La guerra Rusia-Ucrania acelera la temática de la transición energética

Firma: Jason Blackeye (Unsplash).

Europa tiene un grave problema de dependencia energética. La guerra entre Rusia y Ucrania no ha hecho más que poner en relieve este hecho. “Europa se ha convertido en rehén del suministro de gas ruso”, sentencian Ulrik Fugmann y Edward Lees, codirectores y gestores senior de BNP Paribas AM. Y comparten una cifra escalofriante: aproximadamente el 40% del gas que recibe procede de los gaseoductos rusos, varios de los cuales atraviesan Ucrania. Así, no es de extrañar la reacción del mercado. Según datos recogidos por Goldman Sachs AM, desde la invasión militar los precios del gas natural en Europa han subido casi un 70 %. Por su parte, el crudo superó los 105 dólares el barril por primera vez desde 2014, revolucionando el suministro mundial de energía.

Y no es el único viento de cola para la inflación. A la presión energética se unirá en breve la escasez en materias primas relacionadas con la agricultura. El precio de los alimentos está registrando máximos históricos, ya que como recuerdan los gestores de BNP Paribas AM, Ucrania es el granero del mundo. Hoy en día, la región del Mar Negro es un centro fundamental de producción y comercio agrícola a escala mundial. Según un artículo reciente del Financial Times que citan esta región representan el 29% de las exportaciones mundiales de trigo. También aportan el 25% de las exportaciones mundiales de maíz y el 80% de las de aceite de girasol.

El conflicto ha inyectado un viento de cola al concepto de independencia energética y ha incitado a los países a acelerar la búsqueda de fuentes renovables y sostenibles. “El riesgo geopolítico del suministro energético europeo puede ser el más factor decisivo para la adopción de fuentes de energías alternativas”, vaticinan desde GSAM. La conciencia de la exposición geopolítica de Europa a Rusia, expuesta por esta crisis, puede ser el catalizador  más significativo a largo plazo.

No solo a nivel país. A corto plazo, la subida del precio del petróleo y el gas natural podría resultar en un mayor énfasis en la eficiencia energética general de los edificios comerciales y residenciales. Y este es un punto clave. Como cuenta Alexis Deladerrière, gestor del GS Global Enviromental Impact Equity Fund, el inmobiliario es una de las grandes fuentes de emisiones. “Los edificios, y el consumo de energía que necesitan, son responsables de cerca del 20% de las emisiones. Pensemos en los aires acondicionados y las calderas de una casa particular”, comenta el experto en esta entrevista.

Un movimiento histórico para la transición energética

No es la primera vez que vemos una respuesta histórica y coordinada entre países. La respuesta a la crisis provocada por la pandemia ha sentado precedente. En cuestión de escasas semanas Europa y el resto de países desarrollados ha entrado en acción. “Alemania, en un movimiento histórico, ha acelerado su transición adelantando en 15 años sus planes para alcanzar el 100% de energías renovables en la generación de electricidad. Ahora prevé que llegue en 2035, en línea con Estados Unidos y con el Reino Unido”, cuentan los gestores de BNP Paribas AM. El gobierno alemán pretende que, ya en 2030, el 80% de la electricidad proceda de las energías renovables. Además, el nuevo gobierno pretende reducir sustancialmente los plazos de autorización de las instalaciones de energía eólica terrestre, que hasta ahora habían sido un gran obstáculo para el crecimiento de las energías renovables.

Desde GSAM coinciden en ver el momento tan significativo que estamos presenciando. “La crisis energética ha acelerado el cronograma para la transición a renovables. Las renovables son un componente clave en el camino hacia la independencia energética”, afirman. Porque destacan un punto importante: fuentes de energía limpias como la solar y la eólica son más difíciles de disrumpir por actores terceros como está pasando con la energía tradicional.

Es una tendencia que cualquier inversor debe tener en cuenta, no solo desde el punto de vista temático. “Fortalece aún más la argumento a favor de la construcción de energía verde, acciones de energía renovable y empresas que  han tenido una buena racha. Ya estamos viendo cómo gigantes europeos como Ørsted, Vestas y Siemens Gamesa están teniendo un repunte en sus acciones desde el comienzo de la guerra”, cuentan desde GSAM. El índice europeo de energías renovables subió un 9,3 % intradiario el pasado jueves 3 de marzo, el mayor salto desde los mínimos de la pandemia de marzo de 2020. Todo un marcado contraste con el colapso de los mercados europeos.

De cambio climático a seguridad climática

Esta crisis no es solo una cuestión de Europa. En Estados Unidos también es el foco mediático. En su discurso sobre el Estado de la Unión, Biden señaló que la lucha contra el cambio climático se traducirá en un ahorro de energía para los hogares estadounidenses. “Biden entiende que el clima y la seguridad energética son importantes y que las tecnologías de que ayuden a la reducción de costes pueden desempeñar un papel importante contra la inflación”, analizan Fugmann y Lees. En su opinión, el presidente y el partido demócrata necesitan asegurarse una victoria legislativa antes de las elecciones de mitad de mandato, por lo que esperan que este mismo año se registren avances en el ámbito de los créditos fiscales para las energías renovables.

Además, hay cuestiones en las que demócratas y republicanos están de acuerdo, particularmente en cuanto al hidrógeno se refiere. Los gestores de BNP Paribas AM citan un mensaje del senador demócrata Joe Manchin, en el que aboga por inversiones y créditos fiscales. “Dupliquemos la producción de energía limpia en Estados Unidos empleando energía solar, eólica y de otro tipo. Bajemos el precio de los vehículos eléctricos, para poder ahorrarle otros 80 dólares al mes al consumidor por no tener que echar gasolina”, propuso Manchin. “Todo esto nos lleva a la misma conclusión: tenemos que hacer más, y hacerlo más rápido. La narrativa del cambio climático ha cambiado para pasar a ser una de seguridad climática”, sentencian Fugmann y Lees.