Tras el nuevo cambio de rumbo de la política italiana, J.P. Morgan AM, BNY Mellon IM y Generali Investments Europe valoran las primeras medidas del ambicioso programa de estímulo económico del nuevo primer ministro italiano.
Un mes después de forzar la dimisión de Enrico Letta al frente del gobierno italiano, el nuevo primer ministro, Matteo Renzi, ha empezado a desgranar las medidas de su ambicioso programa de estímulo para la economía italiana. Entre las medidas anunciadas se incluyen rebajas fiscales para las rentas más bajas y las empresas privadas, así como algunas propuestas de flexibilización del mercado laboral −la propuesta integral de reforma no se conocerá hasta dentro de unos meses− y el compromiso de acelerar el pago de la deuda atrasada que las entidades públicas mantienen con proveedores privados, por valor de 68.000 millones de euros, lo que supondría “una inyección de liquidez para las pequeñas y medianas empresas, cuya supervivencia se ve amenazada por la falta de crédito”, apunta Maria Paola Toschi, estratega de mercados de J.P. Morgan Asset Management.
Aunque el plan de choque de Renzi suena bien, muchos se preguntan de dónde saldrá el dinero para financiarlo. “Renzi ha asegurado ante las autoridades europeas que las rebajas impositivas no afectarán al déficit público, que se mantendrá en el 3%”, afirma Toschi, quien explica que “las rebajas se financiarán mediante nuevos recortes del gasto público, que aún no se han detallado, y por el ahorro asociado a la rebaja de los costes de financiación de Italia, pero también mediante el aumento del impuesto sobre las plusvalías (excluidos los bonos gubernamentales), que pasará del 20% al 26%”.
Italia es “una de las principales economías de Europa pero donde la recuperación sigue siendo muy frágil y donde las reformas estructurales han sido limitadas hasta la fecha”, destaca la experta. Por eso, la puesta en marcha de las medidas anunciadas por Renzi “podrían tener importantes aplicaciones para la inversión, al reforzar la confianza del mercado en rápida reactivación de la economía italiana”. De momento, los tipos de los bonos italianos no se han visto afectados por el nuevo cambio de gobierno, lo que podría indicar que los inversores confían en que, esta vez sí, las cosas serán diferentes.
En BNY Mellon Investment Management, sin embargo, mantienen la prudencia. “De momento, el nuevo gobierno solo nos ha dado pistas sobre su plan de acción”, explica Marco Palacino, responsable de la entidad en Italia. “Así que habrá que esperar a que las nuevas medidas anunciadas se conviertan en leyes”. Un escepticismo lógico si tenemos en cuenta que, como recuerda Palacino, el de Renzi “es el cuarto gobierno italiano desde noviembre de 2011: ahora mismo, lo que el país necesita desesperadamente es una clase política capaz de ofrecer estabilidad y reformas de calado”.
El experto confía en que “la reforma del mercado laboral y el pago de la deuda atrasada de la Administración a las pymes resultarán beneficiosas para la economía italiana” aunque advierte de la importancia de “cumplir con los compromisos adquiridos con la Unión Europea para reducir el déficit público y mejorar los datos macroeconómicos del país”. En este sentido, en la gestora son optimistas con respecto al futuro del país: “Estamos convencidos de que la economía italiana podrá superar su estancamiento actual y volver a crecer a largo plazo”.
Michele Morganti, estratega sénior de renta variable en Generali Investments Europe, también se muestra optimista con respecto a las perspectivas del país ya que, en su opinión, la principal diferencia con el pasado es que “la necesidad de implementar reformas estructurales y hacer frente a una burocracia ineficiente se han convertido en objetivos compartidos por todos”. El experto señala que el nuevo gobierno italiano se ha propuesto “volver a dirigir la política interna y la europea hacia un camino más favorable al crecimiento”, lo que se ve reflejado en medidas expansivas como la rebaja de impuestos para las rentas más bajas.
Para Morganti, lo que diferencia a este gobierno y los anteriores es que “existe una sensación entre los miembros del gobierno de que esta vez no pueden fallar. El entorno es estructuralmente diferente así que, incluso si este gobierno fracasa, el próximo tendrá que seguir el mismo camino”.