad, la lucha contra el hambre, etc.”.

En este sentido, David García Rubio considera que “los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas se van a convertir en una gran ayuda para nuestro sector a la hora de vincular inversión con impacto. Han conseguido convertirse en referencia de una forma rapidísima e implicar tanto a los Estados, que lo han asumido como un reto, como a las empresas, que han detectado que es una línea que les va a exigir la sociedad y están reenfocando sus negocios o reorientándolos a ofrecer soluciones: cada vez más, cuando las compañías mandan información sobre su negocio, explican cómo su actividad beneficia a la sociedad o al medioambiente por medio de estos 17 objetivos”.

Tendencia imparable

En opinión de Gonzalo Thomé, analista sénior de fondos de inversión en Inversis, “la inversión ISR permanecerá si la aplicación de criterios ASG redunda en un beneficio a largo plazo para los inversores, es decir, que estos criterios aporten una mayor rentabilidad o un menor riesgo. Por ejemplo, en la parte de gobierno corporativo, la calidad del equipo directivo es algo que todos los gestores miran pero que algunos miran con mayor detalle. En cuanto a los criterios medioambientales, fijarse en qué cantidad de residuos generan o qué cantidad de arena mueven las empresas mineras cuando tratan de sacar mineral también son criterios de rentabilidad, ya que las empresas más eficientes en ese aspecto también obtendrán un mayor beneficio”.

“Lo ideal es que el cumplimiento de los criterios ASG se traduzca en una mayor rentabilidad en el largo plazo”, continúa el experto. “En el momento en que se demuestre que aquellas gestoras que aplican este tipo de criterios tienen una rentabilidad mejor o una volatilidad menor, se demostrará que la ISR no es una moda sino algo consistente en el tiempo”.

“Yo creo que la proa del barco va a ser la rentabilidad”, apunta Ricardo Comin. “Por mucho que queramos empujarla, una tendencia no funciona si no hay rentabilidad porque, al final, la gente invierte para ganar dinero. ¿Qué está pasando? Que los productos de ISR están funcionando muy bien”.

Augusto Caro cree que hemos entrado en un “círculo virtuoso que potenciará la ISR. El engagement o activismo, por ejemplo, ya es algo muy importante y va a influir muy claramente en que las compañías cada vez se centren más en mejorar los criterios ASG. Creo sinceramente que la clave no está en dejar de invertir en X sino en intentar es que las empresas vayan modificando paulatinamente sus modelos de negocio hacia otros modelos más sostenibles. Ese engagement cada vez mayor va a ayudar al proceso de transición y a que las empresas evolucionen mejor. Así que, en el momento en el que hemos entrado en este círculo virtuoso, la tendencia es imparable”.

“A nivel nacional, tal vez podamos ver algún tipo de incentivo fiscal como existe en otros países”, añade David Sánchez. “Sería algo que lógicamente favorecería a esta industria pero la buena noticia sería que, dentro de cinco años, esto no sea noticia. Así como no nos cuestionamos que, para invertir en una empresa, esta ha de ser rentable y tener cierto potencial de crecimiento, quizás el día de mañana no nos cuestionemos que las empresas en las que invertimos tienen que cumplir con criterios ASG y deje de ser un titular en los medios o una forma de comercialización, porque ya lo tendremos interiorizado como uno de los requisitos obligatorios a tener en cuenta a la hora de invertir en un vehículo”.