Jürgen Stark (ex miembro del BCE): “Los test de estrés son la última oportunidad de la UE para recuperar la credibilidad”

Stark
Foto cedida

“Hay buenas noticias procedentes de Europa: hemos dejado atrás la recesión, el último trimestre de 2013 fue el punto de inflexión”. Estas palabras se han de atribuir al economista y ex responsable de análisis del BCE (que abandonó por discrepancias en 2011) Jürgen Stark, que se encargó de inaugurar la Conferencia sobre renta fija que celebró BNY Mellon IM en París el pasado 13 de mayo. Stark aprovechó este encuentro para lanzar un mensaje meridianamente optimista sobre la economía de la eurozona, aunque tampoco se ahorró algunas críticas hacia la máxima autoridad monetaria europea. 

“La unión económica y bancaria de hoy es totalmente diferente al acuerdo que se alcanzó en Maastrich”, afirmó el economista. “Estamos de vuelta a la normalidad, pero no sé qué es lo normal, porque las probabilidades de impago, tal y como está reflejado en los mercados, están demasiado bajas”, añadió. El experto se mostró muy crítico con el descenso del riesgo producido por la caída de los diferenciales y de los seguros contra impago (CDS), pues lo atribuye a la acción del BCE, especialmente después de las famosas palabras que pronunció Mario Draghi en julio de 2012 – Haremos lo que sea necesario para salvar el euro y créanme, será suficiente”-, conocidas como “Draghi put”. “La apreciación del capital ha hecho más fuerte al euro. Pero, ¿ha terminado la crisis? Los mercados están distorsionados, la amplia liquidez a nivel global se está desplazando hacia Europa. No deberíamos estar muy contentos con lo que ha pasado”, reflexionó. Para el ex miembro del comité ejecutivo del BCE, la fragmentación actual de los mercados, incluyendo el monetario, está dificultando las medidas que puede tomar la autoridad monetaria europea sobre la moneda única.

Otro de los motivos que preocupan a Stark son los datos agregados del PIB de la eurozona, pues constata notorias diferencias entre estados: Chipre está en recesión, mientras que Letonia crece a buen ritmo; en Alemania hay pleno empleo, mientras que España y Grecia mantienen elevados niveles de desempleo entre la población. En añadidura, el tipo de cambio no favorece por igual a las distintas relaciones comerciales de los miembros de la zona euro. Estas observaciones le llevaron a concluir que “la situación ha mejorado, pero la crisis no ha terminado”. 

“La recuperación será lenta debido al insuficiente proceso de desapalancamiento, por retrasar las reformas estructurales y no ser lo suficientemente ambiciosos con ellas, especialmente en la periferia”, vaticina el economista. “El Draghi put ha desincentivado que los países vayan más lejos con sus reformas”, afirmó contundentemente. 

El ajuste del sistema financiero, el mayor obstáculo

“Tras la quiebra de Lehman Brothers, se produjo un consenso informal entre instituciones para evitar un segundo Lehman, a pesar del riesgo sistémico de los bancos. El proceso de desapalancamiento del sistema bancario todavía es un lastre y se ha convertido en un tabú post Lehman. Los contribuyentes han pagado dos veces y probablemente tengan que pagar una tercera vez”, advirtió el economista con tono admonitorio. 

“Ya se han perdido muchos años reparando los balances de los bancos, una reforma total marcaría la diferencia”, afirmó asimismo. Para Jürgen Stark, “los test de estrés son la última oportunidad de la UE para recuperar la credibilidad”. El economista resaltó que resultará clave la afluencia de crédito hacia las pequeñas y medianas empresas, algo que a día de hoy está ocurriendo de forma desigual, dado que empresas con sede en Francia o Alemania están teniendo más facilidad para financiarse que las situadas en la periferia del continente. 
“La carencia de ajustes y consolidación del sistema bancario es la explicación de por qué todavía el PIB está rezagado, junto con la falta de más reformas estructurales”, reiteró. 
 
La deflación no será un problema

El economista dedicó parte de su intervención a analizar otro de los temas que más están preocupando a los expertos, la evolución de la inflación. En opinión de Stark, se ha producido “un cambio espectacular en la economía, que vuelve a estar guiada por el consumo privado, junto con la importante mejora de la confianza del consumidor”. El economista cifró la probabilidad de inflación negativa en los próximos meses entre el 10% y el 20%, descartando una japonización de la eurozona. Al contrario, el experto también aseguró que será “muy probable” que la tasa de inflación hiciera suelo en abril, dando paso a un ligero repunte en mayo. Sería el aperitivo de una modesta progresión del coste de la vida en los próximos meses. 

El argumento empleado para descartar un riesgo real de deflación descansa sobre la mejora de la confianza del consumidor: “La gente no está posponiendo sus decisiones de compra, sino que se ha producido un ajuste significativo en el comportamiento de los agentes económicos en su forma de consumir, pero han mejorado el ahorro y el consumo privado”. “El crecimiento del PIB está conducido por la demanda doméstica, no depende sólo de la exportación”, añadió en otro momento de su intervención.

El experto, no obstante, sí detectó una similitud entre Japón y la UE, que tiene que ver con “posponer durante demasiado tiempo la reconversión del sistema bancario”, una idea en la que incidirá más adelante. “No estamos cerca de la solución”, remacha. 

El economista también teorizó en su discurso con la idea de generar inflación de forma artificial para contribuir al crecimiento del PIB. “La recomendación del FMI es que la tasa de inflación se sitúe en el 4%. Pero que los bancos centrales generen inflación elevada de forma artificial no es sostenible”. La receta que recomendó vuelve a pasar por más reformas estructurales, haciendo hincapié en la necesidad de flexibilizar más el mercado laboral. “Hay que promover el crecimiento real, no el crecimiento nominal”, concluyó Stark.