El sur de Europa se enfrenta a una creciente escasez de agua y niveles alarmantes de estrés hídrico. Esta es una tendencia que amenaza no solo las comodidades diarias, sino también la competitividad económica de países como España e Italia. Mientras estas naciones mediterráneas luchan contra sequías cada vez más frecuentes, infraestructuras envejecidas y un turismo en auge, los gobiernos se enfrentan a presiones crecientes para tomar medidas decisivas.
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