La actual era de tipos bajos en EEUU es muy corta comparada con otras

colemama
Foto: colemama, Flickr, Creative Commons

Si en algo coinciden las gestoras que por estos días realizan sus previsiones de cara al segundo semestre del año es que la era de tipos bajos que hace apenas un año se daba por concluida tras las primeras subidas de tipos llevadas a cabo por la Fed, se mantendrá al menos a corto plazo.

“La razón es que la debilidad del crecimiento mundial, los bajos rendimientos de la deuda pública en el resto de países y la demanda de títulos del Tesoro estadounidense podrían tener sus efectos sobre los tipos de interés a largo plazo. Aunque en Estados Unidos están aumentando las presiones inflacionistas, en general la inflación se mantiene en niveles reducidos, lo que significa que la actual expansión, que dura ya diez años, podría continuar hasta 2020”, afirma Darrell Spence, economista de Capital Group, en un artículo en el que también muestra  una gráfico del recorrido que han protagonizado los tipos de interés en EEUU desde 1870. Y, sorpresa, la actual época de tipos bajos es muy corta comparada con muchas de las anteriores.

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“Los datos que se refieren a los años 1871-1961 corresponden a los datos de rentabilidad media mensual de la deuda pública estadounidense a largo plazo recopilados por Robert Shiller. Los datos correspondientes a los años 1962-2018 representan la rentabilidad de los títulos del Tesoro a 10 años, a 31 diciembre de cada año durante el periodo. Datos de 2019 a 31 mayo 2019. La duración de los periodos de tipos bajos se refiere a años consecutivos en los que los tipos han sido inferiores al 4%”, explica Spence.

Ante estas menguantes rentabilidades que ofrece la deuda pública se podría pensar que este activo estaría perdiendo peso en las carteras de los inversores. Al fin y al cabo, unos tipos bajos deberían impulsar una economía que tendría su correspondiente impacto en los beneficios empresariales y, por tanto, en la cotización de las empresas. Sin embargo, está sucediendo todo lo contrario como demuestran los extraordinarios flujos que recibieron los fondos de renta fija en el primer semestre del año, según los datos publicados por Bank of America Merrill Lynch.

Y todo parece indicar que ese apetito hacia la inversión en deuda se mantendrá también en el segundo semestre del año. “La prolongación del ciclo económico podría ofrecer un mayor margen de crecimiento a los beneficios empresariales, lo que podría llevar a una modesta subida del mercado de renta variable en 2019. Pero sería preferible que los inversores se mostraran prudentes a la hora de invertir en renta variable”, afirma Spence, al tiempo que aconseja que en renta fija “es preferible centrarse más en el riesgo de crédito que en los tipos. La búsqueda de rentabilidad en las fases finales del ciclo podría impedir que las carteras ofrecieran estabilidad durante la próxima caída del mercado”.