Andrew Acheson, gestor del Amundi Funds II – Pioneer US Fundamental Growth, habla sobre la filosofía y estrategia de uno de los fondos más utilizados por los inversores españoles para ganar exposición a la renta variable estadounidense.
El Amundi Funds II – Pioneer US Fundamental Growth es una de las estrategias que Amundi ha heredado de Pioneer Investments. Se trata de un fondo de bolsa americana que disfruta de la calificación Blockbuster Funds People, gracias a los aproximadamente 500 millones de euros que atesora en el mercado español, según datos del barómetro que publica Funds People. El producto lo timonean desde el centro de gestión que Amundi tiene en Boston Paul Cloonan y Andrew Acheson, director del equipo de gestión de renta variable growth. Ambos se conocen muy bien y llevan trabajando juntos desde hace 15 años. Como responsables de la estrategia desde 2012. En los últimos cinco años han conseguido ofrecer a sus partícipes una rentabilidad anualizada neta del 8,2%.
En una presentación a periodistas celebrada en Madrid, Acheson manifiesta seguir siendo moderadamente optimista sobre la evolución de la renta variable estadounidense, clase de activo de la que dice “no está barata, pero tampoco cara”. Sus perspectivas para la bolsa estadounidense podrían calificarse de positivas, pero cautas. “Si los programas de Quantitative Easing (QE) beneficiaron a la renta variable, ello me hace pensar que su desmantelamiento tendrá el efecto contrario”, afirma. Eso no significa, sin embargo, que el gestor espere un deterioro de la actividad económica. Todo lo contrario. “Creemos que el PIB del primer trimestre supondrá el suelo para la economía americana y, a partir de ahí, se irá recuperando a lo largo del año”, augura.
Si está en lo cierto, esto debería traducirse en una revisión al alza de los beneficios empresariales, el aspecto que considera más importante a tener en cuenta para determinar cuál será la evolución de un S&P 500 que, de acuerdo con sus estimaciones, podría generar este año una rentabilidad de entre el 10 y el 11%. Entre los principales riesgos que podrían dar al traste con estas previsiones cita un hipotético recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China que provoque una caída del PIB mundial o un error de política monetaria por parte de la Reserva Federal. “A veces, los países se equivocan en sus decisiones. Por ese motivo, resulta muy importante poner un ojo en los riesgos de cola y el potencial de pérdidas”, subraya.
El método que Acheson utiliza para mitigar este riesgo es el de apostar por una cartera concentrada, compuesta por entre 35 y 40 valores que él califica de aburridos, cuyos beneficios crecen de manera moderada pero constante a lo largo del tiempo. “La cotización de este tipo de compañías no se va a disparar de la noche a la mañana, pero a largo plazo nos permitirá hacer crecer nuestro dinero. Cuando invertimos en un valor lo hacemos con un horizonte temporal de 3 a 5 años. Por esa razón, la rotación de la cartera es baja. El año pasado compramos entre 5 y 6 valores y vendimos otros tantos. Buscamos marcas sólidas, con ventajas competitivas, bajo apalancamiento, con modelos de negocios difíciles de replicar, altas barreras de entrada y flujos de caja estables”, explica.
El 90% de la cartera está invertida en compañías de gran capitalización. Apenas destinan un 10% a mid caps. “Solo hacemos lo que sabemos: invertir en Estados Unidos. No nos salimos de nuestro universo de inversión tratando de generar alfa con empresas de pequeño tamaño o de mercados distintos al americano”, destaca el gestor. Microsoft, Apple, Google, Mastercard… son algunas de los valores que aparecen entre las principales posiciones del fondo. Acheson los define como compañías predecibles que, por lo general, registran una baja volatilidad. Eso es lo que, a su entender, ofrece protección y ese carácter defensivo al producto, lo que traducido a números ha supuesto una captura del 93,5% en fases bajistas. Actualmente, la beta es del 0,9.
Entre sus grandes apuestas no hay bancos. “Es un sector altamente competitivo en el que no hay muchas oportunidades. A menudo, las compañías están baratas por una buena razón”, subraya. La evolución del sector financiero en la última década es lo que –en su opinión- explica el peor comportamiento relativo del value en la última década. “El 30% de los índices value están compuestos por entidades financieras, las cuales han registrado un peor comportamiento relativo que las tecnológicas, con un peso en los índices growth de aproximadamente el 30%, frente al 3% que pondera este sector en el índice value. Es la propia composición sectorial de los índices lo que determina el mejor o peor comportamiento de un determinado estilo de inversión”, indica.
Otra de las características del producto es que los gestores apenas reservan posiciones en liquidez. “No sería justo para nuestros inversores. Cuando el cliente hace la asignación de activos dentro de su cartera y determina cuánto quiere invertir en cada mercado, se puede encontrar con que la suma de la liquidez que tiene cada uno de los productos en los que está invertido da como resultado un posicionamiento en efectivo mucho mayor de lo que le gustaría”, justifica. Pero si hay un indicador por el que ha destacado el producto y que permita valorar la gestión realizada ese es el ratio de Sharpe, que en los últimos cinco años es del 0,75.