“La devaluación de las divisas es un reequilibrio económico muy necesario”

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Foto cedida

Las medidas adoptadas por el Banco Nacional Suizo para frenar la subida del franco suizo en 2011 se han convertido en devaluación monetaria del Banco de Japón. Esto ha tenido un impacto directo sobre el euro. Un aumento de la cotización del 10% de la divisa comunitaria puede tener un impacto negativo del 3% en términos de beneficios empresariales y del 0,5% sobre el PIB. Sin embargo, según Pictet AM, estamos lejos de la mayor guerra de divisas de los años 30, cuando el Reino Unido se salió del estándar oro y otros países le siguieron. “Hay que tener en cuenta que en la eurozona es difícil saber el tipo de cambio correcto pues, en términos de poder de compra en Grecia, el euro debe cotizar a 1,07 dólares mientras que en Alemania a 1,53".

Según Luca Paolini, estratega jefe de la gestora suiza, “la devaluación de las divisas es un reequilibrio económico muy necesario. El mundo desarrollado se está quedando sin opciones fiscales y monetarias para impulsar el crecimiento y la manipulación de las divisas se está convirtiendo en herramienta política de último recurso. Aunque habrá ganadores y perdedores en estos procesos de devaluación, es importante que los inversores vean este fenómeno como parte de un ciclo a largo plazo”, afirma el experto.  

Estados Unidos y Suiza fueron los primeros grandes países desarrollados que utilizaron la política monetaria para debilitar sus monedas y otras grandes economías están siguiendo sus pasos.  Japón y la eurozona, que necesitan desendeudarse para restablecer su competitividad, se han quedado rezagados en este proceso. “La depreciación del yen indica que el mercado puede estar descontando un cambio de dinámica de inflación en relación con otros países, que afecta a los niveles de equilibrio de su moneda hacia la depreciación, más intensa frente a las monedas de sus principales socios comerciales de Asia que frente al euro o el dólar”.

En opinión de Paolini, si esta política de estímulo se convirtiera en auténtica guerra de divisas conllevaría riesgos significativos, ya que una devaluación competitiva implica riesgo de inflación por el aumento de precios de las importaciones. “Además, como aprendieron los reguladores durante la Gran Depresión de los años 30 –cuando un grupo de países abandonó el patrón oro– las devaluaciones competitivas pueden dar lugar a guerras comerciales, que prolongan las recesiones. La volatilidad de las divisas obstaculiza el comercio, la inversión empresarial y el gasto de los hogares”, afirma.

Países en distintas fases de desapalancamiento 

“La volatilidad en el mercado de divisas pone de manifiesto que los países están en distintas fases de desendeudamiento, para lo que necesitan monedas más débiles. Así que lo que está experimentando el mundo no es tanto el comienzo de una guerra de divisas como un reequilibrio económico muy necesario –redistribución del crecimiento desde países que están prosperando, posiblemente con riesgo de recalentamiento, hacia economías rezagadas-”, asegura el experto.

Lo que –a su juicio- complica las cosas es el hecho de que los países difieren en su disposición y capacidad para emprender una devaluación monetaria. “Las intervenciones suelen tener más éxito en países con un importante sector de exportaciones en relación a PIB, es decir con canales eficaces para transmitir su política monetaria. En el caso de la eurozona algunos países con fundamentales más débiles tienen mucho que ganar con una devaluación, pero la moneda única va contra corriente, habiéndose apreciado notablemente los últimos meses, hasta el punto que está sobrevalorada en torno a un 8% según paridad de poder adquisitivo de la OCDE y en torno a valor razonable según nuestros modelos”.

Según explica, este proceso también tiene implicaciones para los mercados emergentes, menos dispuestos a devaluar sus monedas, principalmente porque tienen menor diferencia entre capacidad de producción y demanda, pero sufren estrangulamientos en materia de infraestructuras, fuente potencial de inflación. “En cualquier caso, los movimientos de divisas en mercados emergentes son de carácter idiosincrático, en línea con los fundamentales de cada país".

China, por ejemplo, está dispuesta a permitir que suba su moneda para impulsar consumo doméstico y evitar el proteccionismo. Pero India desea mantener la rupia fuerte para impedir que los elevados costes de sus importaciones de petróleo alimenten presiones inflacionistas. Por su parte el won coreano y el dólar taiwanés son excepciones, pues son los que más han sufrido la depreciación del yen”.

La moneda se convertirá en fuente más importante de rentabilidad

Para Paolini, este reequilibrio implica para los inversores en renta variable global que la moneda se puede convertir en una fuente mucho más importante de la rentabilidad total. “Hay que tener en cuenta que los mercados de renta variable y las divisas están negativamente correlacionados entre sí en períodos de revaluación monetaria, como en Japón y Suiza, de manera que la cobertura de divisas se ha convertido en herramienta esencial. A medio plazo, el oro es la mejor cobertura contra la depreciación monetaria a gran escala. Además, este activo presenta una correlación muy baja con los mercados de renta fija y de renta variable y facilita la diversificación de la cartera”, revela.