El panorama económico mundial actual se caracteriza por un crecimiento asincrónico entre las principales regiones, lo que ha llevado a los bancos centrales a adoptar estrategias divergentes. Sin embargo, los riesgos inflacionarios (aunque menores, existen) y la volatilidad del mercado requerirá tanto una gestión cuidadosa de las carteras como unos inversores atentos y flexibles para las curvas que se aproximen.
La danza asincrónica de los bancos centrales
Los bancos centrales de las principales economías mundiales se encuentran en una encrucijada, adoptando estrategias divergentes en respuesta a las condiciones económicas específicas de cada región. Reto Cueni, economista jefe de Vontobel, y Daniel Karnaus, gestor de renta fija de la misma institución, señalan que "las principales regiones económicas mundiales crecen a distintas velocidades, lo que se se refleja en las diferentes estrategias adoptadas por los bancos centrales".
Mientras el Banco Nacional Suizo (SNB) inició los recortes en marzo, seguido por el Riksbank de Suecia en mayo, y el Banco Central Canadiense y el Banco Central Europeo (BCE) en junio, la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) ha anunciado recientemente su primer recorte de tipos. Por su parte, el Banco de Japón (BOJ) ha tomado la dirección opuesta, aumentando los tipos de interés. Estas estrategias divergentes crean incertidumbre, y los inversores deben estar alerta a los efectos que estas decisiones tendrán en los diferentes mercados financieros.
El dilema de la Fed, entre el martillo y el yunque
Si bien la inflación ha mostrado signos de moderación en algunas economías, sigue siendo una preocupación central. François Collet, director adjunto de inversiones y gestor de DNCA, advierte que, aunque la inflación a corto plazo parece controlada, factores como la transición energética, la escasez de recursos y las tensiones geopolíticas podrían mantener una presión inflacionaria a medio y largo plazo. Según el experto, "los riesgos de una inflación más alta e inestable a largo plazo son una posibilidad debido a estos factores".
De ahí la importancia de que los inversores mantengan una perspectiva a largo plazo y se preparen para posibles repuntes inflacionarios que podrían afectar negativamente a sus carteras.
En Europa, el BCE enfrenta un entorno económico menos favorable que el de EE.UU. Cueni y Karnaus prevén que "el BCE continúe suavizando gradualmente su política monetaria basándose principalmente en que el BCE prevé una disminución de la presión salarial el próximo año". La divergencia entre las políticas de la Fed y el BCE podría persistir, lo que plantea desafíos adicionales para los inversores, especialmente en la eurozona.
Los cuatro jinetes de la incertidumbre
François Collet, identifica los factores clave que los inversores deben vigilar de cerca en los próximos meses:
a) Inflación: aunque no se considera un riesgo a corto plazo, factores como la transición energética y la inestabilidad geopolítica podrían generar una inflación más alta e inestable a medio y largo plazo.
b) Volatilidad: los acontecimientos políticos y las revisiones presupuestarias han generado una mayor volatilidad en los mercados financieros.
c) Incertidumbre en las políticas de los bancos centrales: la posibilidad de que los bancos centrales sean más reacios a tomar decisiones de política monetaria podría alimentar una mayor volatilidad en los mercados.
d) Deuda: los grandes déficits fiscales (superiores al 3% del PIB) en varios mercados importantes plantean "riesgos significativos" para la economía mundial, según advierte el FMI.
Esta situación podría llevar a tipos de interés más altos a largo plazo, a medida que los inversores se adapten a un nuevo paradigma de crecimiento impulsado por los impuestos y una mayor incertidumbre económica.
Estrategias de inversión en un entorno cambiante
Ante este panorama, los expertos coinciden en la importancia de la flexibilidad en las estrategias de inversión. Olivier de Berranger, consejero delegado, y Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l'Echiquier (LFDE), señalan que "la clave, según nuestra experiencia, en la que los inversores deberían centrarse en un entorno como el que estamos viviendo actualmente es la flexibilidad".
Además, destacan la vuelta a la normalidad en la correlación entre la renta variable y la renta fija, lo que "devuelve a los inversores cierto margen de maniobra en términos de asignación de activos, ya que la renta fija puede volver a desempeñar su papel de colchón de seguridad".
Como señalan desde LFDE, "los inversores disponen en la actualidad de refugios claramente identificados – sobreponderar los bonos, pasar de los valores cíclicos a los defensivos y las acciones de crecimiento visible – en caso de que quede desbaratado el aterrizaje suave de la inflación y el crecimiento".
Chris Iggo, director de Inversiones de Core Investment Managers en AXA Investment Managers, recomienda una estrategia que aproveche tanto la renta fija como la renta variable en el contexto actual. Señala que los rendimientos de los bonos se han mantenido atractivos gracias a la gestión de la Reserva Federal, lo que sigue ofreciendo buenas oportunidades para los inversores en renta fija. Iggo también destaca que, con los tipos de interés alrededor del 3%, la renta variable, particularmente las acciones de crecimiento, se vuelve más interesante a medida que las expectativas de beneficios mejoran.
A pesar de la volatilidad que podría venir de factores como las elecciones en Estados Unidos o tensiones geopolíticas, Iggo confía en que la Fed continuará controlando la inflación y el crecimiento, evitando riesgos mayores para el mercado. Esto sugiere que, bajo su perspectiva, el mercado alcista podría prolongarse bien entrado el próximo año.