La costosa batalla del Banco de Japón para mantener el control de la curva de tipos nipona

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El gran dolor de cabeza del Banco de Japón durante 2016, especialmente en la primera mitad, fue el encarecimiento del yen. Ahora, la entidad debe luchar en un nuevo frente: al introducir en el tercer trimestre de 2016 la política del control de la curva, se comprometió a que el bono a diez años se mantuviera en el 0%. Pues bien, parece que este control va a salir caro: la entidad avisó en febrero de que efectuaría una compra extraordinaria de bonos sin un tope fijado para garantizar que la rentabilidad del bono a diez años se mantendrá en el nivel fijado, especialmente si se produce algún repunte. La entidad acaba de confirmar que empezará a actuar en marzo, con un programa de compras en el que planea gastar sólo durante el mes de marzo un mínimo de 1.375 billones de yenes y un máximo de 2.175 billones.

Concretamente, la entidad ha detallado que comprará bonos nipones a dos, cinco, diez, veinte, treinta y cuarenta años, así como bonos flotantes y bonos ligados a la inflación. El BoJ indicó vía comunicado que las adquisiciones de deuda serán efectuadas “de manera flexible, teniendo en cuenta las condiciones del mercado y con la intención de conseguir el nivel objetivo para los tipos de interés de largo plazo especificado”, aunque especificó que el ritmo de adquisición podría modificarse “si el nivel de la curva cambia sustancialmente”, y que el tamaño de las compras tendrá en cuenta “los efectos sobre los mercados financieros”.

“El mercado de deuda ha estado poniendo a prueba la decisión del BoJ de mantener al bono nipón a diez años en el nivel del 0% como parte de su política del control de la curva. Desde noviembre del año pasado, el bono a diez años ha cotizado por encima del objetivo del 0%, y a principios de febrero subió por encima del 0,1%, cotizando brevemente en 0,15% y finalmente desencadenando las compras de activos por el BoJ”, contextualiza Jim Leaviss, responsable de renta fija minorista de M&G Investments.

Leaviss cree que la cantidad comunicada por el BoJ para poner en práctica el control de la curva ha dado como resultado que “el mercado tiene ahora la fuerte creencia de que a las autoridades les importa de verdad el objetivo del bono a diez años”, lo que explica el reciente rally de esta referencia: ahora cotiza en torno al 0,06%.

El experto recuerda que las previsiones sobre la acción del banco central en el largo plazo “dependerán obviamente el crecimiento y la inflación en Japón”. Al respecto, recuerda que el IPC nipón registró un 0,3% interanual en diciembre, después de pasar gran parte de 2016 en territorio negativo. A pesar de este pequeño destello de inflación, Leaviss afirma que “aún no hay signos del despegue de los precios”. Añade que, cuando eso suceda, “el límite del 0% se volverá cada vez más difícil de defender, pero hasta entonces probablemente el bono cotice en una serie de rangos en los próximos meses”.

El equipo económico de Aberdeen cree que este anuncio es la “primera prueba importante del objetivo de cerca del 0% del BoJ”. Cabe recordar que, en meses anteriores, la entidad había efectuado compras extraordinarias en repuntes anteriores de los rendimientos del bono. En la entidad escocesa muestran su esperanza en que el BoJ mantenga su compromiso con su objetivo de rendimientos para este año, y comentan a un tiempo que “la previsión sobre la actividad está mejorando; la debilidad del yen está impulsando al comercio neto, mientras que la política fiscal está empezando a ser más de apoyo”. De hecho, en Aberdeen han revisado su previsión del crecimiento del PIB nipón, del 1,0% de 2016 al 1,2% del 2017 y al 1,3% de 2018.

“Sin embargo, la mejora en el comercio neto verdaderamente reside en que el BoJ mantenga los tipos de interés bajos para asegurar que el yen se mantiene débil”, añaden. La situación económica nipona se vuelve más delicada si se tiene en cuenta que las expectativas de inflación de los hogares han alcanzado recientemente mínimos de cuatro años, como también indicaba Jim Leaviss. “Incluso con la tasa de desempleo en el 3,1%, esto debería limitar el crecimiento de los salarios y la inflación. La inflación general se ha moderado al 0,3% en diciembre, mientras que la subyacente (sin alimentos frescos) fue negativa al situarse en el -0,2%. Esperamos que la inflación media alcance el 0,6% en 2017, y no anticipamos su regreso al objetivo de manera sostenible hasta al menos 2021”, concluyen desde Aberdeen.